La cifra (y Borges)

Aunque en el prólogo y luego en una nota final Borges intenta facilitar la lectura de La cifra, lo cierto, al menos en mi experiencia personal, es que acercarse a este libro como si fuese un poemario tradicional sería un grave error. Y es que, como lo señala el autor, La cifra está lejos estar marcada por “la cadencia mágica, la curiosa metáfora, la interjección, sabiamente gobernada o de largo aliento”. Ahí encontramos largas enumeraciones, referencias personales y hasta esbozos filosóficos. Es lo que el mismo Borges llama poesía intelectual.

¿Significa que hay que ser un versado en filosofía, historia antigua y de las religiones para poder disfrutar a Borges? Quizá un poco. Las referencias académicas que hace demanda cierto bagaje. Quizá por eso hace algún tiempo un adolescente que tuvo que leer un cuento de Borges me resumió su opinión en: “Es un volado”.
Sin embargo, hay textos que se leen amigablemente quizá porque sus interrogantes son, por decirlo de alguna manera, universales.
En “Las dos catedrales” Borges explora la idea platónica de la esencia y en un segundo plano el de la muerte. Lo primero es evidente. La catedral que imagina Schiavo y aquella de Chartres quizá sean la manifestación de una esencia accesible solo a través de la muerte. Y es que la muerte, si se le piensa bien, no asusta, son tan sólo “la cifra de los pasos que te fue dado andar sobre la tierra”. La muerte es un destino. Es el destino.
En “Dos formas del insomnio” el ser y el seguir siendo son un estado de sufrimiento, un tipo de enfermedad. La idea del insomnio como un castigo nos remite al cuento de los inmortales y se expresa maravillosamente en ese deseo de “querer hundirme en la muerte y no poder hundirme en la muerte”.
En “La dicha” todo sucede por primera vez. La lectura es un acto creativo pero, para Borges, parece que la vida misma es un acto creativo. Existe un tipo de sabiduría de lo cotidiano que remite a la filosofía oriental.
En “El hacedor” somos todos y ninguno, un infinito.
En “Nostalgia del presente” el tiempo es fugaz y el momento engañoso. Como un círculo vicioso lo que se tiene se pierde en el acto (y está en nuestra naturaleza añorar su retorno). El amor despierta nuestro más profundo temor: la soledad, la incompletud, la ausencia.
“El cómplice” es un arte poética.
“La cifra” un libro altamente recomendable.
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