Precisamente en la penúltima entrada venía comentando acerca del aspecto espiritual de las personas y cómo éste vendría a conformar una cuarta dimensión de la salud en general (junto con la salud física, mental y social).
Hace unos días vi que en las redes sociales circulaba un enlace a un blog que proclamaba que “la espiritualidad alarga la vida”. La entrada en cuestión hacía referencia a una investigación publicada en 1997 en el Journal of Psychiatry in Medicine, en la que los investigadores tomaron a 1718 sujetos de 65 o más años que habían estado asistiendo al Establishment of Populations for Epidemiologic Studies of the Elderly (EPESE) project, ubicado en Duke, y los separaron en dos grupos: uno que asistía a servicios religiosos y el otro que no.
El análisis de las muestras de sangre dio como resultado que, en general, estadísticamente hablando, el sistema inmunológico de las personas que asistían a servicios religiosos era más saludable que el de las personas que no lo hacían. Los investigadores se limitaron a enseñar este resultado y declararon no saber explicar cómo es que se explicaría esto.
El debate de los internautas
A mí me parece que la información emitida por el blog mencionado podría haber alterado un poco los datos de la investigación científica original publicada en el Journal. El blog afirmaba que se había demostrado que “la espiritualidad alarga la vida”, cuando en realidad la investigación publicada no concluye eso, limitándose sólo a publicar el dato encontrado, sin siquiera poder explicar a qué se debe.
Obviamente esto alteró un poco los ánimos de las personas que no tienen una vida espiritual desarrollada y/o de aquellas que no son religiosas. Algo que se comentaba mucho, por ejemplo, era que religión no es lo mismo que espiritualidad. Algunos por ahí decían incluso que religión es lo contrario de espiritualidad.
Más allá de estas discusiones, que podrían tornarse bizantinas, y más allá de la probable poca objetividad con la que el blog difundió la investigación original, remitámonos justamente a dicha investigación: en ella, los adultos mayores que asistían a servicios religiosos presentaron, en su conjunto, un sistema inmune más saludable que los adultos mayores que no lo hacían. Ese fue el hallazgo. A partir de este dato concreto, cada quién es libre de sacar sus conclusiones, aunque creo que lo más saludable sería investigar más antes de concluir nada.
Referencia
Harold G. Koenig, Harvey Jay Cohen, Linda K. George , Judith C. Hays, David B. Larson, Dan G. Blazer (1997). “Attendance at Religious Services, Interleukin-6, and Other Biological Parameters of Immune Function in Older Adults”. En: The International Journal of Psychiatry in Medicine. Volumen 27. Número 3. Páginas: 233 – 250.