Ficción histórica – Novela sin nombre
En la película hollywoodense We were soldiers (Randall Wallace, 2002) [Fuimos héroes] aparece brevemente un soldado del Ejército Popular de Vietnam. Antes de morir en combate contra tropas estadounidenses, este se despide de la foto de quien podemos presumir se trataba de su novia. Recuerdo haber pensado que más bien quería ver la película de ese personaje en lugar de a Mel Gibson. Novelas históricas como Novela sin nombre de Duong Thu Huong nos ayudan a acercarnos a ese lado de la guerra estadounidense-vietnamita.
Lejos de ser una mirada triunfalista y/o nacionalista, Duong Thu Huong nos presenta a un protagonista, Quan, desilusionado con la guerra. Lejos están los días de su entusiasmo juvenil, cuando contagiado por el espíritu que el historiador Christoph Giebel denomina la tradición de resistencia heroica contra la agresión extranjera se enlistó junto a sus amigos de la aldea en el Ejército Popular (también conocido en la historiografía occidental como el ejército de ‘Vietnam del Norte’). Uno de sus amigos ha perdido la razón, otro ha ascendido mucho más que él, y se entera de la muerte de su hermano menor, quien -según él- jamás debió haber ido a la guerra y más bien debió haberse dedicado al estudio. Asimismo, durante una licencia detrás del frente de batalla, toma un tren en el que viajan un par de altos funcionarios del partido comunista que se dedican a mofarse de Marx y de las masas que se sacrifican en su nombre. Finalmente, durante la ofensiva final en la que terminan por derrotar completamente al Ejército de la República de Vietnam (los así llamados ‘sur vietnamitas’) uno de sus subalternos se dedica a destruir los televisores y medicamentos dejados atrás por aliados de los estadounidenses. Al recriminarle por su actitud, argumentando que todo ello podría haber sido utilizado por el pueblo, este le contesta
Mira, el pueblo existe de vez en cuando, pero tan solo es una sombra. Cuando ellos [los altos jerarcas comnistas] necesitan arroz, el pueblo es el búfalo que arrastra el arado. Cuando necesitan soldados, cubren al pueblo en armadura y le ponen armas en las manos. Cuando todo está dicho y hecho, en los festivales, cuando llega el momento de los banquetes, ponen al pueblo en un altar, y lo alimentan de incienso y cenizas. Pero la comida de verdad siempre es solo para ellos. (275)
A la desilusión política se suman los horrores de la guerra en la selva. La mayoría de los combatientes vietnamitas provenía de ciudades o de aldeas agrícolas, de manera que para ellos la selva era un lugar tan ajeno como lo era para los soldados estadounidenses. Las penurias físicas a las que estaban expuestos son retratadas de manera rigurosa. Los combatientes vietnamitas en la novela carecen de medicinas, alimentos e incluso de contacto con sus familias. Algunas cartas llegan con años de tardanza.
La tradición de resistencia heroica contra la agresión extranjera sigue siendo muy fuerte en el imaginario colectivo de Vietnam. Ello, sumado a las restricciones impuestas por el gobierno comunista, le han valido castigos por parte del gobierno a la autora, Duong Thu Huong -quien además fue combatiente en la guerra. Quizá precisamente por eso es que Novela sin nombre resulta valioso, en la medida en que constituye un contradiscurso frente al que quiere establecer el Estado. En ese sentido, nos permite aproximarnos a un lado difícil, pero no por ello menos real, de la guerra estadounidense-vietnamita.
No parece estar disponible en bibliotecas en Lima, pero se puede obtener aquí.