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Apukintu

 

“Tras de la iglesia, el cerro protector del pueblo aparecía rojo, cubierto a mantos por las flores del k’antu…El viejo miró hacia la alta montaña.
– ¡Yo te prefiero, Apukintu! Te han robado flores – dijo.”
(Todas las Sangres 2001. p: 8)
La primera mención de alguno de los cerros, en la primera escena de todo el libro. El viejo se encuentra en el campanario, antes de sorprender a todos los que saldrán de la iglesia. El “gran señor” Aragón de Peralta prefiere al Apukintu, que está detrás; pues sus hijos son para él caínes y parricidas, el cura es anticristo. El viejo se reclama desde una altura que “no es solo de Dios”, desde su altura de caballero, de noble, cuya sangre se encuentra en la fundición y en la materia de las campanas. El viejo anuncia y repica su muerte, su voluntad de entregar todo a los indios, a aquellos que dependían de él, y que eran limpios. El viejo dejará para entregarse. Dicen que se ha vuelto como indio, cree en los cerros, pero no deja de ser señor por Dios y no deja de juzgar en su nombre. Dios se encuentra más alto, el Apukintu detrás; los hombres libres son caínes y anticristos, los indios son hijos de Dios y del Apukintu. El “gran señor” se hace hijo del Apukintu porque los hablan de Dios atentan contra él.
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Los seres de los cerros

“Ya se patrón. Conozco al indio. Voy a inventar que en la mina hay un amaru grande que come indios
– ¿Amaru?
– Si patrón, culebra grueso como el cuerpo de un toro padrillo, largo que no se llena con diez hombres. Voy a decir que es hijo del cerro, del Apark´ora que no quiere que saquen su mineral (…)”

(José María Arguedas, Todas las Sangres. Lima: PEISA, 2001:116)

Como ya se ha mencionado con anterioridad existencia de elementos animados esta muy presente en la obra de Arguedas, sin embargo, muchas veces parece ser un recurso literario (no imaginario) que pretende resaltar la conexión y relación horizontal con la naturaleza.
En esta cita vemos otro tipo de ser animado, el Amaru, hijo del cerro Apark´ora. Esta es la creación del cerro para defender sus intereses, como podemos ver este se comporta como ser humano y tiene entendimiento como cualquiera, sin embargo no es como los dioses o imágenes cristianas: genéricamente buenas. Estas son capaces de hacer daño si es que es necesario.
Arguedas, introduce entonces a su relato diferentes voces que le dan ambiente a la historia de este modo estos seres sobrenaturales del panteón andino no podían quedar de lado, los pagos a la tierra, las ceremonias a los wamanis, así como la organización de las comunidades andinas, entre otros, se acercan al lector, a través de la creación literaria. Los cerros aquí son seres que generan respeto, la intrusión como lo es la exploración minera, se ve como una posible ofensa, por lo que la figura del Amaru es algo para temer y tener cuidado.

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