Los hijos de dictadores en el Perú y Filipinas: artículo publicado en el Philippine Daily Inquirer
En el número correspondiente al 16 de marzo de 2016, el periódico Philippine Daily Inquirer ha publicado un artículo mío titulado “Peru and Philippines and dictators’ offspring” en el que comparo la candidatura de Keiko Fujimori con la del hijo de Ferdinand Marcos, Ferdinand (“Bongbong”) Marcos Jr. Comparto acá una versión traducida al español.
Así como en las Filipinas, en el Perú el apellido tiene peso entre los electores. Keiko Fujimori, la hija del exdictador Alberto Fujimori, actualmente mantiene una gran ventaja en las encuestas faltando un mes de las elecciones. ¿Cómo pueden estar el Perú y las Filipinas frente a la posibilidad de que los hijos de dos de los más infames dictadores del siglo XX lleguen a los más altos puestos de sus respectivos países? ¿Qué tienen las dinastías dictatoriales que resultan tan atractivas para los votantes?
De manera similar a Ferdinand Marcos tras declarar la ley marcial, Alberto Fujimori impuso un modelo autoritario sobre el Perú tras su autogolpe de 1992. Aunque se preservaron algunas formas democráticas, las violaciones de derechos humanos fueron frecuentes, la prensa estaba sometida al presidente y la corrupción a gran escala se hizo común. Se arguyó que estas medidas eran necesarias para estabilizar la economía y ponerle fin a la peligrosa insurgencia de Sendero Luminoso. Por supuesto, se mantuvieron vigentes mucho después de que en buena medida se hubieran cumplido ambos objetivos. Poco después de ser reelegido para un legalmente cuestionable tercer periodo presidencial, Fujimori tuvo que renunciar en 2000 entre acusaciones de fraude electoral, corrupción y abuso de poder.
Ambos dictadores intentaron fundar dinastías políticas. Tal como su contraparte Bongbong Marcos, Keiko Fujimori entró a la espera pública a una corta edad. Tras la separación de sus padres, Keiko fue nombrada Primera Dama, posición desde la cual pudo elevar su perfil por medio de sus actividades en conocidas organizaciones caritativas. Asimismo, igual que Bongbong, estudió en el extranjero –en Estados Unidos– y se ha sido que se usaron fondos robados para pagar por su educación (los cuales sí parece haber completado, a diferencia de Bongbong). Su hermano menor, Kenji, también es un congresista.
Así como Bongbong tras el exilio de su padre, Keiko esperó cinco años antes de postular al congreso en las elecciones de 2006, en las cuales obtuvo la mayor cantidad de votos preferenciales. Tras un paupérrimo periodo como congresista –en el que obtuvo la dudosa distinción de ser una de las congresistas con más inasistencias y menos proyectos de ley presentados– postuló a la presidencia en 2011, perdiendo por poco en la segunda vuelta ante el actual presidente Ollanta Humala. ¿Cómo pudo una legisladora tan poco efectiva haber estado a un paso de llegar a la presidencia, y aparentemente estar presta a ganarla en 2016?
El sistema político del Perú adolece de muchos de los mismos problemas que el de las Filipinas. Los partidos políticos no tienen cohesión y los políticos carecen de norte ideológico alguno, cambiando de afiliación de un momento a otro. Es más, el clientelismo –e incluso la compra de votos– es rampante en una sociedad con grandes desigualdades. Y si bien puede no haber vías institucionalizadas para la articulación de estas relaciones –como los fondos ‘pork barrel’– los candidatos recurren a la corrupción y la malversación de fondos para hacerse de recursos. Estas prácticas todavía son toleradas por grandes cantidades de votantes peruanos, siguiendo la lógica de roba pero hace obra.
Con un 30% en las encuestas, los electores están embelesados por el legado del padre de Keiko. Los votantes recuerdan al hombre que ‘derrotó al terrorismo senderista’ y que ‘puso un fin a la crisis económica’ mientras pasan por alto su condena por corrupción y violaciones de derechos humanos. Con la corrupción considerada como una ofensa perdonable, la memoria de sus políticas de ‘mano dura’ traen recuerdos nostálgicos en un país que se percibe a sí mismo como infestado por el crimen violento. Lo que buscan estos votantes es un Duterte que extermine a los criminales mientras que las delicadezas de la democracia se pueden ir a la porra.
Sin embargo, hay un creciente sector del electorado que rechaza el autoritarismo y la corrupción, limitando el crecimiento de Keiko en las encuestas. Aunque se ha intentado distanciar de las prácticas más repugnantes del régimen de su padre, tales como las esterilizaciones obligadas de mujeres andinas, el uso de escuadrones de la muerte y las manipulaciones del sistema legal –explicadas con la retórica de ‘errores’ en lugar de ‘crímenes’, por supuesto– esto ha resultado insuficiente para expandirse más allá de su sólido tercio del electorado. Incapaz de atraer a los votantes más progresistas, hay señales de que se está moviendo hacia una mayor reivindicación del legado de su padre a medida que se acercan las elecciones.
En cualquier caso, es probable que Bongbong Marcos esté prestando atención a los resultados de Keiko en el Perú en abril. Podría ser un estudio de caso perfecto para sacar conclusiones respecto de cómo debería él postular a la presidencia. Mayor razón para que los demás filipinos estén al tanto también de lo que está pasando al otro lado del Pacífico.