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El peligro del acoso y del maltrato sistemático entre hermanos

Antes de empezar, cuando hablamos de “acoso y maltrato sistemáticos” hacia el hermano, nos referimos a la realización de comentarios desagradables o hirientes, empujones, golpes, patadas, exclusión total del grupo de amigos o propagación de mentiras o rumores acerca de él, perpetradas estas acciones varias veces a la semana o varias veces al mes, de tal forma que se entienda como algo constante.

Muchas personas minimizan el hecho de que un niño haga esto repetidamente a su hermano. Podemos escuchar entonces comentarios como “son cosas de niños” o “es normal que los hermanos se peleen”.

Es verdad que cierta medida de conflicto es natural, pero cuando se llega al punto del hostigamiento, del acoso o del maltrato sistemáticos, las cosas pueden ponerse peligrosas.

El acoso entre hermanos eleva hasta en 300% el riesgo de sufrir un trastorno psicótico hacia el final de la adolescencia

Ya se sabía que el acoso entre hermanos estaba asociado con la depresión y con las autolesiones (automutilación, cortarse, por ejemplo) (tomen nota de esto también los papás). Ahora se sabe algo más: este año se ha publicado una investigación en la revista científica “Psychological Medicine” en donde se ha encontrado que los niños que viven una situación de acoso con algún hermano, sea como víctima o como victimario (aunque especialmente como víctima), tienen de 2 a 3 veces más posibilidades de desarrollar algún trastorno psicótico para sus 18 años, en comparación con los niños que no viven tal situación.

Además, se vio que los niños que, además de ser víctimas en casa, lo son parte de compañeros, por ejemplo en el colegio, tienen aun más probabilidades de desarrollar dicho tipo de trastorno (hasta 4 veces más posibilidades).

Trastorno psicótico

Cuando hablamos de “trastorno psicótico”, nos referimos a un conjunto de trastornos graves caracterizados por la pérdida de contacto con la realidad. Las personas que sufren algún tipo de psicosis pueden experimentar alucinaciones (por ejemplo, ver cosas o escuchar voces que no existen) y/o delirios (por ejemplo, creer que están siendo perseguidos, sin que eso tenga relación con la realidad), entre otros síntomas muy perjudiciales. La esquizofrenia o el trastorno delirante, son ejemplos de trastornos psicóticos. Un trastorno psicótico con frecuencia discapacita o incapacita totalmente a una persona (muchos de los que comúnmente llamamos “locos calatos” que andan por las calles, son personas que sufren algún tipo de psicosis). Evidentemente este tema de las psicosis es muchísimo más complejo. Solo pongo lo mínimo como para que se hagan una idea.

¿Cómo se hizo el estudio?

Nuevamente voy a colocar aquí lo mínimo. A quienes les interese pueden ir a la publicación para leer el artículo, que, si bien, es bastante técnico, puede ser de interés para quienes deseen saber más acerca de cómo se realizó la investigación.

Se contó con 3596 participantes, a los que a los 12 años se evaluó si sufrían acoso por parte de algún hermano o si lo perpetraban, así como si sufrían de acoso (bullying) por parte de compañeros. Luego, a los 17.5 años, en promedio, se evaluó si habían desarrollado algún trastorno psicótico. Del total de participantes, se encontró que 55 desarrollaron psicosis para ese momento, lo que coincide relativamente con la prevalencia de las psicosis a nivel de población. A partir de aquí se realizó todo el trabajo estadístico.

Recomendación para los papás

Los autores del estudio afirman que los hallazgos llevan a pensar en una relación directa entre el acoso y el mayor riesgo de trastorno psicótico (es decir, que el acoso puede llevar al trastorno psicótico). Por ello es importante que los papás tomen nota del peligro que conlleva este tipo de relaciones entre los hijos.

Es necesario que, de detectarse esto, se tomen medidas coordinadas entre las figuras de autoridad de la casa (pareja de papás, por ejemplo), no solo para frenar el abuso, sino también para resolver cualquier conflicto de fondo que lo esté facilitando.

De no funcionar esto, es necesario acudir con un profesional recomendado.

Referencia

Dantchev, Slava; Zammit, Stanley & Wolke, Dieter (2018). Sibling bullying in middle childhood and psychotic disorder at 18 years: A prospective cohort study. Psychological Medicine, 1-8. Online: enlace.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

 Licencia Creative Commons
“El peligro del acoso y del maltrato sistemático entre hermanos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Celos entre hermanos

A veces, ante el nacimiento de un hermano, el mayor se muestra hostil. Frente a esto, los papás pueden optar por regañarlo o por intentar convencerlo de que su comportamiento es egoísta y desagradable. Esto último se puede hacer de forma dura o de forma tierna; al final, en lo que nos atañe, viene a ser lo mismo.

Cuando esta estrategia de los papás sale lo mejor posible, el hermano mayor acaba tolerando al menor, más para evitar ser censurado que porque verdaderamente lo haya aceptado. Esto no resuelve los celos, sino que solo los tapan, como quien mete la basura debajo de la alfombra para que la sala parezca limpia. Uno se puede dar cuenta de que en el fondo el problema persiste porque el hermano mayor se muestra muy sensible a las diferencias con su hermano menor (por ejemplo, el famoso “¿por qué a él sí y a mí no?”).

