Religión y ritual. El mundo sobrenatural

Autor: Monika Banach

“Kukachay” Awkikunapa makimpim, pallay llikllapa pampampim, willakuy kiputam paskanki; mastasqa qumir rapikim, tukuy willakuyta willakun.

“Mi coquita” Puesta en las manos del sacerdote andino, y sobre la hermosa manta de adornos bordados, descifras el futuro y sucesos, tendida tus verdes hojitas, descubres y descifras secretos.

“Mój listku koki” W rękach andyjskiego kapłana, na pięknym obrusie wyszywanym, odczytujesz przyszłość i zdarzenia, ułożone twe liście zielone, odkrywają i odczytują sekrety.

Juan Perfecto Escajadillo Roca

Resumen

A base de los relatos recogidos, en el trabajo se muestra como los habitantes de Utec comparten cierta visión asociada a los cerros que rodean el pueblo, a la tierra y el agua. Por lo tanto, realizan rituales con el fin de protección, solicitud o oración, realizados tanto en la vida cotidiana como en el tiempo de fiesta. La visión se refleja en los mitos conocidos en el pueblo, cuyos elementos tienen características panandinas. Como la mina es una parte importante de la vida y historia de Utec, también existen ciertos mitos, costumbres y creencias tales como los chinchilicos, asociadas al trabajo de los mineros. En el pueblo se celebran varias fiestas religiosas, entre ellas la fiesta de la Mamacha Asunta, patrona de Utec, cuya historia esta asociada a la hacienda de Viseca, y fiestas costumbristas tales como fiesta del agua o herranza del ganado.

Imagen en la pared de la casa hacienda Viseca

Ilustración 1: Imagen religiosa en las paredes de Viseca

Ilustración 2

Ilustración 2: Imagen religiosa en las paredes de Viseca

Ilustración 3

Ilustración 3: imagen religiosa en las paredes de Viseca

 

 

El mundo de las creencias

La concepción del siguiente trabajo era tratar de recoger, en un tiempo muy corto, la mayor cantidad de expresiones y relatos posibles sobre la imagen del mundo de las creencias, tanto aquellas religiosas como tradicionales, vigentes en la vida “de cada día” y en el tiempo de celebración en la actual comunidad, en el pueblo del Utec. Se encuentra aquí lo que compartieron conmigo los utequinos con generosidad, dedicación y paciencia, y también mis intentos de proponer una interpretación de las creencias asociadas con el cerro la mina y la vida ritual en la cosmovisión andina.


Las creencias y mitos asociadas al lugar donde se vive y lo que eso conlleva nunca quedan separados de la identidad de un pueblo o una nación. Por eso, aunque a veces parecen ser demasiado antiguos o separados de la realidad por su carácter mítico, de ninguna manera deberían estar condenados al olvido, ni declarados inútiles o vergonzosos. Queramos o no, son una parte de la memoria que es una parte de la manera como miramos al mundo de hoy.


Agradecimientos

En este lugar, quisiera agradecer con todo mi corazón a los utequinos que aceptaron hablar conmigo dándome la información que es la base de este estudio. Agradezco especialmente a Alfonsa Huamani, Julio de la Cruz y sus hijas, Candy Chávez, Felipe Gómez, Fran Huamani Gómez, Isaac Peñafiel, Jhoan Frank Huamani Calderón, Kenda Nayeli Reyes Huamani, Margarita Gonzales, María Puza, Medalie Huamani Gómez, Rosa Guerra Crisóstomo, Rubén Sante Montoya, Zenón Gerardo Camargo, Señora Irene, Señora Vicenta.

También mi agradecimiento al profesor Roger Gonzalo Segura de la Pontificia Universidad Católica del Perú, que me ayudo con la traducción de los relatos en quechua.

Ilustración 4Ilustración 4: Saywa

 

Metodología del trabajo

La información fue recogida durante una semana del trabajo de campo entre el 5 y 11 de mayo del año 2013, en base a entrevistas y observación realizada en el pueblo de Utec y en el entorno de la casa hacienda Viseca. En la cuestión de los pagos o pagapas, me apoye también a algunas las entrevistas hechas en Puquio. La mayoría de las conversaciones fue grabada, gracias a cual era posible también traducir algunas de ellas hechas en quechua – parece que varias personas, a pesar de la barrera lingüística, sentían la necesidad de compartir sus historias. Aquí presento algunas de ellas en original y su traducción. Cuando mis interlocutores disponían del tiempo, también trataba de pedir que me acompañan a los lugares de mayor importancia ritual o religiosa. Efectivamente, ir a tal lugar, explicar el curso del rito, dejó entender mejor las informaciones que compartían las personas. Es difícil definir la edad o el genero de las personas entrevistadas – hable con personas con varia edad, tanto con los hombres como las mujeres. Pero debe tenerse en cuenta, que los relatos citados en el trabajo (aunque ellos son solo la muestra de lo que fue recogido), provienen de las personas en la edad en el alcance de 40 – 70+. Muchas veces los jóvenes y niños también con ganas venían con una mano de ayuda. El tema de trabajo trata del punto de vista de la población en general, así que no se hacia la énfasis de hablar con las personas que cumplen las roles sociales especiales, a excepción de los que se ocupan de algún rol relacionado al culto religioso o un rol especial en la realización de las costumbres, dado por instituciones tales como la comunidad o reconocido por los habitantes en general. Al final, en el apéndice con las ilustraciones se puede encontrar un mapa de espacio simbólico que fue construido durante la semana del trabajo de campo, completando la información, con el fin de ilustrar la intersección de los significados en los espacios en el territorio del pueblo.

