Sobre el insufrible ataque a las ruinas de Chan Chan
A la gran mayoría de peruanos nos ha debido indignar la noticia del ataque a las ruinas de Chan Chan por un grupo de adolescentes. Los diversos comentarios y opiniones, tanto del público de a pie como de autoridades, así lo reflejan. Hasta el Presidente se ha disfrazado de inquisidor y ha pedido sendos castigos ejemplares para los padres y profesores.
A la gran mayoría de peruanos nos ha debido indignar la noticia del ataque a las ruinas de Chan Chan por un grupo de adolescentes. Los diversos comentarios y opiniones, tanto del público de a pie como de autoridades, así lo reflejan. Hasta el Presidente se ha disfrazado de inquisidor y ha pedido sendos castigos ejemplares para los padres y profesores.
Seguramente el Presidente, después de estas palabras, habrá mirado las cámaras, de la misma manera como estos adolescentes lo hicieron luego de su torpe desliz. Pero la posición adolescente de nuestro actual mandatario será materia de otro post.
Lo cierto es que las patadas y las piedras a Chan Chan parecen haberle dolido no solo a las murallas sino también a cada uno de los peruanos. Algo que, en cierta forma, nos señala un ligero esbozo de ¿identidad nacional?
Esbozo en donde entran en juego personas como Gastón Acurio y Kina Malpartida por citar los más recientes íconos de eso que empezamos a concebir como lo peruano. Por un lado la pasión por lo nacional a partir de la riqueza culinaria y por otro la fuerza y empuje que nos permiten soñar con la grandeza.
Que un grupo de mozalbetes desadaptados, como los ha querido llamar Cecilia Bákula, atenten contra restos arqueológicos parece ser una ofensa al imaginario nacional de la misma calaña que la del espía Ariza.
Algunas voces, no muchas por cierto, mencionaron que este suceso era otro síntoma más de nuestro deficiente sistema educativo. Nada más cierto. Cierto en la medida en que, efectivamente, la educación nacional a todo nivel pasa por una grave crisis en donde los espacios de formación ciudadana han ido perdiendo espacio. Concientizar, le dicen. Pero concientizar qué y sobre qué.
Tenemos una deuda pendiente. Lo peruano o la peruanidad ha sido desde el inicio un tema inasible, etéreo. Relegado durante tanto tiempo a pesar que, de alguna manera u otra, aporta a nuestra identidad colectiva e individual. No sabemos qué significa ser peruano y; sin embargo, lo somos. Por algo, en el video colgado en Youtube del ataque a las ruinas la voz en off tiene un disforzado acento español.
Solo por esto diría que no todo está perdido.
Lo cierto es que las patadas y las piedras a Chan Chan parecen haberle dolido no solo a las murallas sino también a cada uno de los peruanos. Algo que, en cierta forma, nos señala un ligero esbozo de ¿identidad nacional?
Esbozo en donde entran en juego personas como Gastón Acurio y Kina Malpartida por citar los más recientes íconos de eso que empezamos a concebir como lo peruano. Por un lado la pasión por lo nacional a partir de la riqueza culinaria y por otro la fuerza y empuje que nos permiten soñar con la grandeza.
Que un grupo de mozalbetes desadaptados, como los ha querido llamar Cecilia Bákula, atenten contra restos arqueológicos parece ser una ofensa al imaginario nacional de la misma calaña que la del espía Ariza.
Algunas voces, no muchas por cierto, mencionaron que este suceso era otro síntoma más de nuestro deficiente sistema educativo. Nada más cierto. Cierto en la medida en que, efectivamente, la educación nacional a todo nivel pasa por una grave crisis en donde los espacios de formación ciudadana han ido perdiendo espacio. Concientizar, le dicen. Pero concientizar qué y sobre qué.
Tenemos una deuda pendiente. Lo peruano o la peruanidad ha sido desde el inicio un tema inasible, etéreo. Relegado durante tanto tiempo a pesar que, de alguna manera u otra, aporta a nuestra identidad colectiva e individual. No sabemos qué significa ser peruano y; sin embargo, lo somos. Por algo, en el video colgado en Youtube del ataque a las ruinas la voz en off tiene un disforzado acento español.
Solo por esto diría que no todo está perdido.