¿Qué me falta para ser un workaholic?

Aunque la definición no es clara, un workaholic es casi un paria que solo trabaja. Incluso si no usas la palabreja esa tiene una connotación negativa, de enfermedad. Daré un ejemplo.

Mi amiga M. –que seguramente se molestará cuando se reconozca en este post- siempre me dice que debería salir a la playa, o a discotecas, o a tomar los fines de semana. Yo me mato explicándole que en mi trabajo (en mis trabajos) hay cosas que tengo que preparar con anticipación y que el único momento que tengo para hacerlo es el fin de semana. Como soy tan amigo de la bulla y el baile, casi siempre lo hago un sábado por la noche.
Para mi amiga M. eso es casi un pecado. Ella se molesta, me reprocha, me conmina y casi me grita que también trabaja y se estresa tanto o más que yo y; sin embargo, desde el mediodía del jueves su cabeza se divide entre la chamba y la discoteca, las chelas y las canciones que bailará ese fin de semana.
No es que yo no piense en otra cosa que no sea el trabajo –y dejo esta frase al análisis de mi inconsciente- pero lo que sí es cierto es que mi ímpetu por divertirme es significativamente menor que mi ímpetu por trabajar.
Si soy o no soy un workaholic no está del todo claro pero coqueteo con esta condición desde hace unos. El 2008, cuando “solo” atendía pacientes sobrepasé la insana cantidad de 10 pacientes por semana: algo que no sé si hasta los dinosaurios del Psicoanálisis pudieran hacer sin apelar a la omnipotencia. El 2009 estuve haciendo labores de psicopedagogía en un colegio y una universidad, haciendo algunos talleres, atendiendo pacientes y, solo para cambiar de aires, apoyando un proyecto fuera de Lima. Este año solo me quedo con el colegio y la universidad, una maestría y un diplomado internacional. Creo que con eso me basta.
De hecho, como toda buena patología, es más fácil reconocerla en otro que en uno mismo. Para ello esbozaré la historia de Ernesto, de quien no me preocupa que se reconozca en este blog porque: a) no es económicamente rentable revisar blogs en horas de trabajo, b) porque trabaja todas las horas en las que está despierto y c) porque a pesar de ser un workaholic ha mostrado tanto buen sentido del humor como orgullo por reconocerse y ser reconocido como workaholic.
Ernesto, amigo, no me dejarás mentir. Pero ¿sí o no que el día de tu cumpleaños pediste que te regalaran más horas al día para poder trabajar?, ¿sí o no que no aguantaste el cierre de la universidad porque te morías de ganas de volver a tu oficina?, ¿sí o no que podemos pasar un domingo por la noche y ver luz en tu oficina porque estas resolviendo algún problema presupuestal? Y, finalmente, ¿sí o no que las leyendas dicen que solo te falta llevar tu colchón a tu oficina para que te instales por completo ahí? Ernesto, amigo mío, tú si eres un workaholic. Yo a tu lado solo soy un trabajador informal, un simple canillita o lustrabotas que retoza bajo el sol de 2 a 4.
Casi concluyo que para ser un workaholic me falta una dosis de maltrato a mi mismo con algo más de voluntad. No obstante, como buen workaholic esta vez me llevaré la tarea a la casa.
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Comentarios

  1. Mariana S. escribió:

    Hahahaha, no pues me haces reír en tus posts sobre si eres o no tanto un workaholic. Y yo que desearía ser una, creo que eso me abriría las puertas a sacar buenas calificaciones e independizarme económicamente, por mientras, me siento una paria XD.

    Mejor me voy a seguir terminando mi tarea jojojo.

  2. jrivas Autor escribió:

    Jajajajajajaja!!! Estás empezando a ser workaholic.

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