Mirando a Fausto jugar…

Me gusta cuando Fausto juega con su mamá. Juegan para casi todo: para comer, para bañarse, para sentarse, para hacer silencio. Juegan siempre con alguna canción que su mamá la inventa en el momento. No le conocía esa faceta.
Ahora, para desayunar, ella le estaba cantando una canción. Fausto tenía en sus manos un juguete con luces y música. En algún momento se le escapó de las manos y cayó al suelo. Cuando lo recogieron e intentaron hacerlo sonar otra vez se dieron cuenta que el juguete estaba roto. Probablemente ya no volvería a sonar.
Yo no sé porqué de pronto sentí pena. Una pena profunda y honda.

Yo también tuve varios juguetes que se me malograron, otros que yo mismo malogré.
A los 7 mi papá me regaló el primer reloj de mi vida. Era de plástico y se transformaba en avión. A mi me gustaba ver hacer que pasara de ser un aburrido reloj a ser un divertido avión. Pero a veces lo hacía con mucha fuerza. No pensé que tuviera tanta a esa edad. Un día lo rompí y mi corazón de 7 años se partió.
A los 9 tenía un trompo al que podías engancharlo en un aparato y darle vueltas. Luego lo hacías girar en el piso y del interior salían luces con el movimiento. Era lindo. Un día simplemente desapareció. No lo volví a encontrar.
A los 11 mi papá me regaló un telescopio. No sé como se le ocurrió regalarme uno. Ni siquiera miraba al cielo y menos éste que no cubre, asfixia. Pero me encantó desde el inicio. Un día se me escapó de las manos y se me cayó. Uno de los lentes se quiñó. No lo he vuelto a usar desde entonces.
A los 12 un tío me regaló una pelota de futbol que alguien rompió la primera vez que la lleve al colegio.

Ahora sé que los juguetes se hacen para jugar y que su vida termina justamente cuando ya no se puede jugar más con ellos. Pero a esa edad no lo sabes, te resistes a perderlos y cuando los pierdes, te inunda la culpa. Quizá hay una dolorosa lección que aprender con los juguetes: la verdad de que todo tiene su final y nada dura para siempre. Alguna vez Hector Lavoe jugó a ser cantante y cantar esta verdad.

Con todos estos recuerdos encima, no puedo dejar de preguntarme si es que sigo siendo un destructor de juguetes. Si fuese así ya no tengo la excusa de la niñez.

Puntuación: 4.00 / Votos: 1

Comentarios

  1. DANNY escribió:

    no solo las cosas tienen su final…los momentos también, así que aprovecharlos al máximo… GRACIAS HERMANO!! POR TODOS LOS MOMENTOS Y LOS JUGUETES QUE ME PRESTASTE!!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *