Archivo del Autor: Diego Fernández Castillo

Acerca de Diego Fernández Castillo

Soy psicólogo, psicoterapeuta de niños, adolescentes, adultos y parejas. Me licencié en psicología clínica en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Me formé como psicoterapeuta en el Instituto Guestalt de Lima y, posteriormente, en el Instituto Peruano de Terapia Cognitivo Conductual; y como terapeuta en la Asociación Internacional de Sintergética, a través de la Asociación Vía Ser Perú. Trabajo en Lima en mi consulta privada en el distrito de Miraflores, Lima, Perú.

Espiritualidad y salud: la investigación acerca del sistema inmune y la asistencia a servicios religiosos en adultos mayores

Precisamente en la penúltima entrada venía comentando acerca del aspecto espiritual de las personas y cómo éste vendría a conformar una cuarta dimensión de la salud en general (junto con la salud física, mental y social).

Hace unos días vi que en las redes sociales circulaba un enlace a un blog que proclamaba que “la espiritualidad alarga la vida”. La entrada en cuestión hacía referencia a una investigación publicada en 1997 en el Journal of Psychiatry in Medicine, en la que los investigadores tomaron a 1718 sujetos de 65 o más años que habían estado asistiendo al Establishment of Populations for Epidemiologic Studies of the Elderly (EPESE) project, ubicado en Duke, y los separaron en dos grupos: uno que asistía a servicios religiosos y el otro que no.

El análisis de las muestras de sangre dio como resultado que, en general, estadísticamente hablando, el sistema inmunológico de las personas que asistían a servicios religiosos era más saludable que el de las personas que no lo hacían. Los investigadores se limitaron a enseñar este resultado y declararon no saber explicar cómo es que se explicaría esto.

El debate de los internautas

A mí me parece que la información emitida por el blog mencionado podría haber alterado un poco los datos de la investigación científica original publicada en el Journal. El blog afirmaba que se había demostrado que “la espiritualidad alarga la vida”, cuando en realidad la investigación publicada no concluye eso, limitándose sólo a publicar el dato encontrado, sin siquiera poder explicar a qué se debe.

Obviamente esto alteró un poco los ánimos de las personas que no tienen una vida espiritual desarrollada y/o de aquellas que no son religiosas. Algo que se comentaba mucho, por ejemplo, era que religión no es lo mismo que espiritualidad. Algunos por ahí decían incluso que religión es lo contrario de espiritualidad.

Más allá de estas discusiones, que podrían tornarse bizantinas, y más allá de la probable poca objetividad con la que el blog difundió la investigación original, remitámonos justamente a dicha investigación: en ella, los adultos mayores que asistían a servicios religiosos presentaron, en su conjunto, un sistema inmune más saludable que los adultos mayores que no lo hacían. Ese fue el hallazgo. A partir de este dato concreto, cada quién es libre de sacar sus conclusiones, aunque creo que lo más saludable sería investigar más antes de concluir nada.

Referencia

Harold G. Koenig, Harvey Jay Cohen, Linda K. George , Judith C. Hays, David B. Larson, Dan G. Blazer (1997). “Attendance at Religious Services, Interleukin-6, and Other Biological Parameters of Immune Function in Older Adults”. En: The International Journal of Psychiatry in Medicine. Volumen 27. Número 3. Páginas: 233 – 250.

Trabajar en malas condiciones y síntomas depresivos: una relación a tomar en cuenta

Se ha encontrado evidencia científica de que hay una relación entre las condiciones de trabajo negativas y los síntomas depresivos.

Podemos entender que una persona trabaja en condiciones negativas cuando el trabajo involucra situaciones que afectan negativamente la salud de la persona, por ejemplo, hacinamiento, incomodidad, acoso, ambiente inadecuado, poca ventilación, mala paga o paga atrasada, mal clima laboral, horas excesivas de trabajo, etcétera.

Síntomas depresivos pueden ser por ejemplo, falta de apetito o apetito exagerado, estado de tristeza general, falta de energía, episodios de llanto, pensamientos de muerte, insomnio o exceso de sueño, apatía, entre otros.

Ahora hay evidencia de que ambos (malas condiciones de trabajo y síntomas depresivos) están relacionados. Ahora pensar en cambiar de empleo ante las malas condiciones laborales es también necesario por la propia salud, ya no sólo por la economía, por el malestar en horas de trabajo o por no tener tiempo para nada (“no tener vida”, como se dice). Recordemos que estos síntomas depresivos provocan que la persona deje de vivir bien, lo que nos lleva a pensar en el vicio de “vivir para trabajar” y no “trabajar para vivir”.

Referencia

Journal of Occupational and Environmental Medicine (2013). “Negative Working Conditions Score’ Linked to Depressive Symptoms”. On line: http://www.newswise.com/articles/negative-working-conditions-score-linked-to-depressive-symptoms

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

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“Trabajar en malas condiciones y síntomas depresivos: una relación a tomar en cuenta” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

La salud

Ya cuento unas tres veces que me comentan que mi blog, por momentos, habla mucho de “temas físicos” o de “salud física” y que no parece tanto un blog sobre psicología. Entonces me parece importante explicar cómo entiendo este asunto de la salud.

