Sería injusto y hasta mezquino comparar a Adele con Amy Winehouse. Peor sería decir que ésta jamás podrá alcanzar a la Winehouse. Efectivamente, jamás podrá hacerlo. Mientras Amy tenía un repertorio vocal más amplio y la fuerza de sus letras estaba impregnada de sus esfuerzos por exorcizar sus demonios, Adele parece mucho más recatada, sonríe a la cámara con gracia y hasta puede ser simpática. Pero el principal motivo es que Amy Winehouse ha muerto y quieranlo o no con eso no se puede competir. La muerte te eleva al nivel de mito, de leyenda. La imposibilidad de tener algo más de ella te hace valorar más lo que ha dejado.
Es cierto que Adele tiene mucho que agradecerle a Amy Winehouse. Para empezar fue ella quien trajo de vuelta un género que casi había desaparecido. Fue ella quien nos ha hecho recordar que se puede cantar con el corazón (herido), con las vísceras, con los pulmones, con las manos, con todo lo que tengas a disposición. Fue ella quien ha vuelto a revalorizar la voz y los coros antes que los bajos o lo electrónico. Pero sobre todo fue ella quien de alguna manera le ofreció el otro perfil posible de cantante: si Amy era el alma perdida, la luz que estaba a punto de apagarse, Adele es una voz ligera con un camino seguro.
En 21 se puede ver todo esto. Entre la intensidad del dolor y la ternura del amor, Adele logra sacar adelante 5 grandes canciones: la ya muy conocida Rolling in the deep, Rumour has it, Turning tables, Set fires to the rain y He won´t go. Estas dos últimas una joya de colección. El resto son canciones que apenas acompañan pero que son fácilmente prescindibles. De hecho quizá la mayor debilidad de Adele es que aún le falta concebir el disco como una producción total. En las 6 canciones restantes, incluidas el cover de Lovesong, no hay mayores sorpresas. Y he aquí que me permitiré una licencia.
Un cover es un asunto más complejo de lo que parece. No es cantar por cantar. Exige el respeto de la canción original y al mismo tiempo osadía para apropiarse de ella. En Lovesong no se puede saber si Adele respeta mucho la versión original o si el registro no le alcanza a más. Lo cierto es que su versión carece de la intensidad que le da The Cure y se suaviza demasiado con la voz de Adele. Es como si no pudiera sentir el dolor, como si estuviese maquillado para la cámara. O para el micrófono.
Es curioso porque si algo hay que reconocerle a Adele es que aparenta ser más transparente que Amy Winehouse. No tiene nada que ocultar y eso no siempre es lo mejor.
De todas formas 21 es un disco altamente recomendable porque coloca la voz en el centro de todo. Como hace buen tiempo nos faltaba escuchar.
En 21 se puede ver todo esto. Entre la intensidad del dolor y la ternura del amor, Adele logra sacar adelante 5 grandes canciones: la ya muy conocida Rolling in the deep, Rumour has it, Turning tables, Set fires to the rain y He won´t go. Estas dos últimas una joya de colección. El resto son canciones que apenas acompañan pero que son fácilmente prescindibles. De hecho quizá la mayor debilidad de Adele es que aún le falta concebir el disco como una producción total. En las 6 canciones restantes, incluidas el cover de Lovesong, no hay mayores sorpresas. Y he aquí que me permitiré una licencia.
Un cover es un asunto más complejo de lo que parece. No es cantar por cantar. Exige el respeto de la canción original y al mismo tiempo osadía para apropiarse de ella. En Lovesong no se puede saber si Adele respeta mucho la versión original o si el registro no le alcanza a más. Lo cierto es que su versión carece de la intensidad que le da The Cure y se suaviza demasiado con la voz de Adele. Es como si no pudiera sentir el dolor, como si estuviese maquillado para la cámara. O para el micrófono.
Es curioso porque si algo hay que reconocerle a Adele es que aparenta ser más transparente que Amy Winehouse. No tiene nada que ocultar y eso no siempre es lo mejor.
De todas formas 21 es un disco altamente recomendable porque coloca la voz en el centro de todo. Como hace buen tiempo nos faltaba escuchar.