Ilustración 4Ilustración 5: Utec y Santa Bárbara

La vida de los cerros

Los habitantes de Utec comparten cierta visión asociada a los cerros que rodean el pueblo. Teniendo en cuenta los varios lugares de ascendencia de los utequinos[1], es difícil definir exactamente el origen de de estas creencias, por lo cual vamos a asignarles simplemente al grupo de las creencias andinas en general.

Según los relatos recogidos, los cerros están dotados en su propia vida, que les deja actuar según tales circunstancias y tomar ciertas acciones, cuyos efectos son visibles para seres humanos y a menudo afectan directamente a ellos. Con el cerro, wamani o apu wamani, se conversa, como con un ser humano, se le pide ciertas cosas, se le trae ofrenda.

Entrevista # 1

“Porque el cerro está viviendo! Como una persona, dicen, que es el cerro – por eso le llevan su vino, coquita, cigarro, llevan unas cosas, le entregan al cerro y no te hace nada. Si no llevan – a veces hay consecuencias y muere la gente, porque se les viene una roca encima. (…) En el mes así de agosto – si te caes, ¡la tierra te agarra al toque! No te puedes caer por que te enferma, te empieza a doler la rodilla y todo esto. En agosto dicen que el cerro está abierto.”

Como podemos ver en la narración, el cerro es comparado a una persona, y en el caso de no cumplir con lo que espera puede convertirse en una fuerza peligrosa para el ser humano – cuando el cerro (y se refiere a los más grandes) está demasiado “encanto”, especialmente en el caso de personas jóvenes e inocentes. El tiempo especialmente delicado en cual ocurre este tipo de acontecimientos es el mes de agosto, considerado en la cosmovisión andina como el tiempo de la apertura de la tierra. Lo que puede ocurrir es un daño físico, hasta muerte, o también desaparición temporal o definitiva de la persona, como por ejemplo en el siguiente relato:

Entrevista # 2

“Cuando una ‘chiquita’, así como usted también, se va sola, lejos, ahí se abre la tierra. Se tapa y se la lleva. Cuando le conviene, suelta, y la persona vuelve. Esto pasa, cuando uno está solo, cuando hay nube (diciembre, enero, febrero o marzo). Igual puede agarrar a varón o a la mujer: le chapa. Cuando vas a la montaña y caminas fuerte, cuando vas a arriar la tierra con ovinitos, cabra, llama… Ahí te pasa, lejos, en las pampas, en campo.”

La creencia relacionada al cerro, se refiere también tanto al agua, por tener su origen en el cerro, y a la tierra misma, por pertenecer a la misma concepción de la naturaleza viva en el mismo sistema temporal. Por eso, como vamos a ver después, la ofrenda para el wamani y la ofrenda para Pachamama se parecen, tanto como se parece la forma de actuar de uno de los dos, por ejemplo, tanto uno como el otro puede “agarrar” hacerle daño a una persona, pero a la vez da fruto, escucha las oraciones, conversa con el campesino.

Entrevista # 3

“Señor Pachamama, Señor Muya. Señor Muya, Pachamama, Taytallay Tayta, qamch kumpininki kaypi kanaypaq.”

“Señor Pachamama, Señor Muya[2]. Señor Muya, Pachamama, Dios mío, Dios, seguramente tú has permitido (convenido) para que yo esté aquí.”

Como podemos ver en el primer relato, la acción que uno puede emprender para protegerse del daño provocado por el cerro es realizar un pago, o pagapa como lo llaman habitantes de Utec. Pero el ritual de pagapa, como vamos a ver ahora, mucho mas que solamente protección.

Ante todo, expliquemos que es y de que consiste pagapa. Extrayendo el denominador común de las conversaciones que tuve con los habitantes de Utec, la conclusión sería la siguiente: pagapa es un ritual dedicado al agua, cerro o tierra, realizado por persona en forma de ofrenda, con la intención que puede variar, con el fin de protección, solicitud o oración, realizada tanto en la vida cotidiana como en el tiempo de fiesta; puede realizarse de la forma individual o colectiva.

Un día antes del día central en que se pagapa, hay que preparar la ofrenda que generalmente consiste en:

  • hojas de coca,
  • trago (cañazo),
  • chicha fermentada,
  • vino,
  • habas/papas/maíz/quinua/achira
  • harina o llampu (maíz blanco molido) – en el caso de pagapa al cerro.

