Se me ocurrió mostrar este video a los chicos del colegio donde trabajo y pedirles que fuéramos más allá del humor, que pensáramos en lo que pasaría si todos los espejos del mundo desaparecieran.
Uno a uno dieron sus respuestas. Los chicos señalaban que no pudieran afeitarse por las mañanas o que no pudieran lavarse los dientes. Las chicas comentaban que no sabrían que ponerse para venir al colegio o que no pudieran peinarse. Hasta que alguien comentó que con el tiempo se olvidaría de su cara.
Una parte importante de la identidad y la personalidad pasa por el reconocimiento del rostro. Los griegos lo sospechaban: la manera como empleaban máscaras en su representaciones teatrales les permitía asumir diversos personajes delante del público.
Existe otro escenario y posee los mismos rasgos trágico-cómicos. En dicho escenario, tal como ocurre en el dramático, también existe un público que mira. Pero ¿qué sostiene esta mirada?
Vuelvo a la imagen del espejo.
Uno de los mitos que mejor describe la naturaleza humana es probablemente el de Narciso, el bello hijo de Liríope, intensamente enamorado del reflejo de su rostro en un lago. Es a partir de esta mirada que Narciso abandona sus profundas cavilaciones y se lanza hacia la contemplación de sí mismo. La idea del rostro va más allá de la estructura física. Pero en el mito de Narciso hay otros personajes que indudablemente nos remiten a lo social y el peso que tiene en la construcción de identidades a partir de la interacción del ser humano.
Sí, es cierto que en el Mito, Narciso era constantemente mirado y él despreciaba esas miradas, tan absorto como estaba en sus propios pensamientos. También hay que recordar que este mito funda lo que los psicoanalistas luego llamaron Narcisismo. En otro post podré profundizar en este tópico.
Pero queda claro el peso de la mirada y el destino que se descubre a partir del reflejo.
Sin embargo, este mito trae a colación la importancia de la mirada en el ser humano. Una mirada acostumbrada a juzgar o evaluar –principalmente a partir de lo estético- pero que sostiene nuestra identidad.
Algunas ideas al respecto. Desde lo intrapersonal, el Estadio del Espejo de Lacan nos refiere un primer acercamiento al reconocimiento de uno mismo. Desde lo interpersonal, la evidencia neurológica apunta a la importancia de las neuronas espejo, base de la empatía humana.
Culturalmente, la mirada adquiere una importancia trascendental. Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, nos muestra un mundo casi apocalíptico a partir de la incapacidad de ver. El pensar en torno al boom de los reallity, el ejercicio de ver la realidad a través de la televisión, es sencillamente fascinante porque configura un panorama donde lo cotidiano puede ser visto como extraordinario.
Dejo un sinfín de otras preguntas más: ¿Qué es lo que la sociedad nos plantea para ver?, ¿Qué es lo que nosotros mismos deseamos exhibir?. ¿cómo se irán dando los nuevos ejercicios del mirar? ¿Cuál será el devenir de los procesos de construcción de la identidad en este contexto? ¿Cómo se entiende esto frente a discursos que argumentan que vamos perdiendo la capacidad de ver?
Una parte importante de la identidad y la personalidad pasa por el reconocimiento del rostro. Los griegos lo sospechaban: la manera como empleaban máscaras en su representaciones teatrales les permitía asumir diversos personajes delante del público.
Existe otro escenario y posee los mismos rasgos trágico-cómicos. En dicho escenario, tal como ocurre en el dramático, también existe un público que mira. Pero ¿qué sostiene esta mirada?
Vuelvo a la imagen del espejo.
Uno de los mitos que mejor describe la naturaleza humana es probablemente el de Narciso, el bello hijo de Liríope, intensamente enamorado del reflejo de su rostro en un lago. Es a partir de esta mirada que Narciso abandona sus profundas cavilaciones y se lanza hacia la contemplación de sí mismo. La idea del rostro va más allá de la estructura física. Pero en el mito de Narciso hay otros personajes que indudablemente nos remiten a lo social y el peso que tiene en la construcción de identidades a partir de la interacción del ser humano.
Sí, es cierto que en el Mito, Narciso era constantemente mirado y él despreciaba esas miradas, tan absorto como estaba en sus propios pensamientos. También hay que recordar que este mito funda lo que los psicoanalistas luego llamaron Narcisismo. En otro post podré profundizar en este tópico.
Pero queda claro el peso de la mirada y el destino que se descubre a partir del reflejo.
Sin embargo, este mito trae a colación la importancia de la mirada en el ser humano. Una mirada acostumbrada a juzgar o evaluar –principalmente a partir de lo estético- pero que sostiene nuestra identidad.
Algunas ideas al respecto. Desde lo intrapersonal, el Estadio del Espejo de Lacan nos refiere un primer acercamiento al reconocimiento de uno mismo. Desde lo interpersonal, la evidencia neurológica apunta a la importancia de las neuronas espejo, base de la empatía humana.
Culturalmente, la mirada adquiere una importancia trascendental. Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago, nos muestra un mundo casi apocalíptico a partir de la incapacidad de ver. El pensar en torno al boom de los reallity, el ejercicio de ver la realidad a través de la televisión, es sencillamente fascinante porque configura un panorama donde lo cotidiano puede ser visto como extraordinario.
Dejo un sinfín de otras preguntas más: ¿Qué es lo que la sociedad nos plantea para ver?, ¿Qué es lo que nosotros mismos deseamos exhibir?. ¿cómo se irán dando los nuevos ejercicios del mirar? ¿Cuál será el devenir de los procesos de construcción de la identidad en este contexto? ¿Cómo se entiende esto frente a discursos que argumentan que vamos perdiendo la capacidad de ver?