Cuando tu hijo esté platicando, no lo interrumpas. Así le estarás enseñando a través del ejemplo, que cuando alguien más habla, hay que esperar a que termine para intervenir (Baltazar y Palacios, 2011, página 28).
Como vimos en la entrada anterior, los niños tienden a interrumpir las conversaciones de los adultos. Como se explicó, esto sucede porque ellos buscan sentir la seguridad de que sus papás o el adulto encargado todavía lo están teniendo en cuenta, dado que son seres dependientes, necesitados de cuidados.
Interrumpir a los niños cuando hablan
Esto a los adultos puede parecernos muy molesto, lo que también es comprensible. Justamente por eso hay que enseñarles a no hacerlo, y la mejor (y única, en realidad) manera de enseñarles a los hijos es mediante el ejemplo.
Para ello los papás podríamos evitar interrumpir a nuestros hijos cuando ellos están hablando, porque si lo hacemos, ¿con qué cara y autoridad les pedimos luego que ellos no lo hagan? Lógicamente, si nuestras acciones muestran lo contrario de lo que decimos, los niños nos desautorizarán, no nos harán caso y seguirán interrumpiendo como siempre.
Esto no lo harían a propósito; es que simplemente así se da. Es bien difícil ser vegetariano en una casa donde todos los días te sirven carne y donde no tienes acceso ni poder de decisión en la cocina. De la misma forma, es bien difícil ser niño y aprender a no interrumpir cuando tus papás todo el tiempo lo hacen.
Interrumpirnos entre nosotros cuando hablamos
Pero la cosa no queda ahí. Si queremos que nuestros hijos aprendan a no interrumpir y a no ser impertinentes, además de darles el ejemplo no interrumpiéndolos a ellos, también podríamos darles el ejemplo evitando interrumpirnos entre los adultos, al menos delante de ellos.
Funciona de la misma forma: ¿cómo se le enseña a dejar hablar a un niño si ve que sus propios papás se comunican interrumpiéndose constantemente? Es evidente que esto le haría un corto circuito en la cabeza, es bien confuso y no se entiende nada.
De cosas como estas salen esas afirmaciones de los niños y adolescentes: “mis papás son bien raros” o “mis papás están locos”. Estas expresiones no las dicen por gusto. Exigirle a tu hijo que deje hablar cuando tú y tu pareja viven interrumpiéndose es como el consabido “¡no hables lisuras, carajo!”. Obviamente no se va a entender el mensaje y el comportamiento del niño persistiría o se agravaría.
Referencia
Baltazar Ramos, Ana María & Palacios Suárez, Celia (2011). Consejos prácticos para la educación de los hijos. México D. F., México, Editorial Trillas.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe