José Aldunate, jesuita de 97 años reflexiona sobre la Iglesia de hoy

José Aldunate SJ

7.00 p m| 28 oct 14 (LA TERCERA/BV).- José Aldunate cumplió recientemente 97 años y está más activo que nunca. Todos los días hace ejercicio y, como se ha ido quedando ciego, le dicta columnas a un ayudante que luego son publicadas en la prensa. Respecto a la situación de la Iglesia en nuestros días, el sacerdote jesuita la tiene clara: “la salvación no está en las parroquias, está afuera con los pobres”. Reunimos una entrevista y una reflexión publicadas en el diario La Tercera de Chile, en las que desarrolla sus argumentos.

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Reflexión – Manifiesto

No pienso mucho en la muerte. Creo que es un evento que uno no saca mucho con pensar, prepararse o lo que sea. Vendrá y no le tengo ningún miedo. Es más bien una bienvenida, porque no me gusta la idea de llegar a los cien años. Tengo 97, es todo muy cerca. Bueno, qué otra salida puedo tener. Me dicen que hay una arritmia en el corazón, por ese lado podría ser o parece que he tenido, aunque no estoy convencido, un comienzo de derrame. Parece que tengo un poco apolillado el cerebro, pero no se nota. Y bueno… por algún lado tendrá que haber salida para no llegar a los cien.

Hace 35 años que troto. Me he acostumbrado a eso y desarrollé un trote bastante bueno, que no cansaba nada y que podía durar media hora, una hora entera. Como perdí la vista, ya no puedo salir a la calle. Antes salía al Paseo Bulnes y trotaba hasta el fondo, hasta Parque Almagro. Allí volvía. Molestaba un poco a los borrachines que se veían en la mañana. Ahora lo hago en un aparatito que se mueve y que me permite trotar en el mismo sitio. A las 7 de la mañana me levanto. Nadie me ayuda. Troto media hora, entre varias cosas: bicicleta y pesas. Todos los días, hago un poco de todo.

De mi infancia si hay algo que me marcó, eso fue la inglesa. Estuvimos desde guaguas bajo la férula de la institutriz, la miss… no se cuánto, porque iba cambiándose. Había una distancia con los padres, porque ella exigía full charge, plena responsabilidad, así que era decirle a la mamá “no se meta mucho, porque yo estoy aquí”. Hubo una cierta distancia entre los padres y nosotros, lo cual creo que fue negativo. Por la noche nos despedían con un beso, pero el beso no era de la mamá, era de la inglesa. La mamá estaba un poquito ausente. Yo sé que ella sufrió un poco con eso, pero era muy fuerte y no quería estorbar una educación inglesa. Estaba convencida que la mejor educación del mundo era esa y quería dársela a sus hijos. En ese momento para mí era normal, pero después he descubierto que en otras familias es muy distinto. No me daba cuenta. Estaba acostumbrado a esa disciplina.

Yo tenía un proyecto alternativo al del sacerdocio. Me gustaban mucho las matemáticas. Iba a estudiar ingeniería. En la práctica ya estaba admitido, tanto en la Católica como en la Chile. Había sacado buenas notas, y era la alternativa que tenía: o cura o ingeniero. Era muy desprendido de la riqueza. Mi papá en ese tiempo tenía dos fundos, él los administraba y me miraba a mí como el que podría retomar la administración, aliviarlo un poco a él. Mi hermano, quien era mi ejemplo a seguir, ya era cura, y si yo me hacía cura también, la familia quedaría sin hombre. Esa fue mi preocupación. Pero no me interesaba tener cosas, lo encontraba sin atractivo verdadero, sin perspectiva.

He tratado de ser comprensivo para los tiempos actuales. Creo que he podido acoger los cambios que se han producido sin mayor problema. Más bien he sentido que otra gente se ha quedado atrás. La ciencia moral, que es a lo que yo me he dedicado, a uno lo dispone a aceptar los cambios, a prevenirlos, a suponerlos. Me ha preparado para un mundo de cambios.

Es justo que el celibato en los sacerdotes sea totalmente libre, a elección. Los sacerdotes célibes no bastan para lo que se requiere. Desde un punto de vista ético creo que es necesario que se puedan ordenar también a casados. Yo he amado mi celibato, lo volvería a escoger, pero creo que entré sin conocer muy a fondo a lo que yo renunciaba. Yo renunciaba a la mujer y es conveniente que el que renuncie a algo sepa a qué renuncia. Tendría que haber tenido un poco más de conocimiento de lo que es la mujer, de lo que puede ser su compañía y eso me faltó cuando entré a los 15 años. No había pololeado. A la mujer la conocía solamente por mis hermanas y un poco de lejos a algunas primas que tenía, pero un conocimiento mayor no tenía.

Estamos ante una segunda revolución mundial. La primera fue la revolución industrial, que cambió el mundo y a la sociedad entera, que tuvo que rehacerse. Pero el segundo gran cambio mundial, la revolución en la que estamos hoy metidos, es la de las comunicaciones. Yo llegué tarde por lo de mi vista. No he podido tener ni mi propio computador, pero me sorprende y me maravillo de todas formas. Yo usé máquina de escribir, pero cuando me falló la vista tampoco pude seguir escribiendo. De todas formas sigo produciendo artículos. Me interesa mucho eso de poder expresar mis pensamientos. He escrito estos últimos dos años más artículos que en toda mi vida, porque uso el fonógrafo. Grabo, hago unos casetes y eso sale en estas cuestiones de internet que no comprendo. Tiki… Tuiki… ¡Twitter!, Facebook. Todo eso. Para mí es lanzar semillas al viento y me dicen que prenden y que se leen.

Tengo una buena opinión de Bachelet. En general tiene buenas intenciones, aunque soy crítico en algunos aspectos, por ejemplo la política exterior. Ella está muy cerca del militarismo y el militarismo no tiene sentido en el mundo de hoy. Continuar con los gastos militares que Chile tiene, que son tremendos de grandes… Además, para la política de Latinoamérica es tan importante que Chile no sea considerado como el país más armado de Latinoamérica y en cierta manera el más dominante. Chile tiene que cultivar más la diplomacia, la amistad, la unión. Ojalá que Latinoamérica pudiese ser una gran federación, como lo es Europa.

El Papa tendría que despachar a todos los nuncios. No hace falta que la Iglesia tenga nuncios por todo el mundo con gastos tan grandes. Creo que la Iglesia tendría que salir de Roma e ir a vivir en un lugar, tal vez el Africa y desde allí interesarse en lo que pasa en el mundo. El Papa no tiene que ser el potente, el que manda, el que dispone todas las cosas. Tiene que ser servidor del pueblo. Juan Pablo II, el mismo Ratzinger, los dos últimos antes del actual Papa fueron muy posesionados de sus poderes. No los culpo, porque un Papa se siente muy responsable y a veces cuando una persona que tiene poder se siente muy responsable entonces se convierte en un dictador, que cree que debe meterse en todo, hacerlo todo.

Es falso que yo sea un cura rebelde. Tengo opiniones y esas opiniones ahora menos que antes todavía se pueden tachar de problemáticas, porque son opiniones que la Iglesia misma ha puesto sobre el tapete. Por ejemplo, los homosexuales, el matrimonio. Si uno dice su opinión no por eso es rebelde, porque las opiniones no son rebeldes, sino distintas. Esa gente que habla de cura rebelde probablemente es gente muy atrasada. Es gente que sigue creyendo que la Iglesia es sólo mandato y obediencia.

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Entrevista

¿Qué piensa del aborto terapéutico?

-Estoy de acuerdo. Es un derecho de la madre defender su vida cuando está en peligro por un feto inviable. También lo estoy con el aborto en caso de violación. Hay mujeres que al ser violadas quedan tan traumatizadas que no pueden tener un niño que para ellas les recuerda a su violador. Uno no puede obligarlas a pasar por ese calvario. Una violación es un trauma muy grande. Pero con el aborto terapéutico no debiera ser tema. Soy de la idea, de que si una mujer puede morir por un embarazo, que vaya y se le opere. Y punto. No debería haber problemas. Tanto que le dan vuelta al asunto. Y que el médico vea lo que es mejor para la salud de esa mujer. Y si es un peligro para la madre, apliquen el aborto terapéutico.

Muchos de los médicos, sobre todo católicos, se oponen porque va en contra de sus creencias.

-El médico católico tiene una obligación moral de practicar aborto terapéutico. Tiene que cuidar a la madre más que al niño. Tiene que abortarlo, nomás. Pero no nos desviemos del foco. Acá el problema es el aborto clandestino.

¿Usted es partidario de legalizar el aborto con todas sus letras?

-Hay que estudiar el problema, porque es muy serio. Yo no estoy a favor del aborto sin apellido, pero tampoco puedo obligar a la gente que piense como yo, como lo hace la iglesia católica.

Para la Iglesia, las mujeres que abortan ¿son asesinas, pecadoras?

-Pecador o no pecador, asesina o no asesina, son palabras muy fuertes. Es cierto que no podemos estar de acuerdo con el aborto sin apellido. Nadie lo está. Es una vida humana que se sacrifica de forma cruenta. Y es cruenta, no solamente con la criatura, sino contra la mujer, porque muchas veces la deja dañada de por vida. Pero la solución no es prohibirlo, como ahora, porque eso ha demostrado que no soluciona el problema. Es más, lo acrecienta. Muchos dicen que si se legalizara aumentarían los abortos, no es así. En los únicos países donde hay más abortos, es donde está prohibido. Ignorar este problema es realmente criminal. ¿Cómo me explica usted esa ignorancia?

¿Qué se debería hacer?

-No hay que cerrar los ojos. En el congreso hay gente inteligente, que debe abordar el problema con hidalguía, franqueza y buscar alguna mitigación. Aprobarlo solucionaría un problema de salud pública. La solución no es fácil. Yo soy de la idea de que hay que formar la conciencia de la población. Educar sexualmente a los jóvenes para que no cometan tonteras. Porque uno no les puede prohibir el sexo, eso es muy arcaico, hay que enseñarles de sexualidad desde la primera edad, para que tomen conciencia y las muchachas no se anden embarazando. O si quedan, a la primera, no incurran en abortos por irresponsabilidad y ligereza. La idea es ayudarlas a que den en adopción a su hijo.

Los sectores que más se oponen al aborto, son los que menos se preocupan de lo que sucede después con esos niños.

-Está bien que se opongan, pero hagan algo, por favor. No se queden solo en el reclamo.

La Iglesia mete la cuchara para criticar el aborto, pero no tiene el mismo ímpetu para defender a los más pobres.

-Con el mismo ímpetu que la Iglesia reclama contra el aborto, debería hacerlo por los pobres. La Iglesia debería ocuparse en hacer justicia, en crear igualdad, en favorecer a los pobres, en pensar en los derechos de los mapuches. La Iglesia no va en sintonía. Habla contra el aborto, pero no se preocupa de buscar soluciones. La actitud oficial anda un poco equivocada. Uno esperaría que la Iglesia fuera más efectiva y más comprometida con los pobres. Y que se metiera en lo político. Pero debe meterse para defender la justicia e igualdad. No sólo para criticar. La Iglesia es muy anticuada. No se da cuenta que el verdadero problema es la injusticia social, no es el chiquillo que vive su sexualidad de manera desenfrenada.

¿Por qué la Iglesia se preocupa tanto de lo sexual?

-La Iglesia está asustada con esa vía de escape de los jóvenes. Porque si el joven se entusiasma por poner justicia en el mundo, la sexualidad de él será puesta en su lugar y no sacada de contexto, ¿me entiende?


La educación

¿Por qué optó por ser un cura obrero?

-Yo enseñaba la justicia social, la justicia del obrero. Como enseñaba ese tema, no iba a ser como el cura Gatica que predica y no practica. Y me hice obrero el mismo año del Golpe, estando en Chuqui, y después me fui a trabajar a Concepción. Fue bueno. En Concepción, los compañeros obreros me preguntaban qué hacía allá. Pensaban que andaba huyendo de algo. Porque yo nunca les dije que era sacerdote, sino que un profesor que venía de Santiago a conocer el mundo obrero. Cuando uno dice que es sacerdote, le piden medallas y bendiciones, cosas que no corresponden.

¿Qué le parece que haya tantos sacerdotes para ricos?

-Hay muchos que se dedican a los ricos, que se mueven entre ricos, que se mimetizan con los ricos, que casi no conocen al mundo pobre.

Incluso, hay curas que se han hecho millonarios.

-No conozco muchos así. La mayoría gana lo justo para mantenerse, que es lo que debe ser.

Hablando de riquezas, ¿qué le parece que haya colegios religiosos que lucren?

-Los colegios religiosos no deben ser lucrativos, pero los hay lamentablemente. Es una vergüenza. En todo caso, son más numerosas las escuelas pobres, que tiene la Iglesia, que los colegios católicos que lucran.

¿Es partidario de la educación gratuita?

-Soy partidario que la enseñanza primaria y secundaria sean gratuitos para todo el mundo y que sean sostenidos por el Estado. Pero en la universitaria tengo mis dudas. Soy de la idea en que la enseñanza universitaria aceptemos el lucro.

¿Por qué?

-Conviene, por ejemplo, que los suizos o finlandeses vengan a Chile a hacer su negocio para que nos muestren los progresos pedagógicos que se dan en sus países. Pero siempre cuando traigan inversión y progreso al país. Pero no que se transforme en lucro obsceno y excesivo. Si se entiende por lucro sacar un margen de ganancia para el que invierte en el colegio, ese lucro es legítimo. Toda actividad tiene lucro. Los mismos profesores también tienen que tener un poquito de sueldo como para mantener su familia. El lucro es un poco una condición de vida.

¿Encuentra legítimo que un alumno se endeude por estudiar en una universidad?

-Hay que evitar que la gente quede demasiado endeudada. Eso se puede aliviar con lo que llaman el crédito universitario, que se ha reducido de 6 a 2 %, que es lo mínimo. Y cuando el universitario tenga que pagar su deuda y si no tiene un margen para vivir, no debiera estar obligado a pagar hasta que no tenga una entrada suficiente.

La derecha le teme a la igualdad

-No comprendo eso. La derecha cree en el economicismo y que eso es lo que manda. Si eso no es clasista, ¿qué es? Es perpetuar la pobreza. Por esto estoy a favor de la reforma tributaria. Es muy necesaria. Si algo se le puede criticar es que podría haber sido mayor. La reforma tributaria ha sido modesta. Se le podría haber sacado más plata a los poderosos. Así y todo, los empresarios han reclamado. Yo digo que cada hombre de negocios tiene que darse cuenta que debe a Chile en buena parte el buen resultado de su negocio. Entonces, tiene que devolverle a Chile lo que le debe. Es una obligación patriota, una obligación moral. No se puede edificar un país a puros egoísmos economicistas. Hay que ser generosos y saber sacrificarse por el bien común. El empresario chileno es egoísta, se fija en su negocio nomás.


Renovación de la Iglesia

A sus casi cien años, ¿cómo ha visto la evolución de la Iglesia católica?

-La Iglesia católica tuvo un concilio vaticano II muy valioso, en que se juntaron gente para poner al día a la Iglesia, porque se dieron cuenta que estaba atrasada 200 años y no se estaba preocupando de los pobres. Ahí se determinó cambiar varias cosas, pero ese concilio terminó el año 64, y después vinieron algunos Papas que no estaban de acuerdo con los cambios. Papas muy anticuados que perjudicaron mucho a la Iglesia, porque retrasaron mucho la renovación. Yo tengo fe que eso cambie con este nuevo Papa que está en sintonía con la Iglesia que me representa, que es la de los pobres y para los pobres. El Papa actual ha dado pasos importantes, en el sentido, de modernizar la iglesia. Ha contribuido a que la teología de la liberación se vea hoy muy honrada y respetada. Porque hasta hace poco se pensaba que se asemejaba demasiado al marxismo.

Esa era la Iglesia de Juan Pablo II.

-Sí. Un Papa que tuvo sus méritos, pero también sus defectos. Y, bien, tenemos que reconocer que no todos los Papas son santos perfectos. Juan Pablo II fue, en cierta manera, un Papa de mucha publicidad, mucho contacto con el gran mundo, pero el Papa Francisco es sencillo y, más bien, busca contacto con la pobreza y la gente un poco descartada. La Iglesia necesita una renovación desde abajo. El Papa puede cambiar la cabeza de la Iglesia, pero no el cuerpo.

¿Por dónde debería venir la renovación de la Iglesia?

-Debe venir de las comunidades de base, de las parroquias, que se hagan democráticas, más comprometidas socialmente, que vean este mundo lo que necesita, y trabajen por eso. El Papa ha insistido mucho en que debemos salir de las iglesias. Él ha dicho: ¡salgan, salgan, salgan! Nuestra tarea está en el mundo, no está en las iglesias. No hay que quedarse en las cuatro paredes. La solución no está en buscar la salvación dentro de la iglesia, sino que fuera con los pobres. El mundo está en una situación muy trágica como para quedarse encerrado. Hay crisis económicas en todo el mundo, hay una proporción tremenda de gente hambrienta, de gente que no gana más de un dólar por día. ¡Hay que hacer algo!

¿Le gusta la Iglesia que representa Ezzati?

