Reclamo
lo principal, su desplante
su no-escribir por las noches, porque llega solo a dormir
su simple saludo al despertar, aunque no vuelva a decir luego más
su berrinche, por querer todo lo mundano, sin quererme
su enfado, aun sin tener la culpa yo
sus preocupaciones, aunque no las comparte conmigo
sus sospechosas infidelidades, que envuelven en celos mis imaginaciones
su indiferencia, porque no me mira, ni me piensa
su maltrato atroz, que sucumbe mis heridas ya curadas
su fotografía grupal, donde nunca aparezco
su dejarme hablar solo, porque fue a contestar a otros, mensajes que considera importante
su arroz con pollo, que nunca llegó a mis manos, sino a los demás invitados
su no-abrazo cuando la lluvia solitaria me castigaba
su otro-no-abrazo en mi cumpleaños por pensar otras vez en los demás
su queja por creer que no tiene nada, olvidándome
su queja al culpar al presidente, a la cocinera, a su jefe, olvidándose
Reclamo
todos sus-“sus”, sus posesiones fatales, sus consideraciones a medias,
sus fórmulas matemáticas de ubicarme al final de todo siempre, fraccionándome
su haberme borrado en aquel tatuaje de su brazo derecho en el que camina hacia la torre del reloj
su no-confiar, su descuido, su no guardar futuro en la alcancía
cuántos sus hay hoy, en la gramática,
cuántos ayer, sin alba, o cuántos habrá mañana, con sus ausentes de rosas