Divisiones artificiales 

Anteriormente (y lamentablemente aun ahora en muchos ámbitos de salud) se hacía la división entre “salud física” y “salud mental”. De alguna forma esta división se mantiene hasta ahora, pero ya no de la misma manera. Ahora se concibe la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” (OMS). Últimamente he escuchado que la OMS (Organización Mundial de la Salud) viene debatiendo sobre si agregar a estos tres estados (físico, mental y social), el aspecto espiritual de la persona, cosa que me parece necesaria.

De tal forma que se podría entender la salud como un engranaje armonioso entre:

1. El aspecto físico y/o biológico

2. El aspecto mental, emocional y/o comportamental

3. El aspecto social

4. El aspecto espiritual

Estos cuatro aspectos de la vida de las personas, me parecen en realidad indivisibles. Si nosotros podemos hablar por separado de cada uno de ellos, es porque para entender este asunto, necesitamos, de algún modo, separar las cosas. Pero en la realidad, no existiría tal separación.

Ahora, en la cabecera de este blog, pongo que se trata de un blog acerca de temas de salud mental y psicoterapia, porque, debido a mi profesión giro más en torno a los asuntos mentales, emocionales o comportamentales. Y, sin embargo, al hablar de estos temas, me veo prácticamente en la necesidad de visitar también los otros aspectos de nuestras vidas, porque en la realidad, no hay ninguna separación. 

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 Un ejemplo de este mismo blog

Pongamos ejemplos muy sencillos. En una entrada anterior hablamos sobre los beneficios de caminar en adultos mayores. La recomendación (caminar) parece propia de la “salud física” y puede que no se sienta nada “psicológica”. Pero, por ejemplo, en el estudio mencionado en esa entrada se vio que los adultos mayores que caminaban tenían menos riesgo de desarrollar discapacidades. Ahora cabría preguntarse: ¿qué trae como consecuencia una discapacidad? Entre otras cosas, por ejemplo, depresión, y aquí sí entramos en el terreno propio de la llamada “salud mental”. Prestemos atención a cómo un tema físico, como caminar, acaba siendo un factor de prevención de no sólo afecciones físicas, sino también emocionales.

Otro ejemplo de la misma entrada. Prestemos atención a la imagen que colgué:

Dice claramente: “caminar reduce el estrés”, “caminar reduce los síntomas de la depresión”, “caminar aumenta el buen humor”. Se trata de tres afirmaciones directamente relacionadas con el aspecto psicológico de las personas.

Pero podríamos no quedarnos con eso. Dice que “caminar reduce el riesgo de cáncer”. Más allá de que podría tratarse de una generalización aventurada por parte de los autores de la imagen, nos están hablando de cáncer. El cáncer, tendemos a creer, es una enfermedad física, pero trae obvias consecuencias psicológicas, no sólo para el paciente, sino para su familia y su entorno. Y no sólo eso: hay estudios que ya hace décadas han relacionado distintos tipos de cánceres con factores psicológicos. Es decir, lo psicológico está en los antecedentes (incluso en las causas) del cáncer, como también en las consecuencias del mismo. Y más aun, los factores psicológicos actúan en la misma evolución de la enfermedad. Por ejemplo, hay pocas cosas peores para un paciente oncológico que el ser sometido a episodios de estrés muy intenso. Veamos cómo una enfermedad aparentemente física, se enlaza tan notablemente con aspectos psicológicos.

Lo mismo podemos decir del resto de afirmaciones, incluso la que afirma que “es gratis” (y no exagero), pero podríamos dejar eso a la imaginación y visualización de cada quién.

Otro ejemplo de este mismo blog

La entrada titulada “la importancia de tomar un buen desayuno todos los días“, podríamos sentirla como “muy física” o “muy poco psicológica”, y con razón. Sin embargo, leyendo a través de ella encontraremos que entre las consecuencias de no tomar un buen desayuno todos los días se menciona irritabilidad y ansiedad.

Nuevamente, podemos no quedarnos con eso y ver que nuevamente se menciona el riesgo de cáncer y otras afecciones aparentemente físicas que traen implicancias psicológicas innegables, como celulitis y sobrepeso. ¿Qué afecciones psicológicas? Por ejemplo, baja autoestima, deterioro de la autoimagen corporal, problemas de pareja, etcétera.

Otra vez vemos cómo un asunto aparentemente nutricional (físico), se enlaza irremediablemente con asuntos psicológicos, no sólo en sus consecuencias, sino también en sus causas. Preguntémonos por qué alguien no toma desayuno y encontraremos asuntos psicológicos o sociales activos generando ese problema.

