ahora,
que la muerte da vueltas por mi casa,
he recordado que la vida es un suspiro.
que la muerte da vueltas por mi casa,
he recordado que la vida es un suspiro.
Son las 9:23 am y voy por la cuarta taza de café. Me he vaciado el termo casi sin querer y a solas. Todo para empezar diciendo que me cuesta volver a escribir no porque no hayan temas. Los hay y todos muy importantes: un nuevo gobierno pero las mismas viejas prácticas políticas, el debate PUCP-Cipriani, la seguridad ciudadana, educación, etc. Me cuesta escribir porque hace unos días he tenido la sensación que algo me falta.
Debo de reconocer que W es un intento personal, privado y egoísta de soltar la mano. No tiene una temática definida. A veces me provoca hablar de fútbol y la siguiente de libros. Aunque la guardo un cariño inmenso creo que este blog está llegando a su fin. Para cuándo será. No lo sé.
Pero antes quería compartir algunas cosas.
Hace varios años que murió mi abuela materna dándome la lección más grande de cómo afrontar la muerte. La noche previa sus hijas, incluida mi madre, y alguno de sus nietos la acompañábamos en su cuarto. Con gran esfuerzo pidió que cada uno nos acercáramos para decirnos algunas palabras en el oído. Se estaba despidiendo. Cuando llegó mi turno, no sé si por azar o por alguna razón que desconozco, me dijo: “Sé valiente”. Al día siguiente, cuando llegué de la universidad había muerto.
La familia en pleno viajó a Piura a enterrarla en su tierra. Yo no lo hice. Preferí quedarme. En ese momento me di cuenta que la muerte me asusta algo más de lo que había creído.
Recuerdo que por aquella época andaba mucho con F. y que gracias a él había podido leer los versos de Javier Heraud que casi de inmediato me los aprendí. “Yo nunca me río / de la muerte. / Simplemente / sucede que / no tengo / miedo / de / morir / entre / pájaros y árboles”.
También recuerdo que esa tarde, al darme cuenta de mi miedo, decidí viajar a Piura y mientras me cambiaba escribí un poema que debo tener por ahí guardado. Quizá en estos días lo vuelva a colgar.
Debo de reconocer que W es un intento personal, privado y egoísta de soltar la mano. No tiene una temática definida. A veces me provoca hablar de fútbol y la siguiente de libros. Aunque la guardo un cariño inmenso creo que este blog está llegando a su fin. Para cuándo será. No lo sé.
Pero antes quería compartir algunas cosas.
Hace varios años que murió mi abuela materna dándome la lección más grande de cómo afrontar la muerte. La noche previa sus hijas, incluida mi madre, y alguno de sus nietos la acompañábamos en su cuarto. Con gran esfuerzo pidió que cada uno nos acercáramos para decirnos algunas palabras en el oído. Se estaba despidiendo. Cuando llegó mi turno, no sé si por azar o por alguna razón que desconozco, me dijo: “Sé valiente”. Al día siguiente, cuando llegué de la universidad había muerto.
La familia en pleno viajó a Piura a enterrarla en su tierra. Yo no lo hice. Preferí quedarme. En ese momento me di cuenta que la muerte me asusta algo más de lo que había creído.
Recuerdo que por aquella época andaba mucho con F. y que gracias a él había podido leer los versos de Javier Heraud que casi de inmediato me los aprendí. “Yo nunca me río / de la muerte. / Simplemente / sucede que / no tengo / miedo / de / morir / entre / pájaros y árboles”.
También recuerdo que esa tarde, al darme cuenta de mi miedo, decidí viajar a Piura y mientras me cambiaba escribí un poema que debo tener por ahí guardado. Quizá en estos días lo vuelva a colgar.