Hace 18 años a Alberto Fujimori no se le ocurrió mejor idea que cerrar el Congreso, irrumpir el Poder Judicial y controlar los medios de comunicación. En pocas palabras simplemente pateo el tablero cansado de una oposición que, según afirma hasta ahora, lo único que hacía era obstaculizar una y otra vez todo intento por promulgar en temas de interés nacional: lucha contra el terrorismo y política económica.
Esa noche toda mi familia había ido a visitar a algunos amigos cercanos y habíamos regresado tarde a casa. Alguien encendió la televisión y a los pocos minutos apareció Fujimori en todos los canales. Cuando terminó, y no me apena decirlo, mis propios padres al igual que los muchos peruanos en aquel momento, aprobaron todas y cada una de sus acciones.
Nos fuimos a dormir sin sospechar si quiera lo que se venía.
En las horas siguientes periodistas y congresistas se lanzaron a las calles. Los primeros necesitaban saber si sus canales habían sido tomados. Las imágenes que lograron emitirse mostraron a efectivos policiales en los principales diarios de aquel entonces impidiendo la entrada de toda persona que no se identificara como miembro de las Fuerzas Armadas. Los congresistas, heridos en su amor propio, insultaban a los militares apostados en el congreso.
El resto de peruanos se fue a dormir como un domingo cualquiera.
A la mañana siguiente las cosas recién fueron tomando forma. Nunca antes había visto tanques en medio de la ciudad. Los recuerdo en la Casa del Pueblo y en el local del PPC de Alfonso Ugarte. Un nutrido destacamento había tomado la Plaza Bolognesi. Mientras caminaba a mi colegio pasé a escasos centímetros de una ametralladora.
El 5 de abril es una fecha para no olvidar. Fue el punto de partida para una serie de acontecimientos que aún hoy en día divide a los peruanos. Dio espacio para una lucha frontal pero desalmada contra el terrorismo que estuvo plagada de desapariciones forzosas, grupos paramilitares, violaciones a los derechos humanos y capturas de importantes cabecillas.
También fue el inicio de una política de estado siniestra y totalmente autoritaria, una dictadura disfrazada de democracia que enganchó con esta patológica necesidad de todos los peruanos en lo que se refiere a política: la aparición de un líder mesiánico.
Solo para pensar dejo este link donde se cubre la noticia del autogolpe. Creo que el comentario no ha perdido vigencia hoy en día.
Nos fuimos a dormir sin sospechar si quiera lo que se venía.
En las horas siguientes periodistas y congresistas se lanzaron a las calles. Los primeros necesitaban saber si sus canales habían sido tomados. Las imágenes que lograron emitirse mostraron a efectivos policiales en los principales diarios de aquel entonces impidiendo la entrada de toda persona que no se identificara como miembro de las Fuerzas Armadas. Los congresistas, heridos en su amor propio, insultaban a los militares apostados en el congreso.
El resto de peruanos se fue a dormir como un domingo cualquiera.
A la mañana siguiente las cosas recién fueron tomando forma. Nunca antes había visto tanques en medio de la ciudad. Los recuerdo en la Casa del Pueblo y en el local del PPC de Alfonso Ugarte. Un nutrido destacamento había tomado la Plaza Bolognesi. Mientras caminaba a mi colegio pasé a escasos centímetros de una ametralladora.
El 5 de abril es una fecha para no olvidar. Fue el punto de partida para una serie de acontecimientos que aún hoy en día divide a los peruanos. Dio espacio para una lucha frontal pero desalmada contra el terrorismo que estuvo plagada de desapariciones forzosas, grupos paramilitares, violaciones a los derechos humanos y capturas de importantes cabecillas.
También fue el inicio de una política de estado siniestra y totalmente autoritaria, una dictadura disfrazada de democracia que enganchó con esta patológica necesidad de todos los peruanos en lo que se refiere a política: la aparición de un líder mesiánico.
Solo para pensar dejo este link donde se cubre la noticia del autogolpe. Creo que el comentario no ha perdido vigencia hoy en día.