Problemas como consecuencia de no ver la salud como una unidad en los médicos no psiquiatras

Es muy frecuente escuchar que un médico ve que hay una lesión pero no sabe explicar a qué se debe. Dándose esta situación, he escuchado estos tres casos:

1. Muchos médicos no atinan a decir nada al paciente (“no, no sé qué es, es algo raro”) y simplemente dan tratamiento a la lesión sin explicar ni interesarse por sus causas.

2. Otros médicos atribuyen muchas de estas situaciones a la palabra indefinida que ya casi es un cliché: “podría ser estrés”.

3. Y algunos pocos, como parte de las recomendaciones dicen al paciente que vaya a evaluación psicológica como parte del tratamiento.

Da la sensación de que unos médicos (caso 1) hacen una separación tajante entre salud física y salud mental, de tal forma que no conciben un posible origen psicosomático (causas psicológicas para simplificarlo más) de la enfermedad física y prefieren no decir nada. Da la sensación de que otros (caso 2) al menos sugieren la posibilidad de situaciones estresantes. Mientras que algunos pocos (caso 3) ven a la psicología como un área más, que ellos no manejan y que podría ser importante investigar y tratar en la dolencia inexplicable del paciente.

El caso 3 me da la mejor sensación. El caso 2 me parece insuficiente e incluso pretencioso (un médico no psiquiatra que se cree psicólogo o psiquiatra) y el caso 1 me parece terriblemente peligroso, pues al estar ciego al poder que tiene el estado psicológico del paciente, el médico se queda conforme con no ver el origen posible, de tal manera que no podrá atacarlo, lo que a la larga perpeturá la enfermedad, como sucede muchas veces con un gran número de enfermedades crónicas que condenan a los pacientes a vivir visitando clínicas u hospitales. Todo eso por creer, erróneamente, que la salud física no tiene nada que ver con la salud mental.

Por último, ni siquiera se necesita que la enfermedad sea inexplicable en su origen. Ya se sabe hace años que muchas enfermedades físicas están relacionadas previamente con aspectos psicológicos, por ejemplo, el cáncer, las afecciones de la piel, las alergias, las afecciones del tracto digestivo, etcétera. Pero parece que estamos todavía muy lejos de ver las cosas en toda su complejidad y actuar en consecuencia.

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Problemas como consecuencia de no ver la salud como una unidad en los médicos psiquiatras

Con alarmante frecuencia se ve que los médicos psiquiatras se contentan con tratar a sus pacientes con medicamentos y citarlos para sus controles (por ejemplo, una vez al mes). Esto es insuficiente. Cuando hay una afección psiquiátrica (depresión, ansiedad, ataques de pánico, trastornos alimenticios, etc.) no es suficiente medicar a los pacientes. Se necesita, además del tratamiento psiquiátrico, un tratamiento psicoterapeutico, que permita aspirar a que algún día el paciente no dependa de los fármacos; pero muchas veces esto no se da, no sólo por ignorancia (comprensible) del paciente, sino porque el psiquiatra cree que el problema del paciente es físico y sólo se controla con fármacos. No toma en cuenta para nada el aspecto psicológico de la persona y no hace ninguna recomendación al respecto.

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Problemas como consecuencia de no ver la salud como una unidad en los psicólogos

Aquí hay un problema que yo he visto desde muy cerca. Muchos colegas psicólogos o psicoterapeutas están erróneamente convencidos de que las dificultades de sus pacientes son sólo emocionales o mentales y que ahí no tiene que ver nada físico. De tal manera que se colocan en una posición absolutamente incapaz de detectar cuándo es que un paciente necesita una evaluación psiquiátrica o médica, en general.

Esto es un problema serio, porque al no detectar esto, el paciente tratado sólo con psicoterapia, no mejorará en su problemática o lo hará demasiado lento (más aun de lo que ya suele ser). Y esto es más grave aun cuando se trata de niños.

En cambio, un psicólogo o psicoterapeuta que se da cuenta de que tal problema psicológico puede deberse a asuntos físicos, será oportuno en recomendar evaluación médica cuando sea necesario o detectará temas de alimentación, de hábitos o temas laborales, porque está atento a que la salud no es sólo mental, sino que es un conjunto indivisible con lo físico, lo social y lo espiritual, y que estas otras tres áreas pueden tener mucho que ver con lo que se está intentando aliviar.

Conclusión

La salud es indivisiblemente física, espiritual, social y mental. Aquí cuatro fórmulas, pesadas de leer pero necesarias:

1. Los problemas físicos pueden ver su origen en otros problemas físicos, o bien en problemas espirituales, sociales o mentales.

2. Los problemas espirituales pueden ver su origen en otros problemas espirituales, o bien en problemas físicos, sociales o mentales.

3. Los problemas sociales pueden ver su origen en otros problemas sociales, o bien en problemas físicos, espirituales o mentales.

4. Y, naturalmente, los problemas psicológicos o mentales pueden tener su origen en otros problemas mentales, como también en problemas espirituales, físicos o sociales.

