Cónclave 2.0: Diez razones principales que lo hacen único
4.00 p m| 28 feb 13 (NCR/BV).- Si empezamos la cuenta en 1295, cuando el Papa Bonifacio VIII pidió por primera vez a los Cardenales elegir un Papa en una habitación bajo llave, la inminente edición 2013 será el cónclave número 75 en la historia de la Iglesia católica. También podemos decir que ya hemos visto esto antes, la última vez hace ocho años.
En muchos sentidos, el cónclave del 2013 parece idéntico a los anteriores: la misma procesión a la Capilla Sixtina, el mismo humo negro y blanco, el mismo “Habemus Papam”. Sin embargo a pesar de los ecos del pasado, hay varias características únicas de este cónclave que alteran el entorno y, tal vez, sugiere un proceso más largo y complicado.
1. Renunció, no murió
La diferencia más obvia es que, por primera vez en 600 años, los cardenales elegirán un Papa tras una renuncia en lugar de la muerte. Procedimiento, que con ese “detalle” no cambia nada, es la misma sede vacante, las mismas reglas para cada ronda de votación (conocido como “escrutinio”), y así sucesivamente. Psicológicamente, sin embargo, la diferencia es enorme.
Cuando un líder importante del mundo muere, por no hablar de un Papa, es usual una buena cantidad de homenajes y flujos de pena y afecto. Simple decencia humana implica no hablar mal de los muertos, sobre todo cuando la pérdida está todavía fresca. Como resultado, es más difícil para los cardenales criticar al papado que acaba de terminar, tanto en público, y en ocasiones incluso entre ellos mismos.
Al separar el final de su papado de el final de su vida, Benedicto XVI ha quitado ese peso de encima a los Cardenales, lo que les permite manifestar tanto las fortalezas de este pontificado, como también sus debilidades. Eso puede ayudar a llegar a una evaluación más equilibrada, pero también podría complicar las deliberaciones y hacer que sea más difícil identificar a los candidatos.
La otra gran consecuencia es que no hay Misa funeral, lo que significa que no hay oportunidad para que uno de los Cardenales se luzca con una homilía memorable en homenaje del fallecido Papa. La última vez, muchos cardenales citaron el rendimiento de Joseph Ratzinger en la liturgia funeral de Juan Pablo II, y más ampliamente su liderazgo durante el interregno, como un factor decisivo en la consolidación de apoyo hacia él por parte del Colegio de Cardenales.
2. Sin claro favorito
A pesar de lo que usted haya podido leer, la elección de Joseph Ratzinger en 2005 no estaba definida cuando entraron en la Capilla Sixtina para comenzar la votación. Luego los Cardenales insistieron en que todavía estaban considerando varios nombres, y algunos me dijeron después que en realidad no habían tomado una decisión cuando el cónclave comenzó.
Por otro lado, todos ellos reportaron que la mayoría sabía que Ratzinger sería un candidato fuerte, y las deliberaciones antes del cónclave tenían un foco evidente. Ellos sabían que tenían que decidir si apoyarían al zar doctrinal de Juan Pablo o no, porque era bastante notorio el apoyo del que gozaba Ratzinger.
Por consenso, no existe tal punto de referencia o claro favorito en esta ocasión. Hay un número de candidatos que parecen plausibles, pero nadie que se eleva sobre el resto. Como resultado, las discusiones pre-cónclave no van necesariamente por la misma tendencia y puede tomar más tiempo para construir consenso.
3. El factor sorpresa
Con su renuncia, el Papa ha propiciado un shock masivo en el sistema, rompiendo con lo que había sido una especie de convicción cuasi-dogmática en algunos sectores que, aunque técnicamente un Papa podría renunciar, en realidad no debería. Como dice el dicho, “No se puede renunciar a la paternidad”.
Después de haber recibido tremenda sorpresa, tal vez los Cardenales están más abiertos a posibilidades. Por ejemplo, se podría buscar fuera del Colegio de Cardenales para el próximo Papa (La última vez que ocurrió fue 1378, apenas 50 años antes de la última renuncia de un Papa). En este clima, cualquier escenario inusual parece un poco más pensable.
