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A los abuelos engreidores

En el tiempo que llevo haciendo psicoterapia a niños y adolescentes, he tratado varias veces con abuelos. Hay abuelos intratables (con los que no se puede tratar), algunos no dejan al terapeuta siquiera la opción de conversar (plantan al terapeuta, no vuelven a aparecer por el consultorio, etcétera) o directamente intentan destruir el tratamiento de su nieto o nieta, por ejemplo, hablando mal de la terapia delante de los chicos o a los papás, intentando convencerlos de que aborten el proceso (“eso no sirve para nada”, “mi nieto no está loco”, “eso es un sacadero de plata”, “yo no sé para qué lo llevas allá”).

En cambio, hay otros abuelos que son muy tratables, muchos de ellos son más tratables que los propios papás. Incluso he visto casos en los que el tratamiento del niño ha avanzado gracias al apoyo de unos abuelos comprometidos.

Especialmente a ellos me quiero dirigir ahora, a los abuelos que escuchan propuestas para ayudar a los papás en la crianza de los chicos y que están dispuestos a implementarlas:

Engreír a los nietos…

A los abuelos les encanta engreír a los nietos. Eso no está mal, es más, es entrañable una buena relación con los abuelos. El mensaje que yo daría desde mi pequeña tribuna es que engrían a sus nietos, háganlo, sigan así si eso les gusta y les satisface y sus nietos también lo disfrutan.

… pero nunca en contra de lo que dicen los papás

Lo que sí nunca hagan es ir en contra del mandato de crianza de los papás. Por más que su nuera o su yerno les caiga mal, si van en contra del mandato de crianza de alguno de los papás, ustedes no sólo generarán incomodidad y obstaculizarán la labor de crianza, sino que, sin querer, le estarán haciendo daño a sus nietos.

Los abuelos harían bien en recordar siempre que ellos no son los papás de sus nietos. Siempre se puede conversar, dialogar, proponer, informar a los papás, pero nunca, jamás vayan en contra de lo que los papás han decidido, porque de esa forma ustedes estarán dejando a sus nietos sin padres (en lo que a autoridad se refiere), y ese es un enorme daño.

Si, por ejemplo, su hijo o hija o su nuera o yerno, les dice que no le compren helados al niño porque el médico lo ha contraindicado o porque ellos piensan que es necesario bajar el consumo de golosinas, nunca, jamás vayan en contra de esa decisión. Repito: si lo hacen el más perjudicado va a ser su nieto o su nieta. Pueden conversarlo en privado o pueden buscar otra forma de divertirse y pasarla bien, sin ningunear la autoridad de los padres. No lo hagan por los papás, háganlo por sus nietos.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“A los abuelos engreidores” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Poner límites a los abuelos

Muchas veces un miembro de la pareja de padres se queja de que los abuelos, sus suegros (o ex suegros), hacen lo que les viene en gana con sus hijos, desautorizando, ignorando el hecho de que ellos no son los padres, obstaculizando la crianza.

Un ejemplo muy simple: el hijo está peligrosamente subido de peso, el médico ha recomendado restringir los dulces, las galletas, los pasteles y la comida chatarra. Sin embargo, apenas se deja solo al niño con su abuelo, este va y lo atiborra de aquello que justamente le hace daño, con aquel rollo bien conocido de “es que es mi nieto, quiero engreírlo”.

El denunciante

Cuando sucede esto, el miembro de la pareja de padres que protesta, generalmente, es aquel que NO es el hijo de los abuelos engreidores; es decir, el que denuncia el fenómeno suele ser la nuera o el yerno, mientras que el hijo de los abuelos en cuestión (el otro papá) es acusado de no poner límites a sus padres.

Poner límites a los abuelos

A aquellos padres que están siendo acusados por su pareja o ex pareja de no poner límites a los abuelos de los chicos, les sugeriría que vayan pensando en resolver el tema, no por la pareja, que muchas veces es vista como exagerada, quejona, antipática o problemática, sino por los chicos. Tengan por seguro de que si no hacen nada al respecto, se van a desarrollar consecuencias en sus hijos.

Esto sería casi como una ley: no se debería permitir que los abuelos tengan más autoridad que un papá o una mamá, de ninguna manera (salvo casos excepcionales). Y esta es la parte difícil, porque uno tendría que estar dispuesto a defender la autoridad de su pareja o ex pareja, frente a sus propios padres, aquellos que durante la mitad de su vida han sido precisamente las máximas figuras de autoridad.

Si tú te das cuenta que efectivamente tu pareja o ex pareja (en el caso de padres separados), tiene razón con respecto al comportamiento de los abuelos, pues es tu función ponerles límites a tus padres con respecto a la crianza de tus hijos. Jamás, por ejemplo, se debe llegar a un punto en el que la nuera o el yerno tenga que ponerse a discutir con los suegros, no. El que debe regular el comportamiento de los abuelos y hacerles entender que ellos NO son los padres de los chicos, eres tú, que eres su hijo adulto, padre o madre de familia.

Puntos irreconciliables

Si el conflicto no se puede resolver, si hay desacuerdos constantes, si se llega a un punto muerto en el que no hay resolución y más bien se parece entrar en una rutina de malestar, es necesario consultar con profesionales, sean ambos padres o solo uno, si es que el otro no quiere asistir.

Como mencioné, no les recomiendo dejar pasar conflictos de este tipo con los abuelos de los chicos. Las consecuencias son muy negativas. Algunas empiezan en la niñez, otras se manifiestan en la adolescencia o juventud, y tienen que ver, por ejemplo, con la falta de autoridad de los padres, con lo endeble de la ley, con la facilidad de caer en tentaciones nocivas, con la intolerancia a las frustraciones, con el engreimiento, la soberbia, el egoísmo, etcétera.

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Poner límites a los abuelos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.