Y esta última es la fórmula que más nos interesa (aunque nos interesan en realidad las cuatro). Por eso es que aquí a veces hablamos del desayuno, de la alimentación, del cáncer, del envejecimiento, de los hábitos, del trabajo, del sistema nervioso, y posiblemente, acabemos hablando también de asuntos de índole espiritual: investigaciones acerca de cómo prácticas espirituales, como la meditación o el yoga, traen beneficios en la salud de las personas, problemas familiares debido a la multiplicidad de credos en una misma familia extensa o nuclear, problemas de cruces entre el credo del colegio y el credo de los papás, etcétera.

Así que ya sabemos: podemos tomar a la salud como un indivisible: salud fìsica, salud mental, salud social y salud espiritual, y así obtenemos un panorama más amplio para nuestro cuidado y el de nuestros seres queridos.

 

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“La salud” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

¿Teléfonos celulares y tablets antes de los 14?

Los teléfonos celulares, las computadoras portátiles y las tablets han sido creadas para uso adulto. Esto no es ninguna novedad. Este tipo de dispositivos nació con la idea de mejorar aspectos de la vida laboral de las personas, y es sabido también que los niños y adolescentes no trabajan (o no deberían trabajar), y si trabajan, es raro que necesiten para ello un dispositivo electrónico.

Los dispositivos portátiles que sí han sido concebidos (también) para menores han sido las consolas de videojuegos, pensadas y hechas principalmente para jugar, puesto que, a diferencia del trabajo, menores y mayores sí juegan (o deberían jugar).

Si no es con fines laborales, ¿para qué quieren o para qué se les da teléfonos celulares y tablets a los niños?

Los niños y adolescentes piden a sus padres este tipo de dispositivos electrónicos, o estos se los dan de forma espontánea, básicamente para 4 cosas:

1. Para jugar o entretenerse: papel que también siempre han cumplido las consolas de videojuegos.

2. Por monería, por moda, por lucimiento, de tal forma que más valiosa es la marca y el modelo del dispositivo que el dispositivo mismo: aquí sí las consolas de videojuegos no pueden cumplir este rol. Es imposible que se haga la caricatura, hasta cierto punto ridícula, de ver a un niño de 8 años haciéndola de ejecutivo con un iphone pegado a la oreja, con una consola Nintendo DS.

3. Para mantener ocupado y lejos a su hijo: este objetivo también es compartido con las videoconsolas, con la diferencia de que el uso intensivo de internet que se hace a través de las tablets y teléfonos celulares hace que el menor esté expuesto a más factores nocivos, en comparación con los riesgos que conlleva el uso de las videoconsolas, que ya es bastante (con las videoconsolas los riesgos tienen que ver esencialmente con las adicciones; con los teléfonos y tablets, estos riesgos se multiplican y llegan hasta niveles físicos – por ejemplo, ondas electromagnéticas provenientes de las señales telefónicas y wi-fi y su posible asociación con enfermedades físicas como el cáncer).

4. Para mantenerse en contacto con el menor: esta básicamente es una necesidad de protección (o de sobreprotección según sea el caso) y se aplica básicamente a teléfonos celulares. Lo interesante de esta razón es que para cubrir esta necesidad o deseo, no es necesario un dispositivo muy sofisticado.

Una recomendación interesante al respecto

La Asociación Protegeles, institución española de protección a la infancia, ha hecho una recomendación que me ha parecido muy interesante. Protegeles recomienda primero algo que ya se ha dicho muchas veces: no comprar dispositivos electrónicos como tablets o celulares a menores de 14 años si los padres no van a supervisar directamente su uso.

En otras palabras: si usted trabaja demasiado y no está en casa con sus hijos lo suficiente (esos papás que llegan a casa en la noche todos los días) o si no puede o no desea dedicarle demasiado tiempo a sus hijos, por favor, no le compre tablet o celular a su hijo menor de 14 años. Básicamente ése es el mensaje.

Lo interesante viene en este punto: Protegeles recomienda que si los papás están dispuestos a involucrarse en serio en la supervisión del uso de estos dispositivos, es bueno iniciar a sus hijos en el uso de los dispositivos antes de la adolescencia (por ejemplo, a los 9 o 10 años). ¿Por qué? Porque a esta edad, a diferencia de la pubertad y de la adolescencia, los chicos son más receptivos a las indicaciones y a la supervisión de sus papás y también son más abiertos; por ejemplo, podrían incluso desear compartir abiertamente sus fotos o sus conversaciones con sus papás. De esta forma se hace más sencilla y llevadera la necesaria supervisión parental.

Referencia

“Diez consejos para que controles la tablet o el móvil de tu hijo”. Online: Abc.es

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
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“¿Teléfonos celulares y tablets antes de los 14?” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

A ti te quiero más

Los papás podrían tener cuidado al decirle a alguno de sus hijos “yo te quiero más a ti”, comparando el cariño que sienten con respecto a su hermano o hermana. Este tipo de afirmaciones se puede dar en familias en las que los hijos mantienen una rivalidad en la que se disputan el cariño y los cuidados de los papás.

