Biodiversidad y compromiso cristiano con el medio ambiente

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4.00 p m| MADRID, 03 jun. 10 (VIDA NUEVA/BV).- La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró este 2010 Año Internacional de la Diversidad Biológica. Casi nadie ignora ya los peligros que entraña para la Naturaleza la pérdida de especies, y la amenaza que ello supone para la vida, pero ¿cómo sensibilizarnos ante esta realidad? En el Día Mundial de la Biodiversidad, el doctor en Teología Moral y especialista en Bioética, José Ramón Amor, escribe y propone reflexionar sobre una cuestión acuciante, cuya solución reclama liderazgo, compromiso y participación ciudadana, muy especialmente también por parte de los cristianos, porque el cuidado de la Creación apela a la ecología, la economía, la ética … y la espiritualidad.
Aquí un extracto del artículo:

LA ECOLOGÍA NO ES UNA MODA

Ni un esnobismo, habría que añadir.No se trata tampoco de una cuestión romántica, estética o simplemente supererogatoria. Es, más bien, un urgente imperativo moral.

El cristianismo no sólo no tiene inconveniente en admitir el valor de la naturaleza, sino que encuentra en sus mismas fuentes el estímulo para tal valoración y respeto. Para la Biblia, la creación entera es una especie de gran sacramento que refleja la mano amorosa de Dios. A pesar de tantas tentaciones de maniqueísmos y dualismos, la convicción de la bondad de la creación cruza toda la historia de la teología. Impresiona saber que ya en la Edad Media los Cistercienses regularon la tala de árboles y la regeneración
de los bosques.

¿QUÉ ES LA BIODIVERSIDAD?

La diversidad biológica, o biodiversidad, es un término utilizado para describir las formas de vida que existen en la Tierra y que son el legado de miles de millones de años de evolución. La biodiversidad abarca, por tanto, la enorme variedad de formas mediante las que se organiza la vida. Incluye todas y cada una de las especies que cohabitan con nosotros en el planeta,sean animales, plantas, virus o bacterias, los espacios o ecosistemas de los que forman parte y los genes que hacen a cada especie, y dentro de ellas a cada individuo, diferente del resto.

¿POR QUÉ HAY QUE PREOCUPARSE POR LA BIODIVERSIDAD?

Porque la estamos perdiendo, así de simple. Y eso nos perjudicará muy gravemente. En los últimos 50 años se han
producido cambios en la diversidad biológica causados por las actividades humanas con más rapidez que en cualquier otro momento de la historia de la Humanidad. En la práctica, actualmente somos responsables del sexto período de extinción más importante de la historia de la Tierra y el mayor desde que desaparecieron los dinosaurios hace 65 millones de años.

Con la alteración de las funciones de los ecosistemas, la pérdida de diversidad biológica hace que los ecosistemas sean más vulnerables a las sacudidas y las perturbaciones, pierdan su capacidad de recuperación y tengan menos posibilidad de prestar a los seres humanos los servicios necesarios. En América Latina se usa el Jacarandá caucana contra la leucemia. La corteza de sauce se usó durante milenios como analgésico, debido a su contenido en ácido salicílico (su fórmula fue copiada por Bayer para dar lugar a la aspirina). Por esta razón, la llamada biocultura indígena es de vital trascendencia. En el caso de las plantas medicinales, tan importante como la salvaguardia del material vegetal es el rescate de la información sobre sus propiedades.

RAZONES PARA LA ESPERANZA (Y PARA LA ACCIÓN)

La pérdida acelerada de diversidad biológica y la creciente industria biotecnológica influirán en
todos los ámbitos de nuestras vidas y nos obligarán a repensar cuáles son nuestros valores éticos reales. A pesar de todo, no cabe olvidar que la esperanza es una de las condiciones básicas de la existencia humana.

Como planteamiento general, la conservación de la biodiversidad es imprescindible, la introducción de especies en ecosistemas ajenos ha producido también la desaparición de muchas especies. La destrucción de la selva tropical es la mayor amenaza a la biodiversidad.

Por su parte, los ciudadanos somos parte importante en este proceso, puesto que la sensibilización por el deterioro del medio ambiente nos debe llevar a tomar acciones ecológicas en nuestra vida cotidiana. Reducir, reutilizar y reciclar, evitar comprar productos que contengan sustancias nocivas para el medio ambiente o que se hayan obtenido o creado de manera anti-ecológica, o hacer un consumo energético racional son algunos de los consejos ecologistas básicos que deberían estar en nuestras mentes para conservar la biodiversidad y, en definitiva, para conservar nuestro presente y futuro.

DE LA CRISIS ECOLÓGICA A LA ESPIRITUALIDAD

Reunir esas tres “E” (ecología, economía y ética) es el holismo final y el gran reto para el futuro deben ser completadas: debemos incluir una cuarta “E”, la de espiritualidad. Hace falta integrar la Naturaleza y la preocupación por las cuestiones ecológicas –entre ellas, sin duda, la pérdida de biodiversidad– en nuestra espiritualidad. “Lo que necesitamos por encima de todo es recuperar el amor y la empatía por la Naturaleza que perdimos cuando nos enamoramos de la vida
urbana.”

No deberíamos dejar pasar la oportunidad de este Año Internacional de la Biodiversidad para mostrar nuestro compromiso con el medio ambiente y mostrar de este modo, una vez más, que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”

Para leer el artículo completo. Click aquí.

Imagen: fotos pucp

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