Archivo de la etiqueta: alimentación

Flavonoides: nuestra alimentación puede definir nuestra salud psicológica

Cuando por cuestiones didácticas hablamos de “salud psicológica” y “salud física” caemos automáticamente en el riesgo de dividir algo que en realidad es indivisible. Anteriormente en verdad creíamos que ambas cosas eran diferentes, como si fueran continentes distintos, separados por un océano, como si estar parado en uno implicara no estar parado en el otro. Aun hoy en día muchos profesionales trabajan de acuerdo a esa perspectiva.

Y es que en realidad no hay una verdadera separación entre la salud física y la salud psicológica, no son continentes separados, el estar parado sobre uno necesariamente significa estar parado sobre el otro, porque, insisto, no hay separación real, en el fondo son la misma cosa.

Pues bien, entrando en materia, aquí quiero utilizar el tema de la alimentación en general, y de los flavonoides en particular, no solo para compartir con ustedes lo que se dice o lo que se ha encontrado en el campo de la ciencia, sino para ejemplificar cómo algo considerado “físico”, como es la alimentación, tiene implicancias directas sobre la salud psicológica de la persona.

¿Qué son los flavonoides?

Los flavonoides son compuestos presentes en frutas, verduras y bebidas como el vino, el té o los jugos de frutas. En pocas palabras son compuestos presentes en alimentos vegetales, en unos más que en otros.

Algunos datos sobre cómo los flavonoides afectan positivamente la psicología de las personas

  • Los flavonoides protegen al cerebro de las toxinas que puede generar el propio organismo y que tienen una participación importante en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el mal de Parkinson o el síndrome de Alzheimer.
  • Los procesos neuroinflamatorios también tienen participación en la generación de enfermedades neurodegenerativas y también en lesiones neuronales asociadas con los accidentes cerebrovasculares, conocidos comunmente como “derrame cerebral”. Resulta que los flavonoides atenúan los procesos neuroinflamatorios, convirtiéndose en factores protectores frente a estos problemas de salud.

  • En el año 2007 se publicó la siguiente investigación (ver referencia abajo): en 1990 se tomó una muestra de 1640 personas adultas de 65 años o más, sin demencia. Se determinó el nivel de flavonoides en la ingesta de los participantes y se los dividió en cuatro grupos, del más bajo al más alto consumo. Posteriormente se evaluó su rendimiento cognitivo (memoria, percepción, aprendizaje, etc.) en cuatro ocasiones en 10 años para ver su evolución y el nivel de deterioro. Se vio que, ya desde el inicio de la investigación, las personas de los grupos que más flavonoides tenían en su ingesta tenían a su vez mejor rendimiento cognitivo que los grupos que tenían menos nivel de flavonoides en su alimentación. Al final de la investigación el grupo de más baja ingesta de flavonoides había sufrido un deterioro mental 40% mayor que el grupo de más alta ingesta.
  • Como se puede ya sospechar a partir del punto anterior, los flavonoides favorecen el aprendizaje y la memoria, tanto la de corto plazo, como la de largo plazo. También se ha visto que favorecen la memoria espacial y la memoria de reconocimiento de objetos.
  • Los flavonoides previenen o retrasan los procesos naturales de deterioro mental o de demencia asociadas con el envejecimiento.
  • Los flavonoides aumentan la neurogénesis, que es la capacidad que tiene el sistema nervioso para generar nuevas neuronas.
  • Los flavonoides tienen la capacidad de aumentar el flujo sanguíneo cerebral, lo que muy posiblemente signifique que tienen el poder de incrementar las sinapsis entre las neuronas, entre otros beneficios.

