Acerca de las dificultades de la creatividad y los riesgos de la rigidización en la educación
Hoy acompañé una clase de Psicología para chicos de III y IV de Secundaria. Con ambos grupos se trabajó el método de los 6 sombreros de Edward De Bono. Para tener una idea diré que cada sombrero representa un elemento del pensamiento:
– Blanco: neutro y objetivo, basado en hechos y números
– Rojo: la visión emocional
– Negro: cuidado y precaución
– Amarillo: optimismo, pensamiento positivo
– Verde: crecimiento fértil, creatividad y nuevas ideas
– Azul: calma, organización
Cuando se iniciaba la dinámica, a través de una provocación, los chicos intentaban responder con el sombrero verde puesto. Esto exigía que, al margen de cualquier situación, ellos debían de responder lo más creativamente posible. Sin embargo, en ambos grupos era inevitable que tarde o temprano se colara más de un sombrero de otro color.
Luego recordé que hace unas semanas, un profesor de arte comentaba que al iniciar las clases les preguntaba a los chicos si antes habían llevado alguna clase de dibujo o pintura. Yo siempre espero que me digan que no, me decía. Lo entiendo perfectamente. Grandes pintores como Klee, Kandinsky y Jawlensky mostraron un gran interés por los dibujos infantiles hechos a lápiz e incluso se decía que Picasso conocía el rostro, la cabeza y el cuerpo humano igual que un niño.
La creatividad es una herramienta que nos protege contra la rigidización que, en mis palabras, sería el riesgo de darle demasiada importancia a la norma (canón, realidad, ley, convención, etc.). Lamentablemente espacios donde la creatividad sea el centro y/o pilar dentro de un proceso de enseñanza-aprendizaje son pocos, por no decir escasos.
Peor aún es que la historia está llena de episodios donde una respuesta creativa ha sido valorada como poco menos que absurda y/o ridícula. Hoy en día que el mundo atraviesa por una crisis global es, como ya lo dijo Eistein, el momento en el que la imaginación es más importante que el conocimiento.
– Blanco: neutro y objetivo, basado en hechos y números
– Rojo: la visión emocional
– Negro: cuidado y precaución
– Amarillo: optimismo, pensamiento positivo
– Verde: crecimiento fértil, creatividad y nuevas ideas
– Azul: calma, organización
Cuando se iniciaba la dinámica, a través de una provocación, los chicos intentaban responder con el sombrero verde puesto. Esto exigía que, al margen de cualquier situación, ellos debían de responder lo más creativamente posible. Sin embargo, en ambos grupos era inevitable que tarde o temprano se colara más de un sombrero de otro color.
Luego recordé que hace unas semanas, un profesor de arte comentaba que al iniciar las clases les preguntaba a los chicos si antes habían llevado alguna clase de dibujo o pintura. Yo siempre espero que me digan que no, me decía. Lo entiendo perfectamente. Grandes pintores como Klee, Kandinsky y Jawlensky mostraron un gran interés por los dibujos infantiles hechos a lápiz e incluso se decía que Picasso conocía el rostro, la cabeza y el cuerpo humano igual que un niño.
La creatividad es una herramienta que nos protege contra la rigidización que, en mis palabras, sería el riesgo de darle demasiada importancia a la norma (canón, realidad, ley, convención, etc.). Lamentablemente espacios donde la creatividad sea el centro y/o pilar dentro de un proceso de enseñanza-aprendizaje son pocos, por no decir escasos.
Peor aún es que la historia está llena de episodios donde una respuesta creativa ha sido valorada como poco menos que absurda y/o ridícula. Hoy en día que el mundo atraviesa por una crisis global es, como ya lo dijo Eistein, el momento en el que la imaginación es más importante que el conocimiento.