Durante la realización de la ofrenda se “abre la tierra” y en el mismo lugar, debajo de la tierra, se deposita “condimentos” o “especias” anteriormente mencionados. Cada uno de ellos tiene su lugar exacto donde tiene que estar puesto. Cuando se pagapa para el agua, durante la bajada al pueblo del lugar de “origen” (que vamos a ver más adelante), siempre se evoca el nombre del agua, pidiendo que se aumente su cantidad. El ritual dedicado al cerro, por ejemplo el día de la herranza de ganado, se realiza mediante una oración o conversación con el cerro, parecida a la conversación con una persona, donde se pide por ejemplo la salud de los animales y su numerosa reproducción.

Sin embargo, se subraya firmemente, que antes de conversar con el cerro o el agua, es necesario acudir a Dios, por que él es el creador de todas las cosas en el mundo. También se señala la diferencia entre la cosmovisión asociada a la tierra, cerro y agua, Pachamama y wamani y las “cuestiones espirituales”, que son las de Dios y sus santos. Por eso también la persona que va a preparar el pagapa, invoca a Dios, para que le ayude a cumplir bien su trabajo.

Quien realiza el ritual de pagapa, según la mayoría de los interlocutores, tiene que ser alguien, que se ocupa de este tipo de actividades y está bien preparado – hay unos que lo saben mejor que otros. El curandero, pongo o curioso, como se llama a aquellas personas en Utec, cobra por su trabajo una cantidad de dinero. Por eso a veces es mejor pedir el trabajo a uno, que tal vez cobra mas caro pero sabe realizarlo con mayor eficacia. Hay personas que viven o habitan en Utec, que saben de este oficio, pero también se pide a unos de otros lados, tales como Puquio, San Juan, Lucanas o San Cristóbal:

Entrevista # 4

“Curandero sabe… hombre profesión esto sabe pagapando cerro. Kaypi kanchkanchu manachu hina. Pukyu tiene. San Juanpi kanchus hina unos cuantos hombre hay, el que sabe pagapar. Chay chay pay partirikunyá avis ni hampichikuniku ñuqayku, chay chay yachaniku chayta, curanderokuna hamun, hinas cerroman derechan, tukuyta hámpiwanku. Así así. San Juanpi kanmi unos cuantos. (…) Manam kanchu waka, cerropipis manam kanchu hampiq: viejito yastá bajao ya, ya no puede.”

“ Curandero sabe… Hombre profesión esto sabe pagapando cerro . Aquí existe o tal vez no. Hay un pozo. En San Juan podría haber algunas personas que saber pagar (a la tierra). Ese, él lo parte, pues. A veces nos hacemos curar nosotros; nosotros sabemos eso. Los curanderos vienen, dicen que así se dirige (ruega) al cerro y nos cura a muchos. Así así. En San Juan hay unos cuantos. (…) No hay un adoratorio (waka), y del mismo modo en el cerro no hay curanderos: ya están muy viejitos y están de bajada, por eso ya no pueden (curar).”

Vemos, que el poder del pagapador y su habilidad de curar, esta conectada con el poder del cerro. Según Juan Ansión, “el poder del Wamani es peligroso para los hombres, y es por eso que deben protegerse fumando tabaco y mascando coca, rito que cumplen las personas que ofrecen el pagapu y por tanto se sitúan en la frontera del mundo de <<adentro>>. (…) el alcohol que se bebe en estos casos (…) impide que te <<agarre>> ya sea el espíritu del cerro o la tierra, ya sea la enfermedad o la muerte.”[1]

En el caso de pagapa para el agua, la ofrenda es depositada en lugar llamado “el origen” o puquiura – el lugar de donde sale el agua. Según la creencia, tiene que ser un lugar donde no llega mucha gente, solamente el pagapador y sus ayudantes (uno, hasta dos) en el tiempo de realizar la ofrenda, porque para la comunidad es un lugar que se puede calificar como un lugar sagrado, debido a la creencia asociada a la tierra. Una vez terminada la pagapa, se puede empezar con las actividades de la fiesta – el baile, los cantos. El ritual de pagapa al cerro también se realiza en un lugar donde solo llega la persona que lo efectúa y sus ayudantes.

Como vamos a ver más adelante, la pagapa se realiza ante todo en agosto, durante la fiesta del agua, pero también en el tiempo de herranza del ganado o asociaciada con el trabajo en la mina. Hay casos de pagapa, donde uno la realiza en su chacra en la forma mas individual.

Como hemos visto, dentro de la creencia general sobre los cerros como entidades vivas, la comunidad reconoce cerros, que considera como el apu o wamani – el cerro Santa Bárbara, donde está actualmente instalada la empresa minera, y el cerro Chitullia, donde hubo intentos infructuosos de empezar la extracción. Como podemos ver en el relato de un minero, que antes trabajaba en la mina:

Entrevista # 5

“Santa Bárbara es sirena pue. El cerro Chitulla, ese que es un chico, no sé, waq mana waq minata hurquspa atinkuchu. No se puede. Naruptin déjarunku. Kaypi lliw lliw (…) kanan llankachkanmi kaypi. Mansachin, confiankunsi. Hinaptinsi llankakunku, pero acá allin hinach kaspa. Narun, hinaptin mana síguinkuchu. Dejarunku ukumantataq uchku rurañam, chaytapis dejarun. Manach chika allinchu. Mana confiakunchu. Hinaptin dejarunku, mana llánkanchu. Kayta seguichkanmi kaypi. Mansa, may ukupicha kakun. Kayta seguichkanmi kaypi. Mansa, may ukupicha kakun. Antes llánkarani ñúqapis, viejoyaspam ya no. Manaña llankapunichu kaypi. Antes sí. Como 18 años, eso nomás sé… 20 tantos dejarukuni pasakuniña. Manam llánkanichu. Chaymi ariki chaymi chay unquchiwaptinkuna chay curanderokuna hampiruwaq hinaptin pasakuni. Ariki. Chaynata hampikun curanderokuna…” 

