Ya pasaron varios días desde que se anunció que Ollanta Humala y Keiko Fujimori eran los candidatos que disputarían en segunda vuelta el sillón presidencial, lo que generó el pavor del 47% del electorado que no voto por alguno de estos candidatos.
Este miedo es claro y se ha manifestado de diversas formas: durante la semana siguiente la Bolsa de Valores de Lima mostró un importante descenso en sus indicadores bursátiles lo que nos llevó a pensar en una suerte de pánico financiero mientras que Vargas Llosa, al referirse al panorama electoral, dijo que el Perú se debatía entre el milagro y el desastre. Casi una sentencia apocalíptica.
Pero este miedo, dentro de la lectura que hicimos la semana pasada, se remonta mucho tiempo atrás incluso antes del inicio de la campaña y nos recuerda que solo se teme lo desconocido.
Y en este país pareciera que todos nos desconocemos.
(Es curioso pero en una reciente clase que asistía donde se discutía acerca los planteamientos de Bion sobre el funcionamiento grupal se intentó hacer una reflexión de estos aportes a nuestro contexto pero tal fue la dificultad de concebirnos/imaginarnos como un grupo que fue necesario apuntar a la discusión de si podemos ser o no un grupo)
No pasó mucho tiempo y en alguna de las redes sociales incluso se planteó la absurda posibilidad de promover un voto blanco/viciado para forzar la anulación de estas elecciones. Una suerte de, como diría un buen amigo, “llevarse la pelota”. Desconocer la realidad –que solo Ollanta Humala reúna el 33% necesario para hacer válida estas elecciones- y refugiarse en esta fantasía ronda con lo psicótico.
Tampoco debiera sorprendernos si es que la campaña empieza a explotar ese factor, como efectivamente parece ir sucediendo con las propuestas de Humala para el manejo de los fondos de pensiones y con el regreso de la dictadura por parte del entorno de Fujimori. Para bien o para mal pareciera que los candidatos han empezado a darse cuenta que de ese pie pueden cojear frente a ese 22% de electores que, en este nuevo escenario, todavía no deciden su voto o prefieren viciarlo. De hecho, tanto Ollanta como Keiko han retomado sus campañas con visitas a los 3 candidatos de derecha y mostrándose más de centro que de izquierda o derecha.
De ellos 3 me referiré en otra ocasión.
Este miedo es claro y se ha manifestado de diversas formas: durante la semana siguiente la Bolsa de Valores de Lima mostró un importante descenso en sus indicadores bursátiles lo que nos llevó a pensar en una suerte de pánico financiero mientras que Vargas Llosa, al referirse al panorama electoral, dijo que el Perú se debatía entre el milagro y el desastre. Casi una sentencia apocalíptica.
Pero este miedo, dentro de la lectura que hicimos la semana pasada, se remonta mucho tiempo atrás incluso antes del inicio de la campaña y nos recuerda que solo se teme lo desconocido.
Y en este país pareciera que todos nos desconocemos.
(Es curioso pero en una reciente clase que asistía donde se discutía acerca los planteamientos de Bion sobre el funcionamiento grupal se intentó hacer una reflexión de estos aportes a nuestro contexto pero tal fue la dificultad de concebirnos/imaginarnos como un grupo que fue necesario apuntar a la discusión de si podemos ser o no un grupo)
No pasó mucho tiempo y en alguna de las redes sociales incluso se planteó la absurda posibilidad de promover un voto blanco/viciado para forzar la anulación de estas elecciones. Una suerte de, como diría un buen amigo, “llevarse la pelota”. Desconocer la realidad –que solo Ollanta Humala reúna el 33% necesario para hacer válida estas elecciones- y refugiarse en esta fantasía ronda con lo psicótico.
Tampoco debiera sorprendernos si es que la campaña empieza a explotar ese factor, como efectivamente parece ir sucediendo con las propuestas de Humala para el manejo de los fondos de pensiones y con el regreso de la dictadura por parte del entorno de Fujimori. Para bien o para mal pareciera que los candidatos han empezado a darse cuenta que de ese pie pueden cojear frente a ese 22% de electores que, en este nuevo escenario, todavía no deciden su voto o prefieren viciarlo. De hecho, tanto Ollanta como Keiko han retomado sus campañas con visitas a los 3 candidatos de derecha y mostrándose más de centro que de izquierda o derecha.
De ellos 3 me referiré en otra ocasión.