“Igual que los comuneros de Tinki llamé a la pampa; como potrillo, relinché desde el morro Santa Bárbara; fuerte grité, para hacerme oí por los mak’tas utek’. ¡Pero mentira! Viendo lo alegre de la pampa, de los caminos que bajan y suben del pueblito más todavía creció el amargo en mi corazón. (…) Solito, en ese morro seco, esa tarde, lloré por los comuneros, por sus chacritas quemadas con el sol, por sus animalitos hambrientos”. (J.M. Arguedas. Agua, en: Breve Antología didáctica. Lima: Horizonte, 2005:30)
Los espacios abiertos son escenario para la reflexión de los personajes de Arguedas. En este fragmento podemos percibir la contradicción y la indignación. La pampa y lo abierto que invitan al protagonista a sentir la pertenencia, a sentirse un comunero más, no pueden provocarle sino una profunda tristeza, un sentimiento de amargura por la injusticia, evocando a un mundo que se cierra y no guarda esperanzas para los comuneros que se han quedado sin agua por el monopolio del patrón. La pampa, que podría asociarse a libertad, se convierte en un espacio para sentir la fatalidad.