“Santa Bárbara es sirena pue. El cerro Chitulla, ese que es un chico, yo no sé. No pueden sacar la mina. No se puede. Por eso lo dejaron. Ahí todos ahora están trabajando, ahí. Dicen que lo amansaron, se confían. Y así se trabajan, por eso seguramente están bien. Este, y así no lo siguen. La han abandonado desde adentro, ya era como un túnel, y eso también lo dejaron. Seguramente no está bien. No se confiaron. Por eso la dejaron. No trabajan. Y esto sigue aquí. Ya manso, dónde estaría en el interior. Antes hasta yo trabajaba, como ya me vuelvo viejo, ya no. Ya no trabajo ahí. Antes sí. Por lo que sé, como a los 18 años… a los 20 lo dejé y ya me fui. Ya no trabajé. Por eso, pues, cuando me hacían que me enferme, esos curanderos me curaron y así me fui. Claro. Y así curan los curanderos…”

 

El cerro de Santa Bárbara, a los pies de cual está ubicado el pueblo de Utec (Ilustración 1) es considerado como “sirena”, mujer, a veces por su nombre femenino, pero también por ser fértil y compartir sus riquezas con la gente. Se dice que ya le “amansaron” y que ya le tienen confianza. Chitulla (Ilustración 2) a su vez, se le considera como hombre, por ser “fierro” o “bravo” y por su rechazo de compartir el mineral. Los mineros no ‘se confían’, por eso han dejado los trabajos empezados ahí, porque “no se deja que se escarbe, se muere la gente rápido, quien trabaje – ahí mismo muere”.

 Ilustración 8

Ilustración 8: Chitulla

 

 

Según mito bien conocido en Utec, los dos cerros forman un tipo de relación y se hablan entre ellos:

Entrevista # 6

“Mi abuelito decía, que Chitulla le llama:

— Barbara!

— Que?! — responde Sta. Barbara.

— Suqsiy[4] que estás dejándote que te trabajen! Todo te a calateao ya.

— Y, ¿tú? Tú también has llevado mi plata! Pero yo me mantengo a mis hijas. No es [soy] como tú. Tú no le trabajas, no le dejas que te trabajen, que le mantenga los hijos, criaturas. Yo me dejo que esté trabajando pué.— Dice que contesta. Le llama media noche.”

Existen otras versiones del mito, donde los cerros hasta que se insultan, desafiándose entre sí, uno por dejarse abusar y otro por no querer compartir. Buscando más profundamente las razones de la ingenerosidad del cerro de Chitullia, según los habitantes de Utec, podemos llegar a las siguientes:

Entrevista # 7

“en sus sueños, dicen, que [Chitullia] pide un almo de mostaza – si quieres trabajar, trabaja, pero un almo quiero, el cerro pide la muerte de la gente”

Entrevista # 8

“Hay historia de los abuelos, que en sus sueños les han revelado, que este sitio pide un almo (dos tazas o tazones) de quinua o achita, esa cantidad de gente… Ellos piensan que esa cantidad de gente quiere el cerro para dar su riqueza, el que quiere trabajar… Usted fíjese en la tienda a la quinua… Menudito eso es! Menudito! Esa cantidad pide! Cuantos millones será! Ni en mundo entero puede haber tanto! Esa cantidad de gente cuando habrá? Cuándo será?… Según relaciones antiguas, ahí no pueden trabajar [en Chitulla], el cerro es bravo. Han probado, pero cundo quieren trabajar hay accidentes. Pero esa si [Sta. Bárbara] – como es mujer se puede trabajar”

Entonces, el que quiera aprovechar de las riquezas acumuladas en el interior de la montaña tiene que hacer un pago o pacto con el cerro de Chitulla. El cerro pide entonces un almo (un recipiente de madera, de forma rectangular, usado como medida) de quinua, pero su verdadera demanda es sacrificar la misma cantidad de vidas humanas que los granitos de quinua. Es un sacrificio muy difícil, por lo cual podemos ver que causa ira de la persona que nos da el relato.

Para ordenar un poco, tratemos de reconstruir la historia de las relaciones entre los dos cerros.

El cerro de Chitulla, hombre bravo pero al mismo tiempo un poco cobarde, posee varias riquezas dentro de su cuerpo, que no quiere compartir con nadie. El cerro de Sta. Barbara es una mujer mansa, fiable, rica en mineral y siente la necesidad de compartir sus riquezas con las criaturas humanas, los mineros y sus descendientes. Por eso tambien, no tiene miedo de robarle el mineral del Chitulla, el cual es transportado en los cargones de vicuñas. Por eso los cerros, a medianoche, se chocan, se hablan y pelean, insultándose. Chitulla le culpa a Sta. Bárbara, por ser demasiado generosa y compartir su cuerpo con todos, dejarse perforar, como una mujer indigna y además – por robarle su mineral que tanto vigila. Ella por otra parte, le acusa de ser cobarde y no contar con el bien de los humanos. Al mismo tiempo, Chitulla revela en los sueños de varias personas, que va a dejar que se lleven sus riquezas solo bajo una condición – sacrificio de un almo de quinua. De lo contrario – mata a todos los que intentan a acercarse. El pueblo de Utec, situado entre los dos cerros es un testigo de sus peleas.

Los dos cerros llevan rasgos de un espíritu llamado en los Andes wamani o apu. El espíritu de la montaña pertenece al mundo de adentro, se comunica por los sueños, por la noche, por su oposición al día. Las ofrendas que piden los wamanis son obligatorias – el que quiera engañarle o simplemente omitir lo que el espíritu pide, se expone a su ira, lo que puede tener graves consecuencias[5]:

Entrevista # 9

“Una vez trataron de empezar a sacar el mineral del Chitulla, y dicen, que entraron y derepente el hueco se convirtió en una iglesia, y de ahí el cerro se cerró, y les botó a los 5 muertos…”

Según Juan Ansión, “de cierta forma, el Wamani representa el espíritu de la comunidad al facilitar a nivel ideológico la cohesión entre sus miembros (…). Pero, por otro lado, tiene todas las características de un gran señor cuyo poder se pone de manifiesto en su gran riqueza. El termino Apu, que también sirve para designar al Wamani, significa a la vez señor, poderoso y rico.”[6] Pero, como podemos leer en una amplia literatura sobre los andinos, espiritus de la montańa, raras veces son los wamanis identificados con la mujer. Por eso el positvo poder feminino de Sta Barbara tal vez seria mas familiar al generoso y fertil poder de la tierra misma, Pachamama.

Entrevista # 10

“La tierra vive, por eso hay que dar pagapa para que dé fruto, mineral, por ejemplo este cerro es femenino – así reconocen los que trabajan”

Eso tal vez podría explicar la sorprendente facilidad con cual “ella” se lleva las riquezas de “el” en la forma de los cargones de vicuña. Tendrá el poderoso Chitulla algo de la debilidad a que le acusa Sta. Barbara? Tal vez de esta manera se pone de manifesto el carácter ambivalente de los wamanis – de un lado bravo e inaccesible, del otro – manso y fértil.

Las creencias asociadas a la mina

Todo lo que hemos visto hasta ahora, nos indica la importancia que tiene la mina en el pensamiento mítico de Utec. El cerro más importante es Santa Bárbara, presente sustentadora de los habitantes. En la tradición católica, Sta. Bárbara es la patrona de las profesiones que manejan materiales explosivos, entonces tambien el trabajo en la mina – en varios lugares en el mundo, los mineros celebran el día de esta santa como su fiesta.[7] El mito sobre la inusual función que tiene aquí el cerro que lleva el nombre de la santa, pero también la manera de hablar sobre “ella” no nos permite pensar de este cerro en particular de otra manera que como sobre un verdadero cuerpo de una mujer, que da la luz al mineral y da de comer a las “criaturas” – la gente. Además frecuentemente vemos en los relatos, que los que está alimentando, son concretamente sus hijos. De esta manera podríamos llegar a la conclusión, que la gente son hijos del cerro o tierra, Pachamama. Como escribe Carmen Salazar-Soler en su trabajo sobre la vida y mentalidades mineras – la mina ciertamente es concebida como el cuerpo de la madre tierra, “la mina es asimilada al vientre de la tierra madre. La creencia es que los minerales, como las plantas, crecen al interior de la tierra y cumplen un ciclo de desarrollo (…)”.[8] También es interesante la tesis de Jean Berthelot sobre coincidencia entre la mina y el cerro mismo que explicaría por que en la época incaica se adoraba las montañas donde estaban ubicadas las minas.[9] Creo que vale la pena mencionar también uno de los trabajos de Thérèse Bouysse-Cassagne donde menciona “una figura de Virgen — como la de la mina de Oruro, por ejemplo, que es venerada incluso bajo el significativo nombre de Mamita del Socavón — pudo haber sido confundida por los indios, no con el cerro mismo, sino, como lo indica su nombre, con el culto a la «mamá» del mineral. Existen, además, múltiples representaciones de vírgenes pintadas sobre grandes piedras, como en Urcupiña, en la región de Cochabamba, que validan esta interpretación.”[10]

