Gregorio Guardó los billetes en uno de los bolsillos de su chaqueta
– He estado ingeniero. Hey visto a los chicos chiquitos comer basura junto con los chanchos en esa barriada que le dicen el Montón. Todavía huele en mi pulmón la pestilencia ¿Es gente, señor, esos que viven más tristes que el gusano? El gallinazo les pegaba a los chiquitos ¡Carago, yo soy cristiano! El río, que dicen, apestaba; con el sol era pior y más pior con ese aguacerito de la costa. No hay cielo en la capital dicen. Me hey venido rápido. Los paisanos me atajaban. “¡Espera, espera…, de aquí vamos a entrar adonde vive la gente!” decían. ¡Carago mentira! Ahí están, años, escarbando lo que bota la gente. Yo, ingeniero, conozco al Redón… usted dice ¿quien puede más? Está bien. El ha estado cinco, seis años en Lima; el común le mandaba plata. Ha estado junto a la parada, al mercado grande. EL ha entrado fuerte a la capital que dicen.
– Esa es su ventaja Gregorio (…)”
Por un lado se considera que alguien que conozca la ciudad es más. Tomemos en cuenta que en la obra se presenta la valoración predominantemente negativa de los llamados indios por parte de los señores del pueblo, que entre su repertorio de calificativos se encontraba “la ignorancia”. El que conoce Lima sabe entonces más, tanto en conocimiento técnico como en el sentido de haberse vuelto más astuto (más “zorro”).
Pero este saber más significa también una especie de pérdida de la inocencia. La situación que lleva a esta pérdida de inocencia está para mi descrita en la cita, la condición miserable de quienes llegaban a empezar desde cero en la ciudad.
Dice el personaje de don Bruno respecto a Rendón Willka. Este saber más de estos personajes es tomado con cautela, genera pues así como admiración, desconfianza y esta desconfianza está presente en las relaciones que entablan entre los personajes mencionados, esto se hace más evidente en el caso de Rendón Willka.
Esta experiencia implica un trato diferente a la de cualquier otro indio, sin embargo no se vuelve un trato horizontal con los señores del pueblo, presenta la imagen entonces de alguien que se encuentra en el medio de estas dos clases. El vestirse de casimir es querer diferenciarse de los indios pero sin llegar a ser lo otro, por lo cual genera burla por parte de unos así como condena de parte de otros.