Adentrándonos más en el terreno emocional

Hasta aquí todo parece muy “neurológico”. Se ve cómo la alimentación tiene relación íntima con nuestra memoria, nuestra capacidad de aprender, con la velocidad de nuestro envejecimiento y nuestro deterioro, y con nuestra salud neurológica. Ahí vemos cómo lo psicológico y lo físico se funden en un solo punto, pero vamos a intentar adentrarnos aun más en lo psicológico, dirigiéndonos a nuestras emociones, a cómo nos sentimos. Para esto pongamos algunos ejemplos sencillos:

Ejemplo 1: pérdida de capacidad de trabajo

Si tenemos a una persona que a los 65 años empieza a olvidar los sucesos o los datos, ya no aprende igual las cosas nuevas que la realidad le va presentando, se distrae, comete errores, pierde velocidad, podemos decir que esta persona no solo está sufriendo las consecuencias del deterioro asociado con la edad, sino que podemos ir más allá: está perdiendo capacidad de trabajo. Al perder capacidad de trabajo puede empezar a perder ocupaciones, metas, retos, perspectiva de futuro. Entonces tenemos un caldo de cultivo perfecto para que la depresión se abalance sobre esta persona, y si ya la tiene encima (cosa que no sería rara, dado el nivel altísimo de incidencia de este mal en el mundo de hoy), lo que tendríamos sería una depresión haciéndose cada vez más poderosa, más fuerte, más abrumadora, haciendo más infeliz a la persona. La depresión, además de hacer infeliz a la persona, provocaría también que los procesos de deterioro se aceleren aun más, generando un círculo vicioso.

Este ejemplo que estoy poniendo es clásico. Se ve muchísimo. De hecho, hay una gran incidencia de cuadros depresivos en personas de la tercera edad, justamente por esta razón.

Ahora supongamos que esta persona está en el grupo de más alto consumo de flavonoides de la investigación que cité más arriba. Probablemente esta persona no pierda su capacidad de trabajo a los 65, ni a los 70, ni a los 75. La depresión, la tristeza, el malestar, el malhumor, la cólera que genera, no le afectará de la misma manera y tendrá bastantes más años de capacidad de trabajo y, por tanto, bastantes más años para evitar que la depresión asociada a este asunto se le eche encima.

Ejemplo 2: Parkinson, Alzheimer, derrame cerebral

Supongamos que a una persona le sucede cualquiera de estas tres desgracias. ¿Esa persona estaría feliz y en estado de bienestar? Obviamente no, se deprimiría, sería infeliz y, si no hay una intervención profesional adecuada, este malestar e infelicidad sería permanente, particularmente en los casos graves. A esto podemos agregarle el hecho de que la familia del paciente también tendría mayores riesgos de desarrollar problemas de depresión, de ansiedad o de relación entre los miembros, estando en conflicto entre ellos o sintiéndose tristes, furiosos, preocupados o asustados por la situación tan penosa por la que estarían pasando.

Ejemplo 3: altas capacidades cognitivas

Un ejemplo más alentador: tenemos a una persona adulta, de mediana edad, altamente productiva, muy hábil, sana, bien alimentada, con mucha capacidad de aprendizaje, flexible frente a los cambios, adaptable. La probabilidad de éxito profesional, social, afectivo, incluso amoroso de esta persona evidentemente está incrementada. No vamos a afirmar que será exitoso, porque evidentemente hay más factores en juego, pero sí que sus probabilidades están aumentadas. Por tanto están aumentadas también sus probailidades de que viva satisfecho, contento y tranquilo, en bienestar.

Recomendaciones

Las recomendaciones saltan por sí solas. Veamos algunas que podríamos sacar:

  • El cuerpo y la psicología de la persona son en realidad lo mismo. Intentemos hacer el esfuerzo de pensar en ambas cosas como lo que son en realidad: una unidad. Cuidando nuestro cuerpo cuidamos nuestras emociones, nuestro ánimo, nuestra psicología. Cuidando nuestras emociones, nuestra psicología, cuidamos también nuestro cuerpo. Podemos afirmar lo mismo si cambiamos ese “cuidando” por un “descuidando” o “maltratando”.
  • Hay que comer muchos vegetales. A los niños no hay que acostumbrarlos a rechazar lo vegetal dándoles productos adictivos como exceso de dulces, harinas, refinados, grasas y carnes que, por comparación, seducen el gusto de los niños, que acaban rechazando todo lo vegetal, provocando que su sistema nervioso, entre otras cosas, se vea afectado, debilitado y con mayores riesgos de presentar problemas.

