G. K. Chesterton: ¿Santo patrono del periodismo?
8.00 p m| 29 ago 13 (BUENA VOZ).- ¿Será G.K. Chesterton declarado santo? La idea ha cobrado impulso a partir de un descubrimiento por William Oddie, un blogger para el Catholic Herald, que el Papa Francisco, poco antes de su elección, dio su aprobación a una oración pidiendo a Dios para lograr su canonización.
Además el obispo de Northampton, Mons. Peter Doyle ha dado el permiso a Martin Thompson, de la Sociedad Chesterton, para declarar públicamente que se “está buscando un clérigo idóneo para comenzar la investigación”, una fase preliminar que toda causa necesita. Anglicano, convertido al catolicismo, la gran cualidad que lo señala para este singular honor: su optimismo y la profunda convicción de que el mundo es fundamentalmente bueno.
G.K. Chesterton es uno de los escritores británicos más importantes de la historia, además de ser un prolífico periodista. Un sencillo sacerdote católico de parroquia fue su personaje más famoso, el Padre Brown brillaba por poseer una agudeza psicológica que lo vuelve un formidable detective.
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El Cardenal Emmett Carter, en el 50 aniversario de la muerte de Chesterton (en 1986) lo describió como uno de los “santos laicos” que “han ejercido una papel verdaderamente profético en la Iglesia y en el mundo”, aunque en ese momento no creía en la posibilidad de introducir una causa para su canonización definitiva, porque pensaba que “no estábamos lo suficientemente emancipados de ciertos conceptos de la santidad”.
Luego cambió de opinión, pero siempre vale la pena citar esas dudas anteriores. Otra cita importante que podemos rescatar es el comentario del gran historiador (católico) J.J. Scarisbrick “Todos sabemos que era un hombre con una bondad tan grande como su tamaño. Lo que quiero decir es que era más que eso. Había una integridad especial e inocencia en él, una devoción especial al bien y a la justicia… Por encima de todo, estaba ese impresionante, intuitivo (casi angelical), conocimiento de la verdad y lo sobrenatural que sólo una persona verdaderamente santa puede disfrutarlo. Fue el don de una inteligencia, comprensión y profecía heroica. Era un gigante, tanto espiritual como físicamente. ¿Existió alguien más como él en la historia católica?”
Una pregunta retórica para la que sólo hay una respuesta. Unas semanas después de la conferencia de la Sociedad Chesterton del 2009 un laico que había asistido a ella, escribió una oración con la ayuda de un sacerdote por la causa de Chesterton, que cuando se publicó en el blog de la Sociedad, rápidamente se hizo viral. Versiones en español y en italiano pronto aparecieron. Años despuués la versión argentina de la oración fue aprobada para uso general por el cardenal Jorge Mario Bergoglio, días antes de ser elegido Papa. La oración resume las cualidades chestertonianas que componen su solicitada santidad, tanto como que se pudo incorporar en una breve plegaria:
Dios nuestro Padre,
Tú que has colmado la vida de tu siervo Gilbert
Keith Chesterton con ese sentido del asombro y el
gozo, y le diste esa fe que fue el fundamento de su
incesante trabajo, esa esperanza que nacía de su
perdurable gratitud por el don de la vida humana,
y esa caridad para con todos los hombres,
particularmente sus oponentes;
haz que su inocencia y su risa, su constancia en
combatir por la fe cristiana en un mundo
descreído, su devoción de toda la vida por la
Santísima Virgen María y su amor por todos los
hombres, especialmente por los pobres, concedan
alegría a aquellos que se hallan sin esperanza,
convicción y calidez a los creyentes tibios y el
conocimiento de Dios a aquellos que
no tienen fe.
Te rogamos otorgar los favores que te pedimos
por su intercesión, [y especialmente por …..] de
manera que su santidad pueda ser reconocida por
todos y la Iglesia pueda proclamarlo Beato.
Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Chesterton, al igual que muchos grandes santos era un polemista hasta los huesos. Pero no importa cuán combativamente argumentaba, como Belloc escribió después de su muerte, “él siempre parecía estar en un estado de ánimo no sólo de comprensión hacia su oponente, sino de admiración por alguna cualidad en él… fue eso en él, junto con otras cualidades, que lo hizo tan querido universalmente”.
Esta combinación de combatividad con caridad era una cualidad que Chesterton compartió con otros hombres santos; de hecho esa era una de las razones por la que los entendía tan bien, un claro ejemplo de lo que se denomina “connaturalidad”, la facultad por la cual un hombre santo tiene una visión especial de la mente y el corazón de otro. La enorme productividad de Santo Tomás de Aquino, escribió Chesterton, no hubiera sido posible “si no hubiera estado pensando, incluso cuando no estaba escribiendo, pero sobre todo pensando y argumentando. Esto, en su caso, ciertamente no es un signo de amargura, rencor o falta de caridad, sino simplemente la acción de un pensamiento polémico. De hecho, es común que el hombre que no está dispuesto a discutir, el que está dispuesto a burlarse. Es por ello que, en la literatura reciente, ha habido tan poco argumento y mucho desprecio”.
La convicción de vivir en un mundo bueno
Si hay otra gran cualidad que distingue la vida de Chesterton, esa sería sin duda su optimismo, pero no una simple alegría al actuar, sino una profunda convicción de que el mundo es fundamentalmente bueno.
Este es un atributo importante. Santa Teresa de Avila pidió a Dios no dejarse abrumar por la tristeza y basta mirar alrededor para ver que hay mucho pesimismo en estos días, lo que causa ansiedad y negatividad en la vida de las personas. A veces pienso que el Papa Francisco tiene la única cara alegre en el Vaticano. La despoblación ha superado a la superpoblación como un escenario de pesadilla a futuro, junto a los siempre presentes temores sobre el cambio climático; está también la caída en el oeste de la fe cristiana, la capacidad infalible de la nuevas tecnologías y comunicaciones para tentarnos a la bajeza moral y así sucesivamente.
Chesterton hubiera entendido todo esto -y de hecho pronosticó algunos de los factores que han provocado el caos moral del mundo occidental. Pero su visión casi mística del poder del amor divino para transformar el mundo le salvó de la tentación del pesimismo. De hecho Chesterton tomó el nombre de San Francisco de Asís como su santo de confirmación, reconociendo “un asceta que ayunó e hizo la penitencia no porque odiaba el mundo, sino porque lo amaba”.
Chesterton era un genio -que no es una exigencia para la santidad- un profeta y un hombre de gran corazón, grande de espíritu. Sin embargo Christopher Howse de “The Telegraph” analizó lo que podría ser un impedimento para su causa: “Muchos pueden mencionar el tema de la dependencia de Chesterton en su esposa (que se dio en un determinado episodio de su vida), que aparentemente tuvo un elemento de auto-infantilización que al momento de juzgar la historia podría resultar injusto para ella. Una vez más, esto no debe excluir a Chesterton del cielo. Pero aunque los santos tienen sus defectos -que no han de ser imitados- al canonizar a Chesterton se arriesgaría que sus defectos sean imitados por error”.
La respuesta a esto es que Chesterton es inimitable. Nadie va a copiar su vida matrimonial. Probablemente hay un montón de cónyuges perezosos y egoístas (de ambos sexos), pero Chesterton no está en esa categoría. ¿Quién puede saber realmente la dinámica de su matrimonio con Frances (su esposa)? En mi opinión, presentan un modelo de una pareja casada devota, sacrificando mutuamente sus propios intereses para el amor del otro.
Lejos de una “auto-infantilización”, se podría argumentar que debido a que no tuvieron hijos -un gran dolor para los dos- Chesterton permitió a su esposa ejercer sus dotes maternales con él, sabiendo que esto le trajo un poco de consuelo. Tal vez estaba gordo porque a Frances le encantaba darle de comer y él no quería negarle ese placer. Santo Tomás de Aquino, de quien Chesterton escribió con extraordinaria perspicacia, era también muy grande (“obeso” sería la palabra que se usa hoy en día para describir su índice de masa corporal). Distraído como su biógrafo, simplemente comía lo que se pone delante de él, con la obediencia y docilidad de un infante.
Sería una excelente noticia ver a Chesterton canonizado y no solamente porque podría ser el nuevo patrón de los periodistas. Su estatua podía ser erigida en Fleet Street como un recordatorio de que la genuina ocupación del periodista sigue siendo una profesión digna de un santo, en conjunto con la creencia y amor cristiano hacia el mundo. De hecho, todo sobre Chesterton es subversivo y políticamente incorrecto: sus dimensiones, su fe, su gusto por la vida, su negativa a conformarse y su vigorosa independencia de criterio. Lo que es un excelente modelo a seguir para los periodistas.
Datos biográficos de Gilbert Keith Chesterton
Nació en Londres en 1874, en el seno de una familia de clase media. Según recuerda en su Autobiografía, el fin de la escuela secundaria y la consiguiente dispersión de los amigos lo introdujeron en un tiempo lleno de “dudas, morbos y tentaciones”. En medio de un ambiente ateo, era él “un completo agnóstico”. Por ese entonces se acercó al ocultismo, participó en reuniones para “iniciados” y centró su atención en la literatura espiritista y teosófica, mientras cursaba en el University College de Londres dibujo, pintura, literatura, francés y latín.
En 1895 dejó la Universidad sin haber terminado sus estudios y comenzó a trabajar en Londres para los editores Redway y Fisher Unwin. Inició su carrera literaria redactando artículos sobre arte y política para periódicos. En el año 1900 publicó su primer libro: la colección de poemas Greybeards at play. A éste lo siguieron las biografías de Robert Browning (1903) y Charles Dickens (1906); y las novelas El Napoleón de Notting Hill (1904), que critica al mundo mecanizado moderno destacando las virtudes de épocas anteriores, y El hombre que fue jueves (1908), que denuncia la decadencia cultural de finales del siglo XIX.
