Quiero hablar de Radio Ciudad Perdida, una novela que ya tiene 9 años desde que salió a la venta pero que recién me decidí a leerla hace unas semanas.
Aunque lo tomé con desconfianza, ya que últimamente estoy algo alejado de la literatura, debo reconocer que estoy gratamente complacido. Si bien había escuchado y leído algunas cosas sueltas de Daniel Alarcón, Radio Ciudad Perdida es, sin temor a equivocarme, una de las mejores novelas que un escritor peruano haya podido producir.
Y en este punto me detengo y me pregunto: ¿pude haber dicho que Radio Ciudad Perdida es una de las mejores novelas peruanas que se hayan escrito? La verdad que no lo sé y no vale la pena pensar en ello. Ocurre simplemente que ésta es una novela que perfectamente pudo ser escrita en Colombia, Chile, Argentina o cualquier otro país de esta parte del continente donde haya ocurrido una guerra civil, un conflicto armado interno o violencia política; lo cual abre la posibilidad a casi todos los países de Sudamérica.
En este punto, Alarcón se esfuerza por construir un universo ficcional en donde el lector sudamericano pueda reconocer parte de su historia nacional y lo realiza con simplicidad y maestría. Utiliza la historia de violencia política como un telón de fondo delante del cual se movilizan los personajes principales buscando respuestas, parientes y sentido a sus existencias. Entonces, estas historias (grandes y pequeñas) se entrecruzan y mezclan.
Nuevamente me detengo. Quiero explicarlo mejor. No me queda más recurso que recurrir a una odiosa comparación. Lo que hace Alarcón es, sin temor a las distancias, lo que Vargas Llosa hace en Conversación en La Catedral: contar un relato (el relato de Zavalita) inserta en una historia (la historia de un país).
De hecho, rastreo otra similitud.
Existe un momento –mejor no dar más detalles para que usted, amable lector, se anime a leer el libro- en el que Alarcón hace un juego vargasllosiano (siempre quise usar esa palabreja): en una misma unidad (no sé si decirle capítulo o no) desarrolla dos líneas narrativas. Entonces, ¿recuerdas ese momento en el que –con mucho humor- Vargas Llosa mezcla las cosas en La Tía Julia y El Escribidor? Bueno algo así pero con menos humor y más drama.
(Bueno, me he tomado una ligereza en este punto. Pero entiéndame. Estoy oxidado en esto de hablar de libros.)
Así que diré que Radio Ciudad Perdida debe ser una de las mejores novelas escritas recientemente.
(Algo así ya dije, no?)