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30/03/24: El modelo de Washington y el desarrollo económico

EL MODELO DE WASHINGTON, EL NEOLIBERALISMO Y EL DESARROLLO ECONÓMICO. El caso peruano 1990-2020

Por Efraín Gonzales de Olarte

Editorial. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Año: octubre 2023

En estos tiempos de problemas muy coyunturales, hemos perdido la visión de largo plazo, la visión del desarrollo económico, y nos olvidamos del modelo económico “primario-exportador y de servicios” generado en el Perú durante los últimos 30 años. Este modelo ha tenido un período de gran auge seguido de la crisis actual, sin embargo, no ha resuelto los problemas de las desigualdades sociales y regionales, la informalidad, las bajas productividades y el acceso a oportunidades para todos. Lo que ha repercutido en un lento desarrollo humano.

En este libro he abordado el análisis del ciclo económico y político reformista neoliberal que se inició en 1990 y ha llegado a su fin. El Perú aplicó de manera drástica las recetas neoliberales propuestas por los organismos de Washington en los años 90s para superar la profunda crisis heredada del gobierno de Alan García. El principal resultado fue crecimiento sin redistribución, con gran informalidad y con grandes desigualdades. Es decir, “El modelo de Washington” basado en la ideología neoliberal, ha sido otro de los modelos de desarrollo aplicados en el Perú, que no ha llegado a convertir el crecimiento en desarrollo, capaz de resolver los principales problemas de la mayoría de peruanos.

En el libro se ha analizado los distintos modelos de desarrollo aplicados en todo el mundo y muestra porqué algunos países lograron construir modelos exitosos –por ejemplo: los países del sud-este asiático- y otros no -buena parte de los países latinoamericanos y particularmente el Perú-. Las principales características de los modelos exitosos de desarrollo han sido: construyeron procesos de crecimiento basados en la industria exportadora, el principal factor de crecimiento fue el capital humano, todo ello basado en el establecimiento de instituciones económicas y políticas estables y en un entendimiento del Estado con el sector privado empresarial por largo plazo.

Una conclusión importante es que no es posible copiar modelos de desarrollo, cada país debe construir su propio modelo en función de sus experiencias anteriores, tratando de superar los factores que impidieron el éxito de uno u otro modelo. Para ello, obviamente se requiere de acuerdos políticos, económicos e institucionales duraderos, en democracia. Es decir, la polarización y fragmentación social y política no puede llevar al desarrollo.

Hoy tenemos el desafío de recuperar la institucionalidad para recuperar la capacidad de pensar en un modelo de desarrollo integrador y sostenible.

07/03/24: LA QUIMERA DEL DESARROLLO ECONÓMICO EXITOSO

¿Cuándo un modelo desarrollo económico es exitoso?

Efraín Gonzales de Olarte

En el Perú y en buena parte de América Latina hasta ahora no se ha encontrado el modelo de desarrollo económico capaz de resolver los principales problemas de sus habitantes: ingresos y empleo decentes, satisfacer las necesidades básicas y sociales de cada familia, acceso a servicios educativos, de salud e infraestructura básica, asegurar pensiones para la vejez, y la posibilidad de integrarse fácilmente a la sociedad del conocimiento, todo ello manteniendo un medio ambiente saludable. Es verdad que los estándares del desarrollo van aumentando constantemente, en la medida que aumenta el conocimiento, aparecen nuevas tecnologías, la constante expansión de la sociedad de la información y las aspiraciones crecientes de todos para alcanzar mayores niveles de vida y de cultura.

En América Latina se ha ensayado varios modelos de crecimiento: primario-exportador, primario-exportador y semi-industrial, industrialización por substitución de importaciones, primario-exportador y de servicios. En cada tipo de modelo la intervención del Estado ha sido variable, en el primero y el último su presencia ha sido limitada y la iniciativa privada ha constituido el motor del crecimiento, mientras que en los otros el Estado fue el promotor. Además, todos estos modelos han sido impulsados por gobiernos democráticos o alternativamente por gobiernos autoritarios, sino dictatoriales. Es decir, no ha habido estabilidad en los modelos de crecimiento por largas décadas y tampoco democracias duraderas, salvo excepciones como Costa Rica y hasta cierto punto Uruguay. Después de la segunda guerra mundial, el resto de países ha tenido períodos de crecimiento seguidos por etapas de crisis, pero la tendencia del crecimiento promedio ha sido bastante modesta en comparación con los países asiáticos, especialmente los del sud este.

El denominador común de estas tendencias ha sido la inestabilidad económica y política, que no ha permitido generar consensos nacionales para buscar el modelo de crecimiento económico que lleve al desarrollo social y humano. Obviamente, la pregunta que se plantea es: ¿por qué? No es fácil responder a esta pregunta, pero hay varios factores que pueden explicar este fenómeno tan complejo.