¿Cómo prevenir esto?

Frente a este problema se puede optar por una vía alternativa a la anterior, que podría dar mejores resultados. La clave está en permitir al niño expresar su malestar, mostrarle que lo entendemos, en vez de censurarlo (ojo, esto no significa que se toleren agresiones o acciones que se pasen de ciertos límites razonables). Cada vez que este hermano diga que no lo van a querer igual o que quieren más al menor, los papás pueden decirle que lo comprenden y que, en efecto, esto que siente es muy penoso.

Siguiendo este parámetro, el hermano mayor podría “tocar fondo”, como se dice, y, una vez en esta situación, podría iniciar su recuperación y empezar a “defender” a su hermano menor, diciendo cosas como “en realidad no es un pesado” o “en realidad no es tan odioso” o “no, no es tan molesto, en verdad es muy chiquito”. Una vez en esta posición, los papás solo deben atinar a responderle cosas como “¿sí? ¿tú crees?” o “sí, tal vez tengas razón”, evitar reforzarle su defensa, dejar que él haga su propio camino. Poco tiempo después, si todo sale bien, este hermano mayor tendría que ya haber aceptado a su hermano de forma genuina.

Esto sucede así porque no se le censura, dañándole su autoestima, sino que más bien se le permite expresar sus sentimientos y así puede elaborarlos y pasar a desarrollar una relación más positiva.

¿Qué pasa cuando es el menor el que se siente celoso?

Si bien no es una situación tan clásica como la anterior, muchas veces sucede que es el hermano menor el que, cuando crece, desarrolla celos y rechazo por su hermano mayor.

En este escenario se recomienda actuar de forma análoga: que se le permita la expresión de los celos, sin cesurarlo ni regañarlo por ello. Sin embargo, con los menores hay que tener cuidado de no compensar su malestar con afecto o con mimos, ya que esto reforzará su comportamiento e incluso podría empeorarlo.

De forma similar al caso de los hermanos mayores, hay que escucharlos, decirles que tienen razón en sentirse así, que las desigualdades pueden ser difíciles de soportar y que se les comprende. Si el papá o la mamá tienen hermanos, se le puede decir que ellos también sintieron lo mismo siendo niños, si es que recuerdan cómo así, que tampoco se trata de engañar.

Con los menores también es importante hacerles ver que no hay diferencia de valor, sino solo de edad, de tamaño o de talla. Para esto, se recomienda que los papás busquen ejemplos qué ponerle al niño, ejemplos en donde dos personas o seres diferentes son importantes a su manera particular en una misma situación o para una misma tercera persona. Se sugiere esto porque, en el caso de los menores, hay mucho de sentimientos de desventaja por ser menor, más pequeño o más débil.

Referencia

Dolto, Françoise (1998). El niño y la familia. Desarrollo emocional y entorno familiar. Barcelona, España: Ediciones Paidós Ibérica. Páginas 41-43.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Celos entre hermanos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

A ti te quiero más

Los papás podrían tener cuidado al decirle a alguno de sus hijos “yo te quiero más a ti”, comparando el cariño que sienten con respecto a su hermano o hermana. Este tipo de afirmaciones se puede dar en familias en las que los hijos mantienen una rivalidad en la que se disputan el cariño y los cuidados de los papás.

Algunos papás recurren a este tipo de afirmaciones para hacer sentir mejor a uno de sus hijos, pero puede no ser muy conveniente. En primer lugar, lo más probable es que el niño no le vaya a creer al papá o mamá que diga esto, por más que lo acepte con aparente gusto o alivio. En el fondo, el niño sabe perfectamente que no debería darse este tipo de preferencias, o, si fuera el caso, no se daría a su favor (si de verdad creyera que es el favorito no estaría en rivalidad con su hermano o hermana y no habría necesidad de consolarlo). Esto fija en la mente del niño la certeza de que su papá o su mamá miente y no es de confianza.

En segundo lugar, suponiendo que el niño le crea a su progenitor, se fija en la mente del niño la idea de que su papá o su mamá es capaz de parcializar su afecto en detrimento de uno de los hermanos. Esto desestabiliza el sistema familiar en la mente del niño, lo hace endeble y sujeto a favoritismos.

Lo más recomendable sería decir la verdad: que a ambos hermanos se los ama y que de ninguna manera a uno se le quiere más que al otro.

¿Y si es verdad que mamá o papá quiere más a alguno de los hermanos?

Por supuesto estamos exceptuando los casos en los que de verdad el papá o mamá siente que quiere más a uno. Nada de lo que hemos dicho arriba se aplica a estos casos. Aquí es verdad que hay favoritismo y es verdad que el sistema familiar no podría ser sólido para ninguno de los niños, ni para el favorito, ni para el que no lo es, ya que se está creciendo en un sistema familiar injusto, excluyente y parcializado (y por tanto eso es lo que se aprende).

En suma, los favoritismos de los padres hacia los hermanos son muy nocivos para los hijos, sean verdad o sean mentiras blancas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“A ti te quiero más” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.