Estos ejemplos nos permiten entender el hecho de que los mineros de Utec, utilizan unas formas de pacto o pagapa individual o colectivo, para protegerse y asegurar una labor segura y fructífera. La pagapa individual suele tener la misma forma que ya dijimos antes, en este caso igualmente: las hojas de coca, vino, chicha, llampu (maíz molido) y clavel de tres colores (que no fuera mencionado antes). Todo esto se deposita en un hueco en la tierra para tener un trabajo seguro. Pero a veces un grupo de mineros prepara una ofrenda colectiva, mas compleja, como por ejemplo una provocada por el accidente que tuvo lugar en Utec, durante la construcción del relave, cuando una parte de la maquinaria se cayó adentro, causando daños considerables. Para protegerse de estas situaciones y “para que el cerro no agarra mas” se hizo una ofrenda de sangre, donde se sacrificó un cachorro, cortándole el cuello, botando la sangre a la tierra y enterrandolo junto con las hojas de coca, caramelos, cigarros y vino. Después del sacrificio realizado al pie y para el cerro Sta. Bárbara, los participantes de la ofrenda se sentaron en el lugar, hablando, brindando y chacchando hojas de coca. Como escribe Carmen Salazar-Soler analizando el significado de una canción de herranza de vacas en Chumpo, Ayacucho, “(…) el minero debe hacer ofrendas antes de abrir la mina (…). El que olvida el carácter divino de la montaña y no le hace ofrendas necesarias corre el riesgo de convertirse en un espanta-cóndores, dicho de otra manera, de perder la vida. Recordemos tambien, que en un testimonio presentado antes se dice que el Wamani escondió el mineral de una montaña para proteger a la comunidad de la instalación de una compañía minera”[11].

Se puede considerar esta interpretación en el caso de analizar una versión del mito sobre Chitulla, donde el cerro no deja abrir nueva bocamina a los representantantes de una de las empresas mineras, que empieza a encontrar ahí las vetas de oro de buena calidad, pero por la noche en los sueños del ingeniero y otras personas que trabajaban en este sitio, el cerro revela la condición necesaria para seguir trabajando:

Entrevista # 11

“Si tu quieres trabajar al pie de mi, pues paga me tanta cantidad de quinua y de achita, si no – no lo hagas.”

Desafortunadamente, como dice el cuento, los trabajadores no consideran la demanda (entendida, como ya hemos dicho antes, como sacrificio humano) y mueren trágicamente. Desde aquel tiempo, se dice, que los trabajos en el cerro de Chitulla fueron abandonados.

La vida dentro de la mina se manifiesta también de otra manera. Para acercarnos a ella, veamos ahora el siguiente cuento, que compartió un ex-minero utequino:

Entrevista # 12

“Una vez uno apareció en la mina – los [dos] mineros dijeron:

– Como apareció aquí este niño?!

Pero el chinchilico vino y dice:

– Yo no soy un niño, sino el dueño del cerro. Le voy a dar una piedrita de oro a cada uno para que ya no tengan que trabajar. Pero ya nunca más pueden volver a trabajar en la mina.

Uno y otro había llevado [el oro], felices que van a comprarse algo, prometieron que no van a volver a la mina. Pero uno de ellos era codicioso y dijo:

– Tal vez voy a volver a trabajar en la mina para ganar mas dinero…

Cuando volvió – el cerro se lo llevo y [el minero] murió.”

 

En Utec, los chinchilicos se describen como unas entidades que viven en el socavón, más que todo – unos “duendecitos chiquitos con todo, con sus gafas y bien equipados”, que se parecen a las personas o niños (por su estatura baja), pero al acercarse – desaparecen. Hay relatos, según los cuales los chinchilicos, cuando aparecen, puede ocurrir que reemplazen a los mineros en su trabajo – laboran, haciendo bulla como normalmente durante el trabajo, pero los mineros pueden en este tiempo descansar chacchando la coca.

Ahora bien ¿que significaría entonces ser “dueño del cerro”, como se llamó a sí mismo el chinchilico en el relato que acabamos de presentar? La entidad de los socavones de la mina de Utec, recordada más que todo por los mineros más ancianos, se parece mucho a un ser a cual Carmen Salazar-Soler, citada en el presente trabajo varias veces, dedica su trabajo titulado “Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras”, donde presenta una imagen de las ideas y representaciones que se relacionan al trabajo subterráneo en la mina, en un ejemplo de la sierra central peruana. El Muqui, como lo llaman los mineros de Julcani, también es un habitante del socavón, cuyos rasgos físicos, en los relatos presentados por la autora, equivalen a la entidad utequina llamada chinchilico. El origen de la criatura, no está claro, pero podemos considerar, que su presente forma lleva rasgos derivados tanto de la tradición europea como andina. Carmen Salazar-Soler describe de la siguiente manera los atributos del muqui como el dueño y guardián de la mina: “a pesar de que el Muqui era considerado por los mineros de Julcani como el dueño del mineral, la divinidad de la mina no estaba asociada con la génesis del mineral, sino que su poder de hacer aparecer y desaparecer el mineral era atribuido a su capacidad de transportarlo de un lugar al otro.”[12] El generador mismo del mineral es el cerro, el wamani.

El pacto entre chinchilico y los mineros cuya descripción presentamos, se parece también a los pactos que hacen los campesinos con el wamani en varios relatos del territorio de los Andes, en los cuales los defectos tales como avidez, están en conflicto con las normas vigentes en la comunidad.

El tiempo sagrado: fiestas religiosas y costumbristas en Utec

Como hemos visto hablando sobre las ofrendas que se realiza en Utec en varias ocasiones, el pueblo celebra varias fiestas, la mayoría de los cuales tienen lugar en el mes de agosto.