Algunos papás recurren a este tipo de afirmaciones para hacer sentir mejor a uno de sus hijos, pero puede no ser muy conveniente. En primer lugar, lo más probable es que el niño no le vaya a creer al papá o mamá que diga esto, por más que lo acepte con aparente gusto o alivio. En el fondo, el niño sabe perfectamente que no debería darse este tipo de preferencias, o, si fuera el caso, no se daría a su favor (si de verdad creyera que es el favorito no estaría en rivalidad con su hermano o hermana y no habría necesidad de consolarlo). Esto fija en la mente del niño la certeza de que su papá o su mamá miente y no es de confianza.

En segundo lugar, suponiendo que el niño le crea a su progenitor, se fija en la mente del niño la idea de que su papá o su mamá es capaz de parcializar su afecto en detrimento de uno de los hermanos. Esto desestabiliza el sistema familiar en la mente del niño, lo hace endeble y sujeto a favoritismos.

Lo más recomendable sería decir la verdad: que a ambos hermanos se los ama y que de ninguna manera a uno se le quiere más que al otro.

¿Y si es verdad que mamá o papá quiere más a alguno de los hermanos?

Por supuesto estamos exceptuando los casos en los que de verdad el papá o mamá siente que quiere más a uno. Nada de lo que hemos dicho arriba se aplica a estos casos. Aquí es verdad que hay favoritismo y es verdad que el sistema familiar no podría ser sólido para ninguno de los niños, ni para el favorito, ni para el que no lo es, ya que se está creciendo en un sistema familiar injusto, excluyente y parcializado (y por tanto eso es lo que se aprende).

En suma, los favoritismos de los padres hacia los hermanos son muy nocivos para los hijos, sean verdad o sean mentiras blancas.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
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Papás: informándose acerca del desarrollo adolescente

A mediados del siglo pasado, se empezó a hacer popular entre los papás primerizos el ir a las librerías y comprar publicaciones que ofrecían guías para la salud de los niños y de la familia. También se hizo costumbre el adquirir libros dedicados exclusivamente a la crianza de los hijos, muchos de ellos muy centrados en el aspecto psicológico.

Aun ahora esta costumbre sigue, sólo que los papás, además de buscar libros impresos, acuden a internet, usan buscadores, ven vídeos o leen publicaciones en línea. 

 ¿Y en la adolescencia?

Sin embargo, este entusiasmo por la investigación y por aprender muchas veces se mantiene mientras dura la primera infancia del primer niño. Muchos papás, luego de superado el trance de mantener vivo a su primer hijo, se sienten más seguros y se olvidan de que hay muchas cosas que no saben.

De esta manera, al llegar la pubertad o la adolescencia, muchos papás ya no sienten el impulso por investigar, por leer, por hacerse esponjas que absorvan lo que haya que aprender en su rol de crianza. Y esto sucede a pesar de que la pubertad y la adolescencia pueden traer más problemas a los papás que la niñez.

Investigar, leer, aprender, también en la adolescencia

Cuando nuestro hijo llegue a la pubertad es importante que los papás dediquen algo de su tiempo a investigar, a informarse acerca del desarrollo adolescente. Si no quieren leer o no confían en las publicaciones, consulten con un profesional y manifiéstenle las dudas que quieran resolver. Si su pareja no desea, que no es lo ideal, no se frene y hágalo sola o solo.

La adolescencia suele traer cambios muy notorios y muy radicales en las relaciones, en las problemáticas, en las prioridades y en las costumbres de una familia, que no es poco común que dejen descolocados a muchos padres. Cuando los papás no saben cómo adecuarse a un cambio evolutivo tan notorio e intenso, se suelen dar luego problemas de salud mental en consecuencia, ya que el hijo todavía está en formación.

También para el otro sexo

En la adolescencia esto es aun más notorio que en la niñez: no basta con investigar e informarse cuando su primer hijo llega a la pubertad. Si le sigue otro del sexo opuesto, en realidad es como si no se hubiera informado antes. La pubertad y la adolescencia en hombres y mujeres es muy distinta, y es necesario saber muchas cosas en su momento por separado. Vuelva a investigar, vuelva a interesarse, vuelva a informarse cuando otro hijo llegue a la pubertad y es el primero de ese sexo que llega a esta etapa de la vida.

Espero posteriormente poder recomendar textos o material audiovisual que, en alguna medida, cubran la necesidad que he planteado aquí.

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

La música: aliada de la salud física y mental

Esta entrada fue publicada originalmente en Rumbo Norte en noviembre del 2012.

 En un artículo titulado “Música y neurociencias”, los autores mencionan que a raíz de las investigaciones se ha propuesto que la música, a pesar de no ser necesaria para sobrevivir, sí “puede ser significante para mantener una salud física y mental” (ver referencia, página 163).

