Permítaseme un desvarío, un ejercicio del recuerdo, algo en honor a la nostalgia.
Ese día nos quedaba largo. Mentiría si dijese que íbamos fumando o teníamos aspecto gris. Simple y sencillamente ninguno de los dos quería regresar a casa. Por eso, en nuestra segunda o tercera vuelta por el Jirón de la Unión nos detuvimos en un cine cuyo nombre no recuerdo.
Hace unos días volvía a buscar la película. Por algún motivo pensé que Tinto Brass la había dirigido o escrito. Cuando entré a ver su filmografía no la encontré. Me pareció raro. Estaba seguro que Tinto Brass era la clave para encontrarla. Para colmo no recordaba cómo escribir su nombre. Solo sabía cómo sonaba.
Creo que fui yo el de la idea de ver esa película. Jamás habíamos entrado a ese cine pero por algún motivo ella aceptó. Mientras caminábamos a nuestros asientos dije que no recordaba haber pisado antes un piso tan pegajoso como el de ese cine. Ella sonrió. Yo me enamoré.
Busqué en varias páginas de cine italiano y no la encontré. En esos momentos lo obvio era lo más difícil de ver. Cuando recién caí en cuenta que la película, por el nombre, no tenía nada de italiano, comencé a buscarla en las páginas de cine francés.
Creo que no pasaron ni diez minutos y el primer desnudo apareció en pantalla. Sophie Guillermin, de quien por ese entonces no conocía ni el nombre, apareció imponente. Ahora, en retrospectiva, puedo entender un poco porqué me impacto tanto su desnudo. Verla a ella desnuda era como estar desnudo frente a ella.
L´ennui no es una película pornográfica pero en ese momento me pareció cercana a ello. Hoy incluso la vería con casi ningún escándalo. He podido encontrar algunas escenas en Youtube y más allá de la nostalgia no me ha producido excitación alguna.
Cecilia (Sophie Guillermin) es la amante perfecta. Lo fue en ese momento. No pidió nada de mí, solo que la viera desnudarse tantas veces y acostarse otras más. Pidió que solo escuchara su única línea, vacía pero cuestionadora: ¿Pourquoi?
Hoy recomendaría que vieran L´ennui pero por otros motivos. En ese entonces era una cuestión voyerista, puramente sensual y hasta sexual. Hoy me parece profundamente humano. L´ennui, que me sonaba a nombre de mujer, significa aburrimiento en francés y esta es la mayor pista: la perfección es a la larga el camino al aburrimiento.
No lo vi en ese momento pero Cecilia me enseño algo acerca de mí. Salimos del cine y seguimos caminando por el Jirón de la Unión. Sin saberlo ni ella ni yo volveríamos a ser los mismos.