Es posible que una abeja zumbe bajo el almohadón
y bajo ella una gran hondanada de nada
Si es el silencio…
el silencio despreocupa a las más sinceras almas
a las armaduras del amor
Lovón Cueva, Marco. Las cuatro estaciones. Lima: 03 febrero 2013.
Es posible que una abeja zumbe bajo el almohadón
y bajo ella una gran hondanada de nada
Si es el silencio…
el silencio despreocupa a las más sinceras almas
a las armaduras del amor
Lovón Cueva, Marco. Las cuatro estaciones. Lima: 03 febrero 2013.
En la noche delicada cuando la brisa llama a las olas un silencio arenoso duerme bajo una luminosa luna que sonríe tiernamente a la enemiga noche
En aquel cuarto nocturno donde solo cabe la luna la brisa las olas y la enemiga el silencio arenoso reposa cuan moribundo en un altar
Y a pesar de las huellas de las legiones y del roce de los ángeles desde aquel entonces y las lluvias inamistosas que comenzaron en la génesis divina el silencio arenoso no ha dicho nada bajo la luna blanca
Lovón Cueva, Marco. Silencio arenoso. Lima: 19 enero 2013.
El amor nos espía en cada rincón de la mañana
y nos sujeta amordazándonos una vez más
aferrándonos a cada letra del abecedario humano
que nos convoca a decir con acento disciplinado “amo”
Pero quisiera poder ser un día diferente a los demás
(en un sin-quiero y en un sin-ánimo despertar)
y más tarde valorar racionalmente este sentimiento
(que me no me atrae a desear ahora un yo quiero o un yo más ánimo)
Y en un despertar de abrir de ojos quisiera no estar arrodillado bajo el mar el amor y la verdad
sencillamente en un des-tiempo de mañana cálida y solitaria quisiera egoístamente despertar
Lovón Cueva, Marco. El amor nos espía en cada rincón de la mañana. Lima: 07 diciembre 2012.
Mujer, qué hay debajo de la burka
de ese misterio que sintetiza la belleza
que margina lejanamente nuestros labios
En el desierto te encuentro con la burka
y en el paraíso edénico también
con desmerecida distancia entre la luna y el sol
No pasan siete días y en el descanso te reencuentro con la burka
que pueda que atribule inmerecidamente el nervioso amor
Aquel corazón que se contrista en la madrugada
se pierde luego bajo un sol tan ardío
que lo engrandece y lo recompone
Y aquel vacío abismal de repletos aburrimientos
que desmerece cada sonrisa ingenua
se deshace con el más fino deseo de vivir
Y aquella soledad que nos lleva a una vejez prematura
aborta inmediatamente frente a la sencillez de tener una familia
un hogar y un volver a ser…
Fíjate que la vida de tres se hace dos y la de dos se hace cero
donde no media la confianza no triunfa la fe
la imprecisa esperanza golpea pero es tan imprecisa que se evapora en ayer
Sigue leyendo
Tengo poco amor en este odio aborrecido que me adormece en la cama
este amor ligero que quisiera extender a todos los rincones del mundo
no encuentra una caricia un verso o una mano que coger
este amor que alumbra un corta penumbra pelea contra el devenir de un solo dios
que en la incertidumbre de un querer no da ninguna respuesta expresa
y madruga cada día con un simple propósito que es lograr una sempiterna felicidad
una diadema que cubra a dos para siempre bajo un celaje protector
la caricia que escasea huye sin haberla percibido en alguna parte del segundo
esa caricia desertora es ajena a mi querer -es un destiempo en la mañana-
que cada tarde ensombrece el sonido de la campana dispuesta a sonar por amor
en las horas solo se presentan las sombras de la nada de un ayuno inconcebible
en esta soledad no puede haber desoledad menos injusta que las sobras
sobras de una esperanza vieja y moribunda que yace en las sábanas de dolor
Tengo poco amor en duelo que batalla cada día por un querer…
De las ramas del tiempo nacen grandes hojas verdes
un verde que se dobla en el aire
con un olor que las impregna en su cuello
es el olor de poeta
con una mitad de amor con una mitad de odio
Estas ramas en la tarde bailan
como los dedos de un bebé
juegan y se divierten bajo un cielo de un vino atardecer
rojizo
Y un viento sereno calma el jardín frondoso
y el baile para
solo queda una aventura efímera de una herida
es la loción del poeta en cada llanto de las hojas
Sigue leyendo
La guerra no tiene silencios blancos
no quiere amigos
no quiere amor
La guerra lastima, hiere, socava nuestros humanos corazones,
divide los números en uno, en el impar más cruel y egoísta
La guerra es una bomba de hidrógeno que logra asfixiar el más leve oxígeno
un reloj a destiempo que mutila y mata
La guerra es una invasión que intimida a la frágil sombra
La guerra que provoca no trae paz ni caricias
no nos une una vez más
Quién nos llama a esta hora moribunda de retamas marchitas
donde la soledad come sentada sin compañía en la mesa familiar
a la que una vez asistimos sonrientes.
Nadie se despierta en el cementerio a esta hora,
aun cuando la tristeza invade los panteones y azota a las gordas ultratumbas.
En este silencio inseguro, putefracto, negro, muy negro,
nadie se sienta a comer,
ni nadie bebe la sangre del pacífico espectáculo matutino
en la que dos carneros se ofrecieron por nosotros.
Nadie viene a reír ni nadie viene a recoger este silencio,
este secreto que agobia a nuestros propios oídos.
En esta hora gélida de telarañas asesinas
nuestros corazones se parten en dos
y la única sangre con color es la de los corderos,
las de esos vanos sacrificios.