Escuchar música (respetando a los demás, por supuesto) puede, por tanto, ser un factor importante para mantener la salud de las personas, y hay quienes dicen que también de los animales y de las plantas. Efectivamente, algunas personas afirman que poniendo música suave en el lugar donde están las plantas, éstas tienden a crecer más fuertes, vitales y frondosas.

Para los niños y adolescentes

– Si su hijo manifiesta deseos de aprender a tocar algún instrumento, de cantar o de bailar, podemos aplicar lo mismo que mencionamos en una entrada anterior acerca de los deportes: aproveche la oportunidad de que su hijo se interesa por algo que le hará bien y concédale el deseo, sin condicionarlo a las buenas notas o al buen comportamiento. Si su hijo le toma gusto a un instrumento o al canto, no sólo escuchará mucha música, sino que también la hará él mismo, generándole muchos beneficios a su desarrollo, por la cantidad de habilidades que tendrá que poner en marcha para interpretar, ejecutar o incluso componer.

En el caso de la danza, del mismo modo, la cantidad de funciones que la persona debe desplegar para la ejecución y la interacción con la música le otorgarían, con la práctica, otros tantos beneficios. Además, con la danza, las personas realizan trabajo físico, lo que ya de por sí es muy valioso para la salud física y mental.

– Si usted es padre o madre y sabe tocar algún instrumento. Ofrézcale a su hijo aprender a tocar para hacer música juntos. Si su hijo o hija se anima y llegan a establecer una práctica, la relación entre ustedes podría mejorar notablemente o mantener sus niveles óptimos, además de aplicarse las mismas ventajas que se mencionaron en el punto anterior.

– Lo mismo que se mencionó acerca de la lectura en otra entrada, se aplica para la música. Nunca se debe obligar a un niño o adolescente a practicar música, canto o danza. La persona debe hacerlo porque lo desea. La obligación puede hacer que el niño o adolescente crezca sintiendo rechazo a una actividad buena.

Para los adultos y adultos mayores

– Si usted es adulto y desea retomar su práctica, hágalo sin pensarlo mucho. Le hará mucho bien.

– Si usted es adulto y no sabe tocar ningún instrumento, ni cantar, ni bailar, pero siente deseos de aprender alguna de estas disciplinas, no se desanime. Hay muchas personas que han empezado siendo mayores y han reportado beneficios significativos para su salud, además de satisfacer su deseo y pasarla muy bien con su nueva actividad. Si sus papás no pudieron dárselo siendo niño, podría pensar en dárselo usted mismo ahora que es adulto.

Referencia

Masao, Ricardo; Martínez, Alma; Vanegas, Mario (2010). “Música y neurociencias”. En: Archivos de Neurociencias. Volumen 15. Número 3. Julio – septiembre 2010. Páginas 160 – 167.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Papás: desacuerdos difíciles de resolver

En una entrada anterior hablamos sobre lo importante que es para los papás estar de acuerdo con respecto a la disciplina dada a los hijos menores. En aquella ocasion recomendamos, entre otras cosas, que se debía evitar que los hijos sean testigos de desacuerdos entre los papás a la hora de disciplinarlos.

Pero, ¿qué hacer con aquellos asuntos de disciplina en los cuales no se puede llegar a un acuerdo tan facilmente?

Posponer la discusión

De repente, por más que hayan intentado llegar a un acuerdo, los papás no han logrado un consenso con respecto a una situación que involucra al hijo. ¿Qué hacer si esa situacion se presenta frente a los hijos? Por ejemplo, la mamá considera que a su hijo, al haberse portado mal, se le debe prohibir jugar con el playstation dos o tres dias; pero el papá no esta de acuerdo con aplicar castigos tan prolongados. Pongámonos en el lugar del papá que llega a la casa y se encuentra con que el castigo ya fue aplicado por ella ¿Qué haríamos en una situación como esa?

En este ejemplo la recomendacion iría dirigida al papá. Es fundamental que si hay un desacuerdo, y los hijos están presentes, la discusión se posponga para otro momento. El papá no debe cuestionar la decisión de la mamá delante de su hijo, tampoco debe deshacer el castigo por más que la mamá no se encuentre en casa. El castigo se debe cumplir tal y como la mamá lo decidió, por más que el papá no esté de acuerdo con la aplicación del mismo. ¿Por qué? Porque es preferible un castigo inadecuado por tres días a que la disciplina del niño o del adolescente se vea marcada por haber sido testigo de los desacuerdos entre sus padres.

Conversarlo después

Los papás pueden retomar los intentos de solucionar sus diferencias de opinión cuando estén solos. Ahora, podría darse el caso de que el desacuerdo no se resuelva. Aquí lo importante es que se intente llegar a un acuerdo, incluso cediendo un poco ambas partes. Pero si al final esto no se da, y las situaciones de desacuerdo se van repitiendo, los papás podrían recurrir, tal vez, a algunas personas cercanas de confianza, para escuchar otras opiniones. Si aun así, no se encuentra resolución, se puede consultar con algún profesional recomendado para que haga de mediador objetivo, en ese caso sería ideal que se sigan las indicaciones de dicho profesional.