Referencias

L. Letenneur, C. Proust-Lima, A. Le Gouge, J. F. Dartigues, P. Barberger-Gateau (2007). Flavonoid Intake and Cognitive Decline over a 10-Year Period. American Journal of Epidemiology. Volume 165, Issue 12, 15, June 2007, Pages 1364–1371. Online: https://academic.oup.com/aje/article-lookup/doi/10.1093/aje/kwm036.

David Vauzour, Katerina Vafeiadou, Ana Rodriguez-Mateos, Catarina Rendeiro, Jeremy P. E. Spencer (2008). The neuroprotective potential of flavonoids: a multiplicity of effects. Genes & Nutrition. December 2008, Volume 3, Issue 3–4, pp 115–126. Online: https://link.springer.com/article/10.1007/s12263-008-0091-4.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“Flavonoides: nuestra alimentación puede definir nuestra salud psicológica” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

La obesidad reduce la memoria y el aprendizaje

134 diego fernandez

La insulina es una hormona, producida por nuestro organismo, que tiene una función muy importante en el metabolismo de los nutrientes.

La insulina también incrementa la plasticidad de nuestro sistema nervioso, que determina su capacidad para modificar las conexiones entre las neuronas, lo que, a su vez, determina nuestra capacidad para aprender, para formar nuevas memorias, para recuperarnos de daños, para ser flexibles y para adaptarnos según más nos convenga a las distintas realidades que se nos presentan.

La obesidad y su relación con la insulina

Pues bien, se ha visto que, en los casos de obesidad, se forma la llamada “resistencia a la insulina”, lo que, entre otras muchas cosas, afecta la neuroplasticidad de la persona, estableciendo una limitación o incluso pudiendo generarle problemas cognitivos (Hallschmid et al., 2008).

126 diego fernandez

Evidencias experimentales

Ahora bien, esto no solo se ha visto en seres humanos. Se ha visto que animales de experimentación que habían sido alimentados con mucha grasa, presentaron una significativa reducción de la neuroplasticidad en el hipocampo. Esto permitiría afirmar que las dietas hipercalóricas (ricas en grasas) afectan los procesos de memoria, aprendizaje y otros procesos cognitivos, al reducir la neuroplasticidad (Valladolid-Acebes et al., 2011).

Recomendaciones

Hay que evitar abusar de las grasas en nuestra dieta y en la de nuestros hijos. La comida chatarra, los snacks y los dulces comunes (porque sí existen snacks y dulces inocuos, solo es cosa de saber buscarlos o aprender a hacerlos) no solo pueden dañar nuestros cuerpos, sino también limitarnos mental o psicológicamente, si es que abusamos de ellos (si los consumimos con regularidad).

124 diego fernandez

Si tú o tu hijo sufren de obesidad, debe combatirse, consultar con profesionales de salud capacitados (médico, nutricionista) y seguir las recomendaciones, lo que implica estar abierto y dispuesto a cambiar algunos hábitos.

Referencias

Hallschmid, M., Benedict, C., Schultes, B., Perras, B., Fehm, H., Kern, W., Born, J., (2008). Towards the therapeutic use of intranasal neuropeptide administration in metabolic and cognitive disorders. Regulatory Peptides. Volumen 149 (números 1-3). Páginas 79-83.

Valladolid-Acebes, I., Stucchi, P., Cano, V., Fernández-Alfonso, M.S., Merino, B., Gil-Ortega, M., Fole, A., Morales, L., Ruiz-Gayo, M., Del Olmo, N., (2011). High-fat diets impair spatial learning in the radial-arm maze in mice. Neurobiology of Learning and Memory. Volumen 95 (número 1), páginas 80-85.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“La obesidad reduce la memoria y el aprendizaje” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Los niños podrían saciarse con menos

133 diego fernandez

Algunas  veces los papás o cuidadores se quejan o consultan por el supuesto hecho de que el niño no quiere comer o no tiene apetito, lo que, a su vez, genera preocupación, malestar y puede llegar realmente a arruinar las horas de comida.

