El Gran Hermano te está escuchando—¿con medios que compró a Europa?
¿Son el correo electrónico, las grabaciones telefónicas y las transcripciones de SMS las últimas armas en el arsenal del tirano?
Actualmente en esta era digital, la información electrónica despierta la misma atención por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos, que siempre lo han venido haciendo los casos de tortura como pueden ser, la privación del sueño o el submarino o cualquier otro violación de los DD.HH. Los activistas de la información piden la erradicación del, cada vez más extendido, comercio de “armas digitales”.
Crece la preocupación por la venta de tecnología de vigilancia en internet a países con un dudoso cumplimiento de los derechos humanos. Y los activistas exigen la obligación de revelar el nombre de las empresas que facilitan estas tecnologías y que se regule su comercialización.
“Ciertos países europeos suministran sistemas para localizar y controlar a activistas y estos se utilizan por su comprador con fines represivos”, asegura Marietje Schaake, europarlamentaria holandesa y encargada de supervisar su estrategia de libertad digital. “Debemos saber lo que se está exportando y a quién”.
Negocios turbios
Schaake no puede siquiera saber que su propio país está involucrado en tales prácticas, de ahí “la necesidad de mantener una contabilidad más estricta”. Sin embargo, los informes de las investigaciones realizadas por Bloomberg, Reuters y otras fuentes de información implican a algunas empresas e, incluso, a países europeos. Siemens, el gigante alemán de la electrónica parece haber vendido instrumental de vigilancia a Bahrain, incluido a principios de año en la lista de EE.UU. de países que violan los derechos humanos.
Actualmente se aplican sanciones por la venta de sistemas de espionaje a Irán y Siria, pero Schaake y varias ONG, como Humans Rights Watch y Periodistas sin Fronteras, piden a la Unión Europea que regule las herramientas de vigilancia en internet del mismo modo que “verifican la calidad de los alimentos y medicinas, o de armas convencionales”.
Espada de doble filo
“La lucha por los derechos humanos cuenta cada vez más con un componente tecnológico”, apunta Schaake. “Es el modo en que los países retienen y controlan a la población”. En la otra cara de la moneda tecnológica, los mismos avances electrónicos permiten a los activistas, blogueros y periodistas en regímenes represivos transmitir información a todo el mundo y organizar manifestaciones masivas en tiempo real. Basta pensar en el Movimiento Verde en Irán, tras las elecciones del 2009, o la Primavera Árabe del 2010.
“Es el juego del gato y el ratón. He hablado con activistas encarcelados a los que torturaban con un teléfono móvil. Les enseñaban grabaciones y correos electrónicos y les interrogaban sobre sus contactos. Es más difícil proteger las fuentes de información y trabajar para una sociedad democrática y justa”.
Irán no tiene siquiera una red global de internet, lamenta Schaake, pero utiliza una red nacional parecida a internet. “Todo está centralizado y controlado”.
Spyware digital
Los grupos en pro de los derechos humanos denuncian que los programas de vigilancia pueden introducirse en el ordenador de la persona objetivo a través de adjuntos infectados o descargas de falsos programas. Una vez introducido el spyware, los gobiernos pueden acceder al contenido del disco duro, correos o chats codificados, obtener contraseñas e, incluso, enviar o descargar archivos. Todo sin la sospecha del propio dueño del ordenador.
De acuerdo con Human Right Watch, “algunas empresas contactan directamente con agentes del Estado, como agencias de inteligencia, para ofrecerles estas tecnologías”.
El spyware de vigilancia vendido por Siemens AG a Bahrain estaba mantenido por Nokia Siemens Networks (NSN). Bloomberg informa que NSN se ha desprendido de su filial Trovicor, la unidad de mantenimiento que gestionaba los negocios de vigilancia.
Nueva realidad
“Tenemos plena conciencia de que la tecnología de las comunicaciones puede emplearse para el bien y el mal”, declara un portavoz de NSN a Bloomberg, en el informe de agosto pasado. En su opinión, el riesgo de violar los derechos fue la razón por la que NSN abandonó el negocio y estableció una política de derechos humanos y un programa de prácticas y diligencias. Pero la responsabilidad final recae en “quienes usan esta tecnología para infringir los derechos humanos”.
La europarlamentaria Schaake señala que las leyes deben ser actualizadas para reflejar la nueva realidad en la que vivimos. “Es también para nuestra propia vulnerabilidad. Estas tecnologías pueden utilizarse contra Europa también, para buscar y controlar a gente aquí”.
RNW intentó contactar con Siemens pero hasta el momento la empresa no ha respondido.
Fuente: Radio Nederland
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