Caserío minero

“En el caserío de tan angostas calles gozaban las moscas sobre el piso al que lanzaban las aguas sucias, especialmente junto a la puerta y el corral de las pensiones y cantinas. Algunas de las cantinas pertenecían a mujeres “que se vendan “y, los días sábados, recibían mestizas de San Pedro y de la capital de la provincia. Los indios las llamaban ch´aran k´ara.
(…) Las radiolas tragamonedas que habían instalado ya en dos cantinas del caserío retumbaban en el bajo techo de calamina y en la callejuela. Tocaban música de moda y huaynos mestizos e indios daban al caserío un ambiente urbano ridículo, pero evidente.”

(J.M. Arguedas. Todas las sangres. Peisa: Lima 2001:129)
En esta cita notamos como lo urbano, en esta novela esta definido como lo moderno, las radiolas, los tragamonedas, pero así también por todo eso que es dañino y está asociado con vicios, sea el alcohol, el sexo, el juego.
Tal como cuando se describe el paisaje limeño, la descripción del campamento minero “de ambiente urbano” no parece ser nada favorecedor, por el contrario parecería irrumpir violentamente en lo que es descrito como pacífico y hermoso.

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