Al investigar un poco más, se encuentra con frecuencia que se está sirviendo a los niños platos que contienen la misma cantidad de comida que tienen los platos de los adultos. En esta circunstancia es completamente lógico que el niño no termine sus raciones. Aquí habría que tomar en cuenta que son niños, que son más pequeños, que tienen menos peso que nosotros y que sus aparatos digestivos pueden comprensiblemente tener menor capacidad.

Hecho simple, consecuencias complicadas

Una cosa tan simple como esta realmente puede desencadenar problemas serios. Si los papás o cuidadores reaccionan de determinadas maneras, los niños pueden acabar sufriendo mucho innecesariamente; por ejemplo, cuando se les obliga a comer todo, cuando se les castiga por no acabar el plato, o cuando se los deja sentados a la mesa hasta que se terminen todo.

Estas consecuencias de la supuesta falta de apetito pueden ocasionar problemas serios en la salud psicológica de estos niños. Pensemos que todo lo que tenga que ver con su alimentación se convierte en un martirio o, en todo caso, en algo desagradable. Y curiosamente todo resultó simplemente de un error humano sencillo, en donde no se tomó en cuenta que a los niños les podría entrar menos comida que a los adultos.

Referencia

Abu Sabbah, Sara (2016). Errores frecuentes. Contigo. Año 11 (122).

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“Los niños podrían saciarse con menos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

¿Cómo hacer para que los hijos no pidan solo gaseosas o bebidas dulces para calmar su sed?

091 diego fernandez

Este asunto, que parece que tiene que ver solamente con el aspecto físico de la crianza (específicamente con el tema de la hidratación), resulta que tiene (al menos) un componente psicológico muy importante.

Se sabe que los padres, entre muchas cosas, deben cuidar que sus hijos estén bien hidratados, de acuerdo a su edad. Ahora bien, la mejor bebida, en todo sentido, para cubrir esta necesidad básica, es el agua pura, pero lamentablemente no es necesariamente la más deseada por los niños, que pueden llegar a desear exclusivamente bebidas dulces o incluso gaseosas y pedirlas constantemente a sus papás, generando un problema de alimentación, ya que el exceso de calorías que proveen las bebidas dulces, y más todavía las envasadas, tienen efectos perjudiciales para la salud de los niños.

092 diego fernandez

¿Cómo evitar que los niños solo deseen bebidas dulces?

La mejor forma de combatir este problema es adelantándose a él y contrarrestarlo antes de que aparezca. Recordemos que el azúcar es una sustancia adictiva, por tanto, una vez instalado un exceso en el consumo es difícil volver atrás. Veamos cómo se puede hacer para adelantarse a la aparición de esta dificultad:

Para los niños, los papás son el primer referente adulto, son su ejemplo y su modelo a seguir. Si los papás desean que sus hijos adquieran hábitos saludables, la mejor forma es practicarlos ellos mismos antes. Por tanto, la mejor manera de que los niños busquen agua para hidratarse, es dándoles el ejemplo desde que son muy pequeñitos, desde el comienzo de sus vidas.

Visto desde el ángulo contrario, si los papás se dedican a consumir gaseosas y bebidas envasadas en exceso, no pueden esperar que sus hijos busquen alternativas saludables para su hidratación.

093 diego fernandez

Si desean que sus hijos puedan ser capaces de beber agua y mantenerse saludables en este aspecto, háganlo ustedes mismos con sus propios cuerpos antes. Sus hijos crecerán con ese ejemplo y ese modelo, y será más fácil que opten o toleren bien las opciones más saludables.

094 diego fernandez

Los papás son los modelos

Este asunto aparentemente tan simple y tan sencillo, en realidad encierra una especie de llave maestra para la crianza de todo niño. Esta forma de prevenir la dependencia de bebidas dulces, en realidad puede aplicarse a una enorme cantidad de problemas, desde la alimentación, hasta las adicciones, las relaciones de pareja o el éxito profesional.

Hay que recordar que nuestras propias vidas están siendo vistas atentamente por nuestros hijos, y que ellos las ven como el modelo o la forma de ser adulto en el mundo.

095 diego fernandez

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“¿Cómo hacer para que los hijos no pidan solo gaseosas o bebidas dulces para calmar su sed?” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.