En primer lugar, hay factores históricos como la herencia colonial que generó la continuidad de economías primario exportadoras y Estados centralistas. El atraso económico de España y Portugal frente a los países que iniciaron la revolución industrial, impidió algún tipo de industrialización en el siglo XIX, la industrialización de varios países de América Latina sólo comenzó a raíz de la crisis de 1929, generándose la primera ola de industrialización para substituir los productos que ya no se podían importar. Luego vendría la industrialización por substitución de importaciones (ISI), posterior a la segunda guerra mundial, promovida por la CEPAL, que tuvo una década de auge y después entró en crisis, En todo caso fueron procesos de industrialización tardía, cuya principal característica fue producir para el mercado interno y no como los países asiáticos cuyos modelos de crecimiento fueron de industrialización para la exportación.

En segundo lugar, ninguno de los modelos de crecimiento logró resolver el problema de la desigualdad en la distribución de la riqueza y de los ingresos, al contrario, en cada fase de crecimiento económico las desigualdades se incrementaron. El problema central de las desigualdades de ingresos es que generan estructuras de demanda también desiguales, es decir, los que tienen altos ingresos tienen capacidad para importar los bienes industriales y servicios que deseen, en cambio los de bajos ingresos, que son la mayoría, sólo pueden comprar los productos nacionales como alimentos, ropa y algunos servicios y como su demanda agregada es relativamente pequeña no constituye una base para alentar el incremento de las inversiones para aumentar la oferta. De otro lado, las desigualdades son un freno para el desarrollo de los mercados de trabajo y capitales, que se desprende de la baja tasa de inversión. Además, las desigualdades generan tensiones sociales entre los que tienen mucho y los que tienen poco o nada. Ningún modelo de crecimiento y ningún gobierno ha logrado resolver este gran problema. Por ello, cada vez que hay una crisis de crecimiento, salen propuestas políticas de signo contrario para corregirlas, en consecuencia, se genera un péndulo entre políticas pro-mercado y políticas estatistas, generando una inestabilidad que hace perder el norte del desarrollo de largo plazo.

En tercer lugar, dada la discontinuidad de los modelos de crecimiento y las desigualdades inmanentes, la construcción de instituciones económicas, políticas y sociales ha tenido las mismas tendencias: han sido cambiantes frente a cambios en las coyunturas económicas y políticas, no han logrado reducir las desigualdades, por ejemplo: a partir de políticas sociales con metas de largo plazo en educación, salud, infraestructura básica y cultura. Sin embargo, las instituciones económicas (BCRP, SUNAT, SBS, etc.) han sido más estables que las instituciones que manejan las políticas sociales y las instituciones políticas, lo que muestra que los intereses económicos predominan sobre las necesidades sociales. Por otro lado, los partidos políticos, se han ido debilitando y se han ido desconectando de las necesidades de sus electores y del carácter igualador de las políticas estatales, es decir, las preferencias colectivas han perdido sus representantes al llegar al gobierno, con resultados económicos y sociales inciertos para todos.

Frente a este panorama complejo e inestable, uno se pregunta ¿qué se puede hacer para buscar un modelo de desarrollo capaz de resolver los principales problemas de las personas y de la sociedad? Además, ¿Quién debe o podría promover los cambios en base a propuestas que sean convincentes para los electores y los ciudadanos?, pero sobre todo que tengan credibilidad que lo que se promete se ha de realizar. La debacle en América Latina comenzó cuando los partidos que ganaban las elecciones con promesas populistas, al llegar al poder se convirtieron en neoliberales, este fue el caso de Menem en la Argentina y de Fujimori en el Perú. Es decir, se rompió la esencia de un pacto electoral: la credibilidad que progresivamente fue decreciendo y también el rol de los políticos en la promoción del desarrollo.

Las experiencias internacionales de éxito en el desarrollo han tenido varios ingredientes: 1. Mantener una estabilidad política e institucional por largo tiempo. 2. La generación de confianza en el modelo de desarrollo, cualquiera que sea, basado en que sus resultados favorezcan a las mayorías. Uno apoya lo que le favorece. 3. Construir un modelo de crecimiento capaz de aumentar constantemente las productividades, en base a la innovación tecnológica y al empuje del capital humano, acompañado de un Estado capaz de asociarse con el empresariado y, al mismo tiempo, tener una robusta política redistributiva apoyada tanto por el empresariado como por la sociedad civil. Crecimiento con redistribución es la fórmula, es decir una economía mixta en la empresariado y Estado cooperan y que se asocia a un modelo político democrático, con instituciones fuertes y descentralizado.

Obviamente, cada país debe buscar de construir su propio modelo de desarrollo, pero para ello se requiere de consensos, confianza y estabilidad política por 30 o 40 años, es decir por dos generaciones por lo menos. Todo un desafío para la América Latina tropical.

6.03.2024