Con el paso del tiempo, Chesterton fue alejándose del ocultismo y renovó su fe cristiana (por entonces anglicana). En el año 1900 conoció al joven historiador Hilaire Belloc, con el que fundaría un diario para exponer sus ideas. En 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, una joven y bella cristiana practicante, a quien conoció durante el otoño de 1896 y de quien se enamoró a primera vista.
En 1907 conoció al padre O’Connor, un sacerdote católico que igualaba a Chesterton en inteligencia y simpatía. Se sorprendió al comprobar que éste había sondeado los abismos del mal con mucha mayor profundidad que él: “Que la Iglesia Católica estuviera más enterada del bien que yo, era fácil de creer. Que estuviera más enterada del mal, me parecía increíble. El padre O’Connor conocía los horrores del mundo y no se escandalizaba, pues su pertenencia a la Iglesia Católica le hacía depositario de un gran tesoro: la misericordia”. En la figura del padre O’Connor se inspiraría Chesterton para crear al Padre Brown, el personaje principal de una exquisita serie de cuentos policiales cuya recopilación más famosa se titula El candor del Padre Brown.
En 1908 publicó Ortodoxia, una apasionada defensa de la visión cristiana de la vida. Al año siguiente dejó Londres para radicarse junto a su esposa en Beaconsfield, localidad ubicada 40 kilómetros al oeste de la capital inglesa. Y un año después publicó la novela La esfera y la cruz.
Durante la Segunda Guerra Mundial murió su único y amado hermano Cecil. Terminada la Guerra, Chesterton lideró el movimiento Distributista, que propiciaba la división de la propiedad en partes pequeñas y su distribución pareja entre todas las personas.
En 1922 dejó la iglesia anglicana para unirse a la católica. Al año siguiente publicó una biografía de San Francisco de Asís y, en 1925, El hombre eterno, que presenta la concepción cristiana de la historia. A pedido de los editores de la biografía de San Francisco, escribió diez años después una biografía de Santo Tomás de Aquino: “el mejor libro que se ha escrito jamás sobre santo Tomás”, según palabras de Étienne Gilson.
Habiendo publicado en vida cerca de cien libros, murió el 14 de junio de 1936 en su casa de Beaconsfield. Notificado de su muerte, el papa Pío XI le otorgó el título de Defensor Fidei. Y el filósofo rumano Mircea Eliade, a los pocos días del deceso, dijo: “La literatura inglesa ha perdido al ensayista contemporáneo más importante, y el mundo cristiano a uno de sus más preciosos apologistas. Inglaterra está más triste y confusa después de la desaparición de G.K Chesterton”.
A lo largo de su vida fue distinguido por diferentes instituciones: recibió grados “honoris causa” de las universidades de Edimburgo, Dublín y Notre Dame, y fue hecho Caballero de la Orden de San Gregorio el Grande.
Más información sobre la vida de G.K. Chesterton aquí.
El Padre Brown, un detective con sotana
Su personaje más famoso es protagonista de unas cincuenta historias cortas recopiladas posteriormente en cinco libros. El Padre Brown es un cura católico de apariencia ingenua cuya agudeza psicológica lo convierte en un formidable detective. De aspecto rechoncho, va acompañado de un enorme paraguas y suele resolver los crímenes más enigmáticos, atroces e inexplicables gracias a su conocimiento de la naturaleza humana antes que por el razonamiento lógico.
Hizo su primera aparición en la famosa historia La Cruz azul y continuó a lo largo de cinco volúmenes de historias cortas. A menudo es ayudado por el criminal reformado Flambeau y a diferencia de su más famoso contemporáneo, Sherlock Holmes, los métodos del Padre Brown tienden a ser más intuitivos que deductivos.
El Padre Brown fue el vehículo perfecto para hacer converger el punto de vista de Chesterton con el de su personaje. Se trata, tal vez, del personaje más cercano al pensamiento del propio Chesterton o, al menos, es el reflejo de ese punto de vista. El Padre Brown resuelve sus crímenes mediante un riguroso proceso de razonamiento, más relacionado con las verdades filosóficas y espirituales que con los detalles científicos.
Frases célebres
- “Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en todo”
- “La Iglesia nos pide que al entrar en un templo nos quitemos el sombrero, no la cabeza”
- “La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas”
- “Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?”
- “El Cristianismo, no sólo es capaz de inferir las verdades lógicas, sino qué, cuando sobreviene el absurdo, sabe acertar -digámoslo así- las verdades ilógicas”
- “El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo”
- “No hay cínicos, no hay materialistas. Todo hombre es un idealista, sólo que sucede con demasiada frecuencia que tiene un ideal equivocado”
- “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”
- “Quienes hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen”
- “Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción”
- “El periodismo consiste esencialmente en decir ‘Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo”
- “Las vidas de los ricos son en el fondo tan aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos pueden escoger lo que ha de sucederles. Están aburridos porque son omnipotentes… La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos”
Fuentes:
– “Chesterton’s Cause has not yet been officially opened” (Catholic Herald)
Efectivamente, el ser humano, generalmente, tiene sed de algo más. Y por eso, si no cree en Dios, lo suele sustituir por otras creencias, ya sea una ideología, un equipo de fútbol, una Patria…Un gran escritor, Chesterton.