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La guerra no tiene rostro de mujer

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“Yo he memorizado muchas de sus historias, para los nietos. Suelos contarles su guerra, la de ella, no la mía. Me he dado cuenta de que les parece más interesante. –Saul Guénrijovich desarrolla su argumento-: Yo tengo más conocimientos bélicos concretos, ella tiene más sentimientos. Los sentimientos son más vivos, más fuertes que los hechos…”

La guerra no tiene rostro de mujer  – Svetlana Alexiévich

Para la reciente ganadora del Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, la historia sobre la II Guerra Mundial ha dejado de lado un fragmento importantísimo: el de la participación de los millones de  mujeres en los diversos cuerpos militares.

Esta participación constituye una memoria única pero con alto potencial disruptivo porque la experiencia de un evento tan cruel y desgarrador como los que ocurrieron en el frente oriental entre 1941 y 1945, dista mucho de la rigidez y estrategia militar que ha impregnado el relato oficial. Todo lo contrario. Las mujeres entrevistadas por Alexiévich ofrecen una mirada capaz de rescatar lo bello, lo sensible y lo humano en medio de las trincheras. Mención aparte merece los relatos sobre el amor en los tiempos de guerra.

Aquí un paréntesis.

En la historia del feminismo existe cierto consenso que reconoce dos grandes momentos de su desarrollo. En sus inicios, el movimiento feminista pugnó por alcanzar la igualdad en el plano de los derechos civiles. Las sufragantes, película que analicé en el post anterior, hace una buena presentación de esta etapa. El segundo momento, impulsado desde el psicoanálisis y el arte, se centra en la búsqueda de una voz propia, en la caracterización de la experiencia de ser mujer para darle un lugar en los diversos ámbitos del quehacer humano.

Entiendo que el trabajo de Alexiévich se enmarca en este segundo momento y por ello he de recomendar este libro.

Un recodo en la ruta del feminismo

Ok! Confieso que, sin ser un experto en feminismo, el tema o mejor dicho el campo me interesa.

Ayer Utero.pe publicó esta columna de Rafo León

rafo leon

Me percaté de esta columna a través de la crítica de una amiga. Ella observa que Rafo León emplea términos vulgares y evidencia concepciones machistas que, por su rol de comunicador, debe cuidar o en todo caso hacerse responsables de ellos.

Esta amiga publicó su punto de vista en el mencionado portal y ocurrió lo que suele ocurrir en estos casos: recibió una andanada de críticas, mofas y hasta insultos.

Así que en este escenario meto mi cuchara.

Digamos que efectivamente el texto de Rafo León está escrito en términos vulgares. O, para ser más estrictos, afirmemos que en el mejor de los casos el autor tiene un estilo particular, distendido e intenta ser irónico (damisela/merenguito por ejemplo). Por la anécdota que cuenta apela a lo sensorial (lengüita, la teta fresca bien a la vista) con la clara intención de enfatizar/exagerar/distorsionar un aspecto en particular: que la chica que ingresó al estudio era física (y/o sexualmente) estimulante.

En este punto habría quien podría encontrar el estilo de este Rafo León atrayente y quien no. Para gustos y colores existen miles de autores. Sigamos.

El énfasis puesto en la descripción, digamos, plástica de esta mujer contrasta con la que Rafo León hace de sí mismo: él es el defensor de los/sus derechos y lo hace con intensidad (el chongo que armé se debe haber escuchado hasta en el Real Felipe). Es intachable. Todos quisiéramos tener esa valentía en un país donde colarse es tan modus vivendi, donde las injusticias reclaman héroes cotidianos, donde los que deben respetar y preservar el orden son solo unos bizcos calenturientos. ¡Rafo León a la presidencia! ¡Rafo León tiene la mirada derecha!

Aquí, ya hay un problema. Porque si bien la anécdota pudo realmente ocurrir, el autor tiene una intención marcada: la mujer es plástica, sin reparos en quebrar el orden para conseguir lo que quiere apelando a su sexualidad femenina (es a partir de esto que el título del post hace referencia al feminismo/femeninas?). Al otro lado, la justicia la encarna él mismo: quien no tiene reparos en armar chongos para defender lo que considera adecuado y en pedir, quizá por el bien de todos, que las mujeres (feministas, femeninas) no eduquen a sus hijas para que se comporten de esa manera (vulgar y aprovechada). Pobres los padres. Hemos sido excluidos una vez más.

Vamos, ¿no se pudo contar la historia de una forma tal que haga énfasis no en la visión plástica que tiene el autor sino en la injusticia que ocurrió? Sin embargo, creo que el recurso es efectivo. De hecho el intercambio de ideas (¿?) que otros lectores hacen en dicho portal parecen haber enganchado con esa injusticia. Hay referencias a la patria potestad y el régimen carcelario de visitas que las mujeres “ganan” en los divorcios pero se pierde de vista que esto quizá responde al prejuicio que las mujeres están para cuidar a los niños y los hombres para trabajar. Hay referencias a que las mujeres por ser mujeres se creen dueñas de pedir privilegios cuando se olvida que todavía existe una enorme desigualdad en todos los campos del quehacer nacional.

Ok. ¿Esta anécdota tiene algo que ver con el feminismo? No. No hay feminismo en estos relatos. Esto evidencia un total desconocimiento del autor por el movimiento feminista. Plantearlo así promueve el desconocimiento, la desinformación y los prejuicios en contra de este movimiento.

¿Tiene algo que ver con las femeninas? Sí. Son las femeninas (mamás) quienes educan a las femeninas (las niñas). Pero no olviden que también son los papás. Rafo León viene de una generación donde los padres podían desantenderse de la crianza. Hoy basta con ir a un parque (lo hago casi todos los días) para ver que en la actualidad los papás se involucran tanto como las propias mamás. Y en este sentido me sumo al reclamo de la patria potestad pero desde otros argumentos.

Una última cosa. El propio portal Utero.pe tiene un colaboradora feminista. Espero leer su posición pronto.

Las sufragistas y una ruta personal del feminismo 1

Este no es un spoiler tan grave.

Mientras que al inicio de Las sufragistas se nos anuncia que veremos la historia de la lucha de un grupo de mujeres por la igualdad; al finalizar se consigna una lista del año y los países en los que se permitió el acceso al voto a las mujeres. El último dato es que en el 2015, en Arabia Saudita, se promete que en algún momento ellas conseguirán ese derecho.

Entonces pareciera que la lucha no ha acabado. Ni siquiera en relación a un aspecto tan esencial como es la concepción de la igualdad ante la ley. Quizá sea por eso que al finalizar unos tibios aplausos se escucharon en la función a la que asistí.

Pero como espectador la película no me convence. Y al salir, me preguntaba si es que por ser hombre había perdido algo. Así que antes que me lancen piedras, lean lo siguiente.

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