Los sentimientos de los papás

Decimos esto sabiendo y comprendiendo que, para el papá o la mamá, encontrarse con que su pareja está haciendo exactamente lo que él o ella no haría, genera sentimientos negativos, por ejemplo, de cólera. Aquí lo que se está recomendando es que los papás hagan el esfuerzo de no actuar impulsivamente, guiados por dicha cólera, para así poder llegar luego a un acuerdo conversado.

Excepción

Como muchas veces, cuando se plantea una regla, se presentan excepciones, y en este momento se me ocurre una: si el papá encuentra a la mamá golpeando al hijo o viceversa, sí es necesario que se detenga esta acción y se sugiera, de la forma mas calmada posible, otra forma de sancionar la falta que el hijo haya cometido. ¿Por qué esta es una excepción? Porque a diferencia de los desacuerdos que se puedan dar por la comida, por el tiempo de ver la televisión o jugar con el playstation, o por el salir a fiestas, el maltrato físico a un niño o adolescente, necesariamente, va a ser más dañino para él que presenciar el desacuerdo entre sus padres. Por otro lado, como también vimos en una entrada previa, los hijos esperan de sus papás protección y cuidado y si uno de ellos se convierte en agresor físico, cosa que ya va contra este principio, es mucho peor que el otro padre se mantenga como testigo mudo frente al maltrato que el niño está sufriendo.

Para recordar

– Ante situaciones de desacuerdo que se presenten frente a los hijos, la discusión debe ser pospuesta para otro momento, no ceder ante la cólera.

– Si los papás ven que no hay forma de resolver una discrepancia durante mucho tiempo, y esto esta generando problemas repetidamente, se puede conversar del asunto con un profesional recomendado. Aquí lo que resuelve es seguir las indicaciones de dicho profesional.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Beneficios e importancia de caminar: adultos mayores

Voy a publicar una serie de entradas que tienen que ver con los efectos positivos que trae el caminar. Esta sería la primera entrada de esta serie. Estas entradas no tendrán ningún orden en especial; simplemente iré publicando la información que vaya recolectando conforme pasa el tiempo.

Caminar

Caminar es una actividad muy básica. Sin esa capacidad, la especie humana no existiría (a diferencia de otras actividades, como el conducir automóvil). Sin embargo, la historia en nuestra cultura nos ha llevado a ir poco a poco caminando menos en nuestras vidas. Las ciudades han crecido demasiado y muchísimas personas se endeudan para adquirir un vehículo, utilizan sistemas de transporte público o en sus horas de descanso prefieren actividades pasivas o que requieren muy poco movimiento físico. De esta forma, la población va reemplazando lo que conocemos como “hábitos saludables” por actividades de tipo sedentario, multiplicándose así una serie de males y trastornos de toda índole, como la depresión, la ansiedad, el sobrepeso, el cáncer, etcétera.

Evidencias científicas

Se han venido acumulando evidencias científicas acerca de la necesidad de caminar para mantener la salud, o, en todo caso, de los efectos positivos que trae el caminar en las personas de todas las edades. Estas evidencias están relacionadas con todo tipo de enfermedades, trastornos o situaciones indeseadas. Hablar de ellas en corto tiempo sería imposible. Así que iré dando sólo “pequeñas muestras”.

Una muestra

Se tomaron 1635 hombres y mujeres de entre 70 y 89 años con vidas sedentarias y capaces de caminar al menos 400 metros por su cuenta. Se dividió este total en dos: el primer grupo recibió charlas mensuales sobre temas de prevención y salud; el segundo grupo recibió un programa de ejercicios físicos que consistían en caminatas y rutinas muy ligeras con pesas.

El experimento duró más de dos años. Los resultados fueron, en síntesis, los siguientes: el grupo de ejercicios tuvo menos probabilidades de desarrollar alguna discapacidad o de hacerla crónica en comparación con el grupo de charlas.

¿Qué podemos sacar de este experimento para nuestras vidas?

Los resultados de este experimento nos pueden hacer pensar en varias cosas, como en la importancia de caminar y de ejercitarse en la salud de los adultos mayores, y cómo esto es más efectivo por sí solo que el recibir información. También hace pensar en que el hábito de mantenerse activo físicamente, el caminar, al reducir el riesgo de desarrollar alguna discapacidad, también mantiene la calidad de vida de la persona a través de los años y puede incluso prolongar una vida saludable.

Se me ocurre pensar también, si estos resultados observables se dieron en poco más de dos años con personas tan mayores y sedentarias (con la salud ya deteriorada), cuáles serían los resultados reales en una persona que desde más joven mantiene estos hábitos. Por eso, esta investigación es también importante para adultos jóvenes y padres de familia.

Referencia

Varios autores (2014). “Effect of Structured Physical Activity on Prevention of Major Mobility Disability in Older Adults”. En: The Journal of American Medical Association. Número 23. Volumen: 311.