-Me habría gustado más Goic como arzobispo. Es más afín conmigo. Ezzati estuvo mucho tiempo en Roma, lo que me hace desconfiar. Pero tampoco tengo una mala impresión. Espero que esté a la altura de los cambios que quiere hacer el Papa Francisco. Ezzati es un obispo dentro de la lista que hace lo que cree que debe hacer. Pero vendrán después otros que puedan hacerlo mejor que él.

En esta renovación de la Iglesia, recién me hablaba de la Biblia arcaica. ¿Es partidario de reescribirla?

-La Biblia obedecía a la costumbre de esos tiempos. Rasgos que no se pueden seguir conservando. Hoy, por ejemplo, la mujer tiene sus derechos. Así que no reduzcamos la condición de la mujer a la que tenía en tiempos de la Biblia. Los tiempos pasan. La Biblia es machista, muy machista, pero muy muy machista. En algunas partes parece que solo los hombres tienen derechos y que las mujeres no comparten esos derechos. Por ejemplo, cuando habla de adulterio es la mujer la que tiene la culpa y el hombre el que tiene el privilegio. Si eso no es machista, ¿qué es?

¿Está de acuerdo con que las mujeres puedan ser papisas?

-Estoy de acuerdo. Y que hayan mujeres obispas, también. Soy partidario de que la mujer se acoja en todos los cargos de importancia de la Iglesia. Porque, así como en la política, la mujer ha tomado una dimensión enorme y se muestra muy capaz en lo religioso.

Ni siquiera pueden hacer misas.

-Claro. No tienen mucho poder dentro de la iglesia católica. La Iglesia discrimina por género. Eso es injusto. En materia eclesial ha habido déficit de respeto, de atención, de atribuciones, que se le puedan conceder a la mujer.


El matrimonio homosexual

¿Qué piensa del matrimonio homosexual?

-Lo apruebo. El homosexual tiene derecho a amar y compartir su vida con otra persona. Si la naturaleza le pide una relación homosexual, entonces, bueno: es lo que pide la naturaleza y es legítimo.

La Iglesia católica discrimina a los homosexuales.

-La Iglesia católica piensa que un matrimonio de homosexuales es contrario a la naturaleza. A veces no comprenden que la homosexualidad puede ser algo natural, que tal vez tenga su origen en los genes, o en la educación primera, vaya a saber, pero es una condición del individuo, no una enfermedad. Hay que buscar una opción de vida conforme a su condición. Eso la Iglesia no lo ha captado. En parte hay razones bíblicas para negarse, pero que son erradas.

¿Por qué?

-La Biblia pone a la homosexualidad en Sodoma y Gomorra. Pero eso sale en el Antiguo Testamento, que hoy con la ciencia, lo diluye. Después está san Pablo que es muy severo contra la práctica de la homosexualidad. Pero prohíbe la práctica a un público heterosexual, lo cual es positivo, pero no trata el tema de la homosexualidad. Así que no se le puede atribuir a él la condena de la homosexualidad cuando, simplemente, no toca el tema. Son razones bíblicas pasadas de moda. También dicen que aprobándolo, el matrimonio quedaría un poco en desmedro. Tal vez habría que cambiarle el nombre. No lo llamemos matrimonio si quieren, pero es cuestión de palabras, nada más. Si quieren llamémosle casamiento o vida común. No vamos a pelear por una palabra.

A usted le da lo mismo si se llama matrimonio o vida en común.

-Me da lo mismo. No tengo problemas si se llama matrimonio homosexual, casamiento o vida común. La cosa es no atribuir a la terminología un valor que no tiene.

¿Está de acuerdo con que los homosexuales adopten hijos?

-Ese es otro punto. En toda adopción no se trata de beneficiar a la pareja, sino que al niño. Entonces, hay que juzgar si esta pareja es capaz de dar a este niño una vida positiva. Pero ese mismo criterio hay que aplicarlo a una pareja de homosexuales que quieran adoptar y a una pareja de heterosexuales. Ver si los homosexuales son capaces de ser padres cariñosos de sus hijos. Y, bueno, algunos dicen que en principio una pareja homosexual no puede ser padre, pero no estoy de acuerdo con eso: eso es juzgar antes de tiempo, es juzgar en teoría y no en la práctica. Y hay veces que resulta. Se dan casos en que la pareja homosexual cuida muy bien a sus hijos.

¿Siente vergüenza cuando la Iglesia católica los condena?

-Sí, claro. A veces siento vergüenza.

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Buena Voz

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