Luz en Puquio

“Por la noche, en el corredor de la municipalidad, alumbraba una lámpara de gasolina. Los faroles de las esquinas de la plaza apenas aclaraban el blanqueo de las paredes; la gente se veía, en esa luz, como sombras. Los faroles de kerosene aumentaban la oscuridad en el centro de la plaza. La luz del municipio pasaba por alto, como saliendo por una ventana, llegaba a la torre y a la cumbre de la iglesia; la cruz de acero de la iglesia se veía claro, el trapo blanco que colgaba de uno de sus brazos temblaba con el viento.”


(J. M. Arguedas, Yawar Fiesta. Lima: Horizonte, 1980: 71)

La luz es más que un espacio, un lugar común para describir la atmósfera de la narrativa. Lo que hace en este extracto la luz, es alumbrar la plaza pero oscurecer a las personas: se está concentrando la descripción en el entorno a los habitantes del pueblo, los cuales pasan cual fantasmas anónimos.

Otro punto que sobresale es el de la Iglesia; pareciera que Arguedas nos estuviera indicando que en la noche, esta luz artificial se dirige a los lugares significativos del pueblo: el espacio comunal y el espacio religioso. La cruz que se ve clara a la vez tiembla, da la impresión de ser frágil, inestable. Bajo ella pasan los indios, los mistis, todos por igual. Todos bajo la misma luz que los ilumina y al mismo tiempo, los esconde.

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