Puedes leer el experimento completo aquí.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

Licencia Creative Commons
“Beneficios e importancia de caminar: adultos mayores” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.

Premios y castigos

Ilustración: Lucía Fernández

Hay un texto llamado “Principios de aprendizaje y conducta” en el que se afirma: “tanto la sabiduría popular como la evidencia experimental nos dice que el reforzamiento inmediato es preferible al demorado”.

Lo que escribe el autor se basa en muchos años de investigación científica y significa que mientras más rápido reforcemos o castiguemos una conducta, más efectivo será el reforzador o el castigo. Por el contrario, mientras más nos demoremos en reforzar o castigar, menos eficaz será dicho reforzador o dicho castigo.

Esto puede conllevar cierto interés para los papás, los maestros y toda figura de autoridad que deba mantener disciplina en niños y adolescentes. En general, esto compete a toda actividad en la que alguien desee que otro realice determinados comportamientos y no otros; por ejemplo, una empresa que desea incentivar a su personal. Pero aquí nos ocuparemos sólo de lo concerniente a la relación padres hijos.

El regalo de Navidad como premio

Una forma muy recurrente de intentar que los niños o adolescentes se porten bien o saquen mejores calificaciones es la del premio demorado para determinada fecha, que puede ser el cumpleaños, Navidad o vacaciones de verano.

Los papás suelen decirles a sus hijos: “si sacas buena nota, te regalo eso que me has pedido para Navidad”. Los hijos suelen aceptar, a veces entusiasmados. Sin embargo, este tipo de premio no resulta tan efectivo y muchas veces sencillamente no funciona. Esto se debe a lo que hemos dicho anteriormente: el premio está excesivamente demorado; pasa demasiado tiempo. El niño o adolescente no ve un efecto positivo inmediato a su esfuerzo, sino que tiene que esperar varias semanas o meses antes de ver el efecto deseado. Por tanto, no aprende que estudiar trae consecuencias lo suficientemente buenas.

Podríamos agregar, además, que no es recomendable utilizar premios materiales como juguetes, bicicletas, golosinas, consolas de juegos de vídeo, dinero, etcétera, como formas de incentivar a los hijos que guarden disciplina o que obtengan buenas calificaciones. Pero si a esto se le agrega que el premio es demorado, nuestra acción será doblemente inefectiva.

El castigo del fin de semana, de las vacaciones o el castigo de larga duración

De la misma forma que los premios, incentivos o reforzadores, los castigos también funcionan de la misma forma. Muchas veces un niño o adolescente llega con una mala nota, con una llamada de atención disciplinaria o se ha portado mal en casa, y los papás recurren a castigos inefectivos (pero muchas veces muy dolorosos) como:

“Ahora ya no irás al paseo del fin de semana”.
“Ahora te quedarás en casa en las vacaciones” o “ahora ya no harás fútbol en vacaciones”.
“No ves televisión por dos semanas” o, peor aún, “no sales en dos semanas” (o un mes o hasta dos meses).

Nuevamente, estos castigos que conllevan tanto tiempo en darse o que duran tanto, pueden infligir sufrimiento en el niño o adolescente, pero al final, el menor no habrá aprendido nada, debido a que no habrá registrado realmente que su acción haya originado un efecto negativo, dado que el efecto está demasiado diferido o demorado. Más bien lo que probablemente sentirá con mayor fuerza es que sus papás lo maltratan o que son malos.

Rapidez

Los reforzadores y castigos deben darse lo más pronto posible luego de la acción positiva o negativa del niño o adolescente. Mientras más tiempo pase, el niño o adolescente aprenderá menos. Además deben ser consecuencias de duración limitada. Mientras más dure el castigo o el premio, más pronto se le olvidará al menor que está siendo castigado o premiado por tal cosa que hizo.

Por ejemplo, si le va a quitar la televisión a su hijo, quítesela el mismo día que se portó mal. De repente, máximo, hasta el día siguiente, pero ya no más.

Por su lado, si busca reforzar una buena conducta o una buena nota, dele sus felicitaciones en ese mismo momento o saque provecho de lo que ha obtenido inmediatamente. Por ejemplo, si acabó de hacer un trabajo o una tarea, pueden ahora sí salir a tal sitio que deseaban o pasar determinado tiempo de placer ya sin la preocupación del deber pendiente.

Finalmente, habría que pensar también en que no todos los castigos y los premios son adecuados, por más rápido que se presenten. Ya mencioné que no se recomienda premiar con objetos materiales, especialmente lo relativo a los estudios. Tampoco se recomienda castigar, por ejemplo, privando de comida, encerrando a los menores en su habitación, golpeando o insultando. En el futuro intentaremos ahondar en este tema.

Referencia

Domjam, M. (2007). Principios de aprendizaje y conducta. Madrid: Thomson. Página 146.

 

Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe

 

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“Premios y castigos” por Diego Fernández Castillo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Derivar 4.0 Internacional.