“En agosto el cerro se abre, porque en este tiempo hacen la pagapa a los cerros, por ejemplo la herranza de vacas. Les ponen nombre, les hacen una fiesta, hacen chicha, los dueños les ponen sus aretitos… Por ahí el cerro está abierto y tienen que dar su pagapa. Los señores que hacen pagapa les dan trago, cañazo… Hay personas que traen, que saben, les dicen pongo, pero aquí hay personas sencillas nomas que los dueños traen para que le haga pagapa al cerro. En la noche van le piden todo terreno, van al cerro a pagar, escarban la tierra y ponen [la pagapa].”

De esta manera, en el mes de la “apertura de la tierra”, tenemos en Utec:

  • Fiesta de la Virgen de Asunción – 15 de agosto
  • Fiesta de Santa Rosa de Lima – 30 de agosto
  • Fiesta del agua – entre 29 y 30 de agosto
  • Fiesta del ganado (o herranza de vacas) – durante el mes de agosto

Ilustración 9

 

 

Ilustración 9: Mamacha Asunta

 

Entre otros eventos importantes, aparte de las solemnidades centrales del año, los habitantes de Utec mencionan la Fiesta de las Cruces – el 3 de mayo, cuyo fragmento tuvimos la suerte de ver durante nuestro trabajo de campo.

La virgen de Asunción, llamada por los utequinos “Mamita Asunta” (Ilustración 3) es muy respetada entre los habitantes del pueblo. Se dice, que es muy milagrosa, lo que muestra el siguiente relato sobre un bello sueño que compartió una de las personas:

“Soñé, de que la Mamita Asunta me regalaba choclo de su poncho – así me regaló, dos choclitos! Y desde entonces cuando voy, por ejemplo a un mercado, la gente me regala cosas: los choclos, papita, me regalan… Es muy milagrosa!”

 

La historia de la Mamita Asunta también lleva las marcas de un milagro. Se dice, que “anteriormente, en un tiempo determinado”, en la hacienda de Viseca hubo una iglesia donde habitaba la imagen de la Virgen. Un día se produjo un incendio y la iglesia se quemó. Asustados los campesinos de la hacienda intentaron a salvar las figuras de los santos que se encontraban dentro. Dicen, que mientras la iglesia se estaba quemando, una paloma voló sobre ella y se dirigió hacia el cerro de enfrente, donde se instaló en una pequeña cueva, donde si se mira bien, hay hasta hoy una forma de la figura de la Virgen. Según una de las versiones de la historia, los comuneros de Utec se organizaron, la bajaron y la llevaron a la capilla del pueblo. Actualmente, en la Iglesia de Utec (Ilustración 4) se encuentra una figura de la Mamacha Asunta con su sombrero amarillo, entre otras figuras de los santos – la Mamacha Concebida o San Martin de Porres. También, en el campanario hay dos campanas cuyo origen también se menciona como de la hacienda Viseca.

Ilustración 10: Plaza y capillaIlustración 10

Mapa del espacio simbólico del Utec

En el apéndice al siguiente trabajo (véase la Ilustración 11), usted puede encontrar un mapa de espacio simbólico del Utec, qual fue construido durante la semana del trabajo de campo, completando la información, con el fin de ilustrar la intersección de los significados en los espacios en el territorio del pueblo.

La clave del mapa sería el siguiente:

  • las líneas negras simbolizan los lugares importantes del punto de vista de los relatos de los habitantes de Utec, que existen sustancialmente en el espacio;
  • las líneas rojas significan la presencia de los artefactos o rituales que pertenecen a la religión católica, incluso si se trata de un corto período de tiempo como por ejemplo una fiesta;
  • las líneas de color verde significan asociación al mundo de la mina o/y donde se siente fuertemente el simbolismo asociado a esta esfera; las líneas de color azul muestran los lugares importantes del punto de vista tradicional, tanto si hablamos sobre el pueblo de Utec en particular, como en una perspectiva del mundo andino como tal.

Ilustración 11

Ilustración 11: Mapa simbólico

Como podemos ver por ejemplo en el caso del cerro de Sta. Bárbara – hay lugares donde se cruzan los cuatro colores de las líneas. Esto significa, que el lugar, a pesar de su existencia como tal, en el mundo material, en el medioambiente, tiene su importancia del punto de vista de la religión católica, por la presencia de los cruces, guardianes del pueblo de Utec; del punto de vista de la minería – ahí es de donde se consigue el mineral; y al final, es un cerro que tiene su lugar importantísimo en la cosmovisión andina, identificado como participante activo en la distribución de la vida.

Conclusiones

El pueblo de Utec muestra una mezcla muy interesante de lo que vive del mundo tradicional y lo moderno que, otra vez toca la puerta de la comunidad. A veces la introducción de lo moderno parece dejar a las personas en la convicción de que si ya hay un mundo moderno, entonces, no puede existir otro. Pero lo que estuve tratando de presentar en este corto trabajo, indica algo muy diferente. Las memorias particulares sobre el mundo ritual, tanto como los recuerdos sobre los mitos repetidos por generaciones sucesivas, son una parte de la belleza, que no tiene por que perderse. ¿Quien dice que desaparecer es su destino? Por qué no tratar de hacerles a estos dos mundos servir al bien común del pueblo de Utec – lugar sobre cual hablan con tanta esperanza los utequinos.

