Una visita al Áleph

¿Puede un colegio sostenerse sin una pedagogía?

Para la gente de Áleph esto es posible porque más allá de una postura pedagógica debe existir una filosofía sobre la cual se estructura no sólo lo que ocurre dentro de un salón de clase sino toda la vida escolar.

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Aquí ya hay una claro distanciamiento a las propuestas tradicionales, aquellas que tras el disfraz de visiones y misiones institucionales que afirman promover una educación integral, siguen sosteniéndose sobre las mismas concepciones y prácticas pedagógicas que pierden de vista las diferencias de cada niño y adolescente, que priorizan el producto antes que el proceso y la transmisión antes que la construcción del conocimiento. En Áleph parece que han entendido que si el mundo está cambiando, la educación no se puede quedar atrás.

Planteo un ejemplo.

Al preguntar como se trabaja la inmersión en el mundo de la lecto-escritura, obtuve un relato bastante interesante. Desde el día a día los alumnos en Áleph están inmersos entre números  y letras. Aún los más pequeños deben iniciar su rutina ubicando sus nombres, en algunos casos sus fotografías, y firmando. Aquí se trabaja la identidad y se le vincula al reconocimiento de su nombre. El interés por las letras empieza ahí y se fortalece con las lecturas diarias, los vocabularios personales –que cada niño opta por construir- y por actividades tan sencillas como ir a preguntar cual es el menú del día. Los números siguen la misma fórmula. A diario, los niños deben contar cuantos están presentes y decir cuántos están ausentes, cuantos hombres y cuantas mujeres están. En los sectores que se enfocan en la vida cotidiana, deben realizar tareas como pesar manzanas o contar vasos.

El desarrollo de otras habilidades se realiza a través de proyectos que siempre parten por promover la curiosidad, la observación y el registro de datos desde los propios alumnos. Los docentes son facilitadores antes que los protagonistas del acto educativo. El arte y sus diversas expresiones ocupan un lugar vital y no son solo vistos como cursos o talleres alejados del resto del currículo.

Finalmente, aún hay cosas que Áleph puede mejorar. Considero que a diferencia de la Casa Amarilla, acaso su la propuesta más cercana, Áleph pierde en contacto con su entorno. La ubicación los lleva a levantar murallas y esto puede ser perjudicial. Ahí tienen un reto vital: distanciarse de la figura de burbuja que lleva a encapsularse a las instituciones educativas.

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