Creo que es bastante pertinente pensar en el cocinar como una suerte de alquimia. Todos hemos probado la mayonesa, conocemos el sabor de la sal y la pimienta así como el fuerte sabor del ajo. Ni que decir del pollo que debe ser la carne blanca más consumida en nuestro país.
Pero en diversas proporciones y bajo la magia de un buen horno puede surgir nuevos sabores. Aquí la receta de ayer.
En un bol mezclar mayonesa, sal, pimienta negra -de preferencia recién molida porque su sabor es más intenso y natural. Añadir queso parmesano. La receta sugiere ajo en polvo pero aquí cabe espacio para hacer de una receta cualquiera algo personal. Pienso que la paprika, para quienes busquen un picante exótico al paladar limeño, o el perejil picado con maestría, para quien quiera recurrir a un sabor más cercano a nosotros, pueden ser buenos complementos. Otras especies podrían entrar en esta magia. Es tu elección.
Yo me tomé algunas. La receta sugiere servir con arroz blanco. Yo en cambio lo serví en un pan crocante, calentado en el horno para tener la sensación de haber sido recién hecho. Además, la receta pide engrasar un molde y nada más. Yo lo hice con aceite de oliva y añadí una cama de champiñones.
Después de cubrir las pechugas de pollo en la salsa de mayonesa, hay que acostar las pechugas en el molde y meterlas en el horno a 190° por 45 minutos. La paciencia es un requisito en la cocina.
A los 10 minutos ya se puede oler la magia. A los 30 sugiero darle una mirada al horno. Si la dosis de parmesano es ideal, y si has tenido la idea de añadir una generosa dosis hasta formar una capa superior, podrás esperar una corteza crujiente y deliciosa.
Unas rodajas de tomate para complementar el sánguche y un café recién hecho fue mi cierre.
No presento fotos porque no me alcanza la maldad.
Buen viernes!