Bibliografia

Ansión, Juan, Desde el rincón de los muertos. El pensamiento mítico en Ayacucho., GREDES, Lima, 1987

Bouysse-Cassagne, Therese, El sol de adentro: wakas y santos en las minas de Charcas y en el Lago Titicaca (siglos XV a XVII), Boletín de Arqueología PUCP, No. 8, 2004

Marzal, Manuel M., “Creencias religiosas andinas”, [en:] Marzal, Manuel M., La transformación religiosa Peruana, PUCP, Lima, 1988

Marzal, Manuel M., “La religión Quechua actual”, [en:] Marzal, Manuel M. (ed.), Religiones andinas, Enciclopedia Iberoamericana de Religiones, Editorial Trotta, s. 143-174

Salazar-Soler, Carmen, Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras., Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima 2006

Salazar-Soler, Carmen, Cuando la empresa se instala, el «diablo» se muda a vivir en los socavones, ANTHROPOLOGICA/AÑO XXVIII, N° 28, 2010, Suplemento 1, pp. 183-215

Santa Bárbara, Virgen y Mártir, https://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=14604 [15.07.2013]

Quechua – Spanish dictionary Runasimi on-line in AULEX: http://aulex.org/qu-es/?idioma=en

 

ILUSTRACIONES

Imágenes tomadas por Monika Banach:

  1. Wawa wasi “Los Mineritos”
  2. Tamizando cebada
  3. Las pinturas con motivo religioso de la hacienda de Viseca
  4. Las pinturas con motivo religioso de la hacienda de Viseca
  5. Las pinturas con motivo religioso de la hacienda de Viseca
  6. Saiwa o saywa – los habitantes de Utec pasando por los limites de sus territorios, colocan de esta manera las piedras para protegerse a ellos y a su hogar (saywa – frontera; lindero; límite; columna de energía viviente)
  7. Vista al Utec y cerro femenino de Sta. Bárbara, camino del cementerio
  8. Cerro masculino de Chitulla y vista a los maizales
  9. La Mamacha Asunta en el altar de la Iglesia de Utec
  10. La iglesia en la plaza de Utec (1833)
  11. Mapa del espacio simbólico de Utec. La clave: las líneas negras simbolizan los lugares importantes del punto de vista de los relatos de los habitantes de Utec, que existen sustancialmente en el espacio; las líneas rojas significan la presencia de los artefactos o rituales que pertenecen a la religión católica, incluso si se trata de un corto período de tiempo como por ejemplo una fiesta; las líneas de color verde significan asociación al mundo de la mina o/y donde se siente fuertemente el simbolismo asociado a esta esfera; las líneas de color azul muestran los lugares importantes del punto de vista tradicional, tanto si hablamos sobre el pueblo de Utec en particular, como en una perspectiva del mundo andino como tal.
Notas

[1]             La población de Utec se que identifica como “utequinos” y son mas que todo las personas que crecieron y viven en el pueblo. Tambien hay un grupo relativamente grande de personas con ascendencia exterior, cuales a menudo se identifican mas con lugar de origen suyo y sus familiares, que migraron hacia Utec por diversas razones (mineria, negocio, trabajo en educación, matrimonio). Entre lugares de origen se mencionaba entre otros: Puquio, San Juan, Lucanas, San Cristobal, Andamarca, Puno, Arequipa o Cuzco.

[2]             muya – probablemente: jardín, huerta

[3]             Ansión, Juan, Desde el rincón de los muertos. El pensamiento mitico en Ayacucho., GREDES, Lima, 1987, p. 121

[4]             suqsiy – desgastar , se desmorona, destripar, desnudar

[5]             Ansión, Juan, Desde el rincón de los muertos. El pensamiento mitico en Ayacucho., GREDES, Lima, 1987, p. 120 – 121

[6]             Ibidem, p. 121

[7]             Santa Bárbara, Virgen y Mártir, https://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=14604 [15.07.2013]

[8]             Salazar-Soler, Carmen, Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras., Fondo Editorial del Congreso del Peru, Lima 2006, p. 175

[9]             Berthelot, Jean, Une region miniere des Andes Peruviennes. Carabaya Inca et Espagnole (1480-1630), Paris, tesis de doctorado de tercer ciclo, EHESS, 1987 [en:] Salazar-Soler, Carmen, Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras., Fondo Editorial del Congreso del Peru, Lima 2006, p. 185

[10]           Bouysse-Cassagne, Therese, El sol de adentro: wakas y santos en las minas de Charcas y en el Lago Titicaca (siglos XV a XVII), Boletin de Arqueologia PUCP, No. 8, 2004, p. 59-97

[11]           Salazar-Soler, Carmen, Supay Muqui, dios del socavón. Vida y mentalidades mineras., Fondo Editorial del Congreso del Peru, Lima 2006, p. 186

[12]           Ibidem. p. 134

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