Los seres de los cerros

“Ya se patrón. Conozco al indio. Voy a inventar que en la mina hay un amaru grande que come indios
– ¿Amaru?
– Si patrón, culebra grueso como el cuerpo de un toro padrillo, largo que no se llena con diez hombres. Voy a decir que es hijo del cerro, del Apark´ora que no quiere que saquen su mineral (…)”

(José María Arguedas, Todas las Sangres. Lima: PEISA, 2001:116)

Como ya se ha mencionado con anterioridad existencia de elementos animados esta muy presente en la obra de Arguedas, sin embargo, muchas veces parece ser un recurso literario (no imaginario) que pretende resaltar la conexión y relación horizontal con la naturaleza.
En esta cita vemos otro tipo de ser animado, el Amaru, hijo del cerro Apark´ora. Esta es la creación del cerro para defender sus intereses, como podemos ver este se comporta como ser humano y tiene entendimiento como cualquiera, sin embargo no es como los dioses o imágenes cristianas: genéricamente buenas. Estas son capaces de hacer daño si es que es necesario.
Arguedas, introduce entonces a su relato diferentes voces que le dan ambiente a la historia de este modo estos seres sobrenaturales del panteón andino no podían quedar de lado, los pagos a la tierra, las ceremonias a los wamanis, así como la organización de las comunidades andinas, entre otros, se acercan al lector, a través de la creación literaria. Los cerros aquí son seres que generan respeto, la intrusión como lo es la exploración minera, se ve como una posible ofensa, por lo que la figura del Amaru es algo para temer y tener cuidado.

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