4. Los veteranos
En abril del 2005, sólo habían dos cardenales que participaron alguna vez en un cónclave, Ratzinger y William Baum de los Estados Unidos, mientras que en esta ocasión hay 50 veteranos.
Ese contraste podría suponer dos caminos: o bien significa que los cardenales están mejor organizados debido a que más de ellos saben lo que se necesita, o puede ocurrir que las votaciones serán más prolongadas y sin una clara mayoría, porque menos cardenales están dispuestos a jugar “seguir al líder”.
5. El lapso de tiempo
En el 2005, 16 días pasaron entre la muerte de Juan Pablo II el 2 de abril y el inicio del cónclave el 18 de abril. Por supuesto, estaba claro que Juan Pablo tenía la salud desmejorada desde mucho antes, pero teniendo en cuenta cuántas veces había pasado por sustos en lo que respecta a su salud y como de alguna manera siempre se había recuperado, muchos cardenales no pensaron en la transición hasta que murió. La mayoría de ellos no estaba en Roma cuando el Papa falleció, por lo que algunos de esos 16 días se pasaron mientras viajaban.
Esta vez, sin embargo, el anuncio de Benedicto XVI se produjo el 11 de febrero es decir, desde ese día los cardenales ya están pensando sobre lo que va a pasar en adelante. Prácticamente todos ellos están planeando estar en Roma para la audiencia final del Papa el 27 de febrero y su despedida el 28 de febrero. Al escribir estas líneas, la fecha exacta para el inicio del cónclave no está definida todavía. La primera fecha realista, será probablemente el 9 o 10 de marzo.
La conclusión es que los cardenales tienen mucho más tiempo que en el 2005 para prepararse y reflexionar sobre los distintos candidatos, y de consultar entre ellos para ver quién parece tener apoyo. Una vez más, eso podría significar un proceso más ágil, como alternativa, podría significar también un cónclave más prolongado, al organizarse con más tiempos los distintos bloques y los medios de comunicación tienen más tiempo para profundizar en los antecedentes de los candidatos, generando muchas preguntas y debates que podrían producir en los votantes la necesidad de una reflexión mayor antes de decidir su voto.
6. El efecto del escándalo
La crisis del abuso sexual infantil se había fijado ya como un tema clave para los estadounidenses en el 2005, pero en realidad recién erupcionó totalmente en Europa en el 2010. En el mismo periodo de tiempo, el Vaticano también fue golpeado con otros episodios vergonzosos, como el escándalo Vatileaks y las constantes denuncias de corrupción financiera. En ese contexto, es probable que una mayoría de los cardenales estén preocupados de que el nuevo Papa llegue con las “manos limpias”.
En la práctica, esto puede resultar negativo, como una carga, en lugar de ser beneficioso, al dudar de cualquier candidato públicamente vinculado a algún tipo de escándalo. En los días antes del cónclave, algunos cardenales sienten que no tienen tiempo para separar la verdad de las falsedades, y lo usual es que decidan que lo más seguro es dejar al margen cualquier candidato en el que recaiga siquiera una sospecha.
Como un cardenal me comentó hace algunos días con respecto a un destacado cardenal compañero que ha sido identificado por la prensa italiana con participación en manejos financieros supuestamente sombríos: “Yo no sé lo que realmente pasó, pero ahora mismo parece un riesgo demasiado grande”.
7. Ningún beneficio para los “pesos pesados”
Las figuras más importantes durante una sede vacante suelen ser el decano del Colegio Cardenalicio, que preside sus reuniones y dirige todas las funciones públicas, y el Camarlengo, quien tiene a su cargo asuntos de la Iglesia del día a día que no pueden esperar al próximo Papa. Cuando esos puestos están ocupados por los grandes candidatos para el papado, puede resultar un factor favorable para ellos. Como se ha mencionado, la trascendencia de Ratzinger como decano en el cónclave anterior es citado a menudo como un factor importante en su elección.
Esta vez, sin embargo, ninguno de ellos es realmente considerado un serio contendiente. El cardenal Angelo Sodano, decano, tiene 85 años, y posiblemente contaminado por el recuerdo de su enérgica defensa al difunto Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, el cual más tarde fue encontrado culpable de una amplia red de abuso sexual y mala conducta.
El camarlengo, el cardenal italiano Tarcisio Bertone, no está muy bien visto por varios cardenales, después de las graves fallas de gestión durante el papado de Benedicto XVI. Como resultado, estas dos funciones no llevan incorporado un beneficio político en esta ocasión, lo que sugiere, una vez más, un campo más amplio de apertura y sin duda más complicado.
8. Dos tercios de los votos
Cuando Juan Pablo II publicó sus reglas para el cónclave en 1996 con el documento Universi Dominici gregis, incluyó una disposición que permite a los cardenales elegir al Papa por mayoría simple en lugar de los tradicionales dos tercios del total, si se estancaban después de aproximadamente treinta votaciones, es decir, más o menos siete días.
Sin embargo en el cónclave del 2005 no se estuvo ni cerca de llegar a este escenario, ya que eligieron a Benedicto XVI en sólo cuatro votaciones. Sin embargo, después algunos cardenales dijeron que todos veían venir el resultado con anticipación, ya que una vez que Ratzinger pasó el umbral del 50% de los votos ya era segura su victoria, considerando que si se llegaba a las treinta votaciones no tendría problemas en conseguir la mayoría simple.
En 2007, Benedicto XVI emitió una enmienda al documento de Juan Pablo II, lo que elimina la posibilidad de elección por mayoría simple. En esta ocasión, los cardenales saben que quien sea elegido tiene que conseguir el apoyo de dos tercios de los votos de todas maneras, lo que significa que están menos inclinados a dejarse llevar si alguien está cerca de obtener la mitad de los votos.
9. Ejercicios espirituales
Al renunciar justo antes del comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI ha querido establecer un tono penitencial para el cónclave, invitando a los cardenales a la sobriedad espiritual y un examen de conciencia. Al mismo tiempo también entregó una gran responsabilidad para un posible sucesor: el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, quien está a cargo del retiro cuaresmal anual del Vaticano.
Este escenario es posible solamente cuando renuncia el Papa. Los ejercicios espirituales de Cuaresma se realizan para el Papa y la Curia Romana, y si el Papa ha muerto, obviamente no estaría tomando parte, y los más altos funcionarios de la curia pierden sus puestos en una sede vacante.
Ravasi está ofreciendo tres reflexiones cada día, a partir de su experiencia como estudioso de la Biblia y un hombre de profunda erudición. Un cardenal que tomó parte de los ejercicios me comentó que el desempeño de Ravasi fue “muy impresionante”.
Este veterano cardenal de la Curia agregó que, sin embargo, no se conoce mucho acerca de Ravasi de otra manera – una declaración un tanto sorprendente, dado que Ravasi ha trabajado en el Vaticano desde el 2007. Se entiende que es un personaje de perfil bajo, si bien está en el Vaticano, no parece, y está más centrado en la participación en el mundo del arte, la ciencia y la cultura que en la construcción de imperios eclesiásticos.
Esa reputación podría ayudar a Ravasi en el sentido de que es cualquier cosa menos un intrigante, y desde luego no lleva equipaje público vinculado a ninguno de los recientes escándalos del Vaticano. Sin embargo, algunos pueden preguntarse si sería otro Papa más interesado en asuntos de la mente que en guiar y liderar a la Iglesia.
10. Redes sociales
Este será el primer cónclave que se desarrolle plena y verdaderamente en la era de las redes sociales digitales, en medio de Twitter, Facebook y todas las otras herramientas de nuevos medios de comunicación que hay. Noticias y comentarios se mueven mucho más rápido, y a través de muchos más canales que incluso el cónclave anterior, que no fue hace tantos años (2005).
No todos los cardenales pasan su tiempo libre actualizando su estado en Facebook y enviando tweets, por supuesto, pero ellos y la gente que los sigue están atentos a lo que se dice del Papa y los candidatos al papado durante este período.
Además, las redes sociales crean un nuevo escenario para que todos los que deseen participen más de cerca del proceso. Aunque obviamente no participan de la votación si hay gente siguiendo las noticias todos los días previos al cónclave. Activistas, expertos, personas con conocimientos teológicos, políticos y litúrgicos están tomando las redes y la blogósfera con fuerza, lo que ayuda a fijar el tono y la forma del contenido del debate público.
Artículo de John Allen Jr. publicado en “National Catholic Reporter”