La sintonía entre el Papa Benedicto y el Metropolita Aleksandr de Moscú
El Santo Sínodo es la suprema autoridad de la Iglesia ortodoxa rusa. Estaba compuesto hasta hace pocas semanas por doce miembros: siete permanentes y cinco temporales que permanecen en el cargo no más de un año.
Con Aleksandr, ahora son ocho los miembros permanentes del Santo Sínodo, signo de que su nombramiento ha sido tan fuertemente querido que ha motivado una modificación de los cánones, que será pronto ratificada.
En Asís, el 27 de octubre, entre los diez delegados del patriarcado de Moscú habían tres obispos. Entre ellos había otro miembro permanente del Santo Sínodo, el metropolita y exarca patriarcal Filarete de Minsk y de Bielorrusia, gran sostenedor del diálogo con la Iglesia católica y próximo anfitrión en su ciudad de una conferencia sobre las relaciones entre ortodoxia y catolicismo, del 13 al 15 de noviembre.
Pero no obstante la autoridad y el prestigio de Filarete, en Asís el rol del jefe de la delegación de los ortodoxos rusos lo ha llevado a cabo efectivamente Aleksandr, que es mucho más joven que él.
En la ceremonia de la tarde, frente a la basílica donde está sepultado san Francisco, fue Aleksandr quien tomó la palabra. Y anteriormente, en el almuerzo “frugal”, fue él quien se sentó a la mesa de Benedicto XVI.
Al día siguiente, 28 de octubre, en el Vaticano, en el almuerzo de gala ofrecido por el cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone a los trescientos huéspedes del encuentro de Asís, fue también Aleksandr quien se sentó en la cabecera de la mesa, a la derecha de Bertone y del patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I.
En el Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa, el Metropolita Aleksandr marca un paso generacional. Otros miembros permanentes como el patriarca de Moscú Kirill, el Metropolita Vladimir de Kiev, Vladimir de San Petersburgo, Filarete de Minsk, Juvenaly de Krutitsy y Kolomna, están todos por encima de los 75 años.
A la misma generación de Aleksandr pertenece también la otra estrella joven de la ortodoxia rusa, el Metropolita Hilarión de Volokolamsk, presidente del departamento de las relaciones exteriores del patriarcado.
El 27 de octubre Hilarión no estaba en Asís, sino en Suiza, en la universidad católica de Friburgo, en la facultad teológica donde estudió, donde es profesor honorario y donde ha enviado para el doctorado a su más estrecho colaborador, el archidiácono Ioann Kopeikin.
La universidad de Friburgo ha sido el cenáculo de formación de teólogos y líderes de primer plano de la jerarquía católica, muy cercanos al Papa Joseph Ratzinger: desde el actual arzobispo de Milán, cardenal Angelo Scola, al nuevo obispo de Lausana, Ginebra y Friburgo, Charles Morerod, nombrado para ese territorio el pasado 3 de noviembre.
Al inicio de octubre, en la primera asamblea de la sesión invernal del sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa, el Metropolita Hilarión fue puesto también como jefe de la comisión sinodal bíblica y teológica, en el puesto de Filarete de Minsk: en un rol análogo al que tuvo Ratzinger durante el pontificado de Juan Pablo II.
Y poco antes de este nombramiento, el 29 de setiembre, Hilarión tuvo una reunión en Castel Gandolfo con Benedicto XVI: no fue el primero ni tampoco el último de una relación cada vez más intensa entre los dos, hecha también de amistad. El día anterior y el siguiente Hilarión se encontró también con los cardenales Kurt Koch, Tarcisio Bertone, Gianfranco Ravasi y Angelo Scola.
Finalmente, como ulterior prueba del creciente acercamiento entre las dos Iglesias, el patriarca Kirill se ha reunido, el pasado 1º de noviembre, con el arzobispo católico de Moscú, Paolo Pezzi.
Comentando el encuentro, el primero nunca antes ocurrido entre los dos, Pezzi ha reconocido a Kirill el mérito de haber hecho aceptar “positivamente” a los obispos ortodoxos en las diferentes regiones de Rusia, la presencia de los católicos, “que ya no son considerados como extranjeros”.
Y el patriarca de Moscú ha mencionado que considera “superadas” las tensiones de los años noventa, cuando la presencia católica era juzgada en Rusia como agresiva: “Hoy ortodoxos y católicos trabajan juntos y han formado un frente común para la defensa de los valores cristianos en la sociedad moderna”.
Imagen: Metropolita Aleksandr de Astana y de Kazajstán