Encuentro ecuménico: Francisco recibe obispos de la Iglesia católica antigua

Veterocatólicos

11.00 p m| 6 nov 14 (VIS/BV).- “Un viaje espiritual desde el encuentro a la amistad, desde la amistad a la hermandad y desde la hermandad a la comunión”, es el que católicos y veterocatólicos deben proseguir para alcanzar la unidad de la Iglesia en Cristo.

Así lo afirmó el Papa cuando recibió a los miembros de la delegación de Obispos Veterocatólicos (Iglesia antigua) de la Unión de Utrecht, cuya presencia en Roma coincide con el 50° aniversario de la promulgación del decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio que marcó el comienzo de una nueva era para la búsqueda de la unidad.

En 1870 el Concilio Vaticano I declaró la infalibilidad papal. Algunos intelectuales y obispos en Europa rechazaron esta doctrina y nació así un cisma que se mantiene hasta hoy.

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En su discurso el Santo Padre recordó el trabajo desempeñado en estos años por la Comisión Internacional de diálogo católica-veterocatólica, gracias al cual fue posible “construir puentes de entendimiento recíproco y de cooperación práctica, hallar convergencias e precisar divergencias de forma más precisa, situándolas en contextos nuevos”.

Aquí su mensaje:

“Si, por un lado nos alegramos cada vez que podemos dar un paso adelante hacia una comunión más fuerte de fe y de vida, por otro nos afligimos cuando tomamos conciencia de los nuevos desacuerdos que han surgido entre nosotros a lo largo de los años. Las cuestiones teológicas y eclesiológicas que acompañaron nuestra separación son ahora más difíciles de superar debido a nuestra creciente distancia en los temas concernientes al ministerio y al discernimiento ético.

Por tanto, el reto que enfrentan los católicos y los veterocatólicos es perseverar en un diálogo teológico sustancial y el continuar a caminar juntos, a orar juntos y trabajar juntos en un espíritu de conversión más profunda a todo lo que Cristo quiere para su Iglesia.

En nuestra separación hubo, por ambas partes grandes pecados y debilidades humanas. En un espíritu de perdón recíproco y de humilde arrepentimiento, ahora necesitamos fortalecer nuestro deseo de reconciliación y de paz. El camino hacia la unidad comienza con una transformación del corazón, con una conversión interior. En el camino, el cambio es inevitable. Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y seguir las sugerencias del Espíritu que nos guía a la verdad entera.

Mientras tanto, en el corazón de Europa, tan confundida acerca de su identidad y de su vocación, hay muchas áreas en las que los católicos y los veterocatólicos pueden colaborar tratando de responder a la profunda crisis espiritual que afecta a los individuos y la sociedad.

Hay sed de Dios. Hay un profundo deseo de redescubrir el sentido de la vida. Y hay una necesidad urgente de un testimonio creíble de las verdades y los valores del Evangelio. En esto podemos apoyarnos y animarnos unos a otros, sobre todo en las parroquias y en las comunidades locales.

De hecho, el alma del ecumenismo consiste en la ‘conversión del corazón’ y la ‘santidad de la vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos’. Rezando unos con otros, nuestras diferencias serán asumidas y superadas en la fidelidad al Señor y a su Evangelio”.


La Iglesia Católica Antigua o Veterocatólica

Es un grupo de iglesias cristianas que se separó de la Iglesia católica. Surgió a partir de 1871, cuando, en el contexto del Kulturkampf, algunos intelectuales católicos de Austria, Suiza, Polonia y Alemania rechazaron la doctrina de la infalibilidad papal, proclamada en el Concilio Vaticano I (1869-1870). Los viejos católicos respetan el ministerio del Papa como obispo de Roma, pero no lo reconocen como la única persona que tiene la potestad de definir la doctrina en cuestiones de fe y moral, debido a la no creencia en la doctrina de la infalibilidad papal.

La doctrina veterocatólica abarca además un conjunto de creencias y costumbres católicas anteriores a las reformas llevadas a lo largo del siglo XIX, que también se plasmaron en el Concilio Vaticano I. Algunos de los elementos que se pueden considerar característicos de esta tendencia podrían ser que se aceptan mujeres como sacerdotes, que no creen en la Inmaculada Concepción y que no se considera obligatoria la confesión.

En su disciplina, administración y procedimiento, los viejos católicos se diferencian de la Iglesia Católica en varios aspectos. Por ejemplo, el celibato sacerdotal es opcional, los varones casados pueden ser ordenados y en ocasiones el clérigo puede contraer matrimonio después de la ordenación, con previo consentimiento episcopal.

Actualmente, las iglesias veterocatólicas de los diversos países se agrupan en la Unión de Utrecht, con un total de unos 2.300.000 miembros. Están en plena comunión con las iglesias anglicanas.


Fuentes:

VIS / Wikipedia

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