El gobierno de EEUU ha lanzado una campaña desaforada de persecución contra
Wikileaks y
Julian Assange porque le sacó los trapitos al sol, reveló la magnitud de las masacres en Afganistán e Irak, sus operativos de guerra en contubernio con Israel contra Irán, el trasfondo de las maniobras militares junto a Corea del Sur contra Corea del Norte, la intervención solapada en Yemen, la participación en el golpe de estado en Honduras, para citar algunos ejemplos. Además, lo cubrió de ridículo ante el mundo porque mostro la endeblez de su hipertrofiado aparato de seguridad.
Las revelaciones de WikiLeaks no empezaron con el cuarto de millón de documentos secretos ahora expuestos a la luz pública, sino mucho antes, con el video del ametrallamiento a civiles desde un helicóptero en Bagdad. Y antes aún, con la publicación de los 92 mil informes clasificados de las Fuerzas Armadas yankis sobre la guerra de Afganistán y los 391.832 sobre los asesinatos y las torturas en Irak. Pero hay algo que quizá los aterre más aún, y es el anuncio de que tiene muchos más documentos para difundir, que se refieren a las maniobras fraudulentas de los bancos que han precipitado la crisis de la economía mundial y los procedimientos utilizados por las grandes compañías petroleras, como la BP, culpable del gigantesco desastre en el golfo de México.
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