La eyaculación precoz: mito y realidad a la luz de los estudios biológicos, etológicos y de género

Escrito por Julián Fernández de Quero
martes, 20 de mayo de 2008
En “El Mito Masculino”, investigación realizada por A. Pietropinto y J. Simenauer, en 1977, aparece ya claramente que el 80 por ciento de los varones se preocupan por retrasar voluntariamente su eyaculación con la finalidad de que la compañera obtenga su orgasmo antes.

CONTEXTO SOCIO-CULTURAL EN EL QUE SURGE LA EYACULACION PRECOZ COMO PROBLEMA

Como queremos analizar y demostrar en las páginas que siguen, la Eyaculación Precoz, considerada en el ámbito médico y sexológico como la principal disfunción sexual masculina, tanto por la cantidad de hombres que consideran verse afectados por ella, como por las dificultades de encontrar un medicamento apropiado para “curarla”, es un pseudoproblema inventado por la Cultura de los Géneros, sin ninguna base científica explicativa ni terapéutica.

Al finalizar la II Guerra Mundial, las nuevas condiciones socioeconómicas generadas por el capitalismo de consumo, impuso la necesidad de cambiar los modelos de socialización del comportamiento sexual anteriores por otro modelo nuevo más acorde con las necesidades del sistema. Así se construye el modelo denominado por Josep Vicent Marqués como “Capitalista permisivo” (¿Qué hace el poder en tu cama?, Icaria, 1980), cuyo principal presupuesto ideológico es la normalización de la sexualidad femenina que, a partir de ahora, es reconocida como un hecho biológico positivo, una capacidad que pueden desarrollar tanto los hombres como las mujeres para buscar la felicidad personal. El reconocimiento de la sexualidad femenina es la premisa que necesita el sistema capitalista para introducirla en el Mercado como una mercancía más con la que se pueden hacer suculentos negocios legales e ilegales.

Este reconocimiento de la sexualidad femenina no se hace al cien por cien, considerando a la mujer como sujeto con capacidad de autonomía y libertad, porque ello hubiera puesto patas arriba la estructura patriarcal, algo impensable por el momento. Así que el modelo plantea que la mujer tiene sexualidad y es bueno para ella, le reconoce su derecho al placer en general y al orgasmo en particular, pero la llave de su sexualidad sigue detentándola el hombre. Para ello, establece que la nueva mujer sexuada es incapaz de llegar al orgasmo por sí sola, que se excita más lentamente que el hombre y que su actitud durante la relación ha de ser pasiva. Será el hombre con su “saber hacer”, con una erección duradera y potente y demorando la eyaculación el tiempo necesario, el que conseguirá llevarla a la cumbre del placer, provocándole varios orgasmos. De esta manera, la relación de dependencia de la mujer respecto al hombre, elemento central de la cultura de los géneros patriarcal, queda a salvo.

Sin embargo, esta necesidad de preservar el poder masculino tiene un efecto perverso, porque sobre los hombros de los hombres deposita la responsabilidad del placer femenino y ellos, que durante toda la historia del patriarcado habían sido unos brutos egocéntricos que satisfacían de manera perentoria su deseo sexual violando mujeres sin preocuparse de ellas para nada, hete aquí preocupados por demostrar ser el mejor amante del mundo, el que más aguanta y el que eyacula después de que su pareja haya disfrutado de cinco o seis orgasmos. El hombre del nuevo modelo se convierte en un “trabajador” del sexo que va a la relaciones a producir orgasmos femeninos que se convierten en la recompensa (salario) de sus esfuerzos.

Esta patológica situación creada por el modelo “Capitalista permisivo” a lo largo de los últimos cuarenta años, es aprovechada por el sistema industrial llamado por Beatriz Preciado “fármaco-pornográfico” (“Testo yonqui”, Espasa Calpe, 2008) para convertir las disfunciones sexuales, surgidas de la negativa influencia de la cultura de los géneros y sus valores, en enfermedades orgánicas que deben ser tratadas con cirugía y medicamentos. Los laboratorios farmacéuticos se forran literalmente vendiendo Viagras, Levitras, Cialis para la disfunción erectiva, parches de testosterona para aumentar el deseo sexual femenino y antidepresivos para retrasar la eyaculación precoz. Así el círculo perfecto se cierra: El modelo crea los problemas, la pornografía (entendida en sentido amplio) los fomenta y la medicina los “cura”. Todo el mundo gana menos las personas víctimas de este engranaje mercantil y consumista. Nadie se pregunta dónde está la verdad de todo esto y es lo que vamos a intentar desarrollar.

LA EYACULACIÓN PRECOZ COMO RESPUESTA BIOLÓGICA NATURAL DE LOS MACHOS.

Los estudios etológicos y biológicos han comprobado que los machos de casi todas las especies animales (sobre todo, los primates) eyaculan muy rápido. También el macho humano, cuya eyaculación, a partir del inicio de la cópula, viene a demorarse entre 30 segundos y 2 minutos. En todos nuestros antecesores, el coito es extremadamente breve. Observando las conductas eyaculatorias de los primates no homínidos, podemos determinar de manera general que ésta sobreviene en menos de diez segundos de iniciado el coito. El coito tan breve parece estar inscrito en la organización ecológica, social y biológica de los mamíferos superiores.

Así los etólogos registran, dentro de los primates, dos formas eyaculatorias: Los más próximos al Homo Sapiens pertenecen al grupo de eyaculación inmediata. El otro grupo, más alejado del Homo Sapiens, participa de la llamada eyaculación diferida, es decir, que necesita de varias y pequeñas cópulas de no más de 20 – 30 movimientos pélvicos cada una. Los monos Bonnet, precursores de la especie humana, eyaculan cinco segundos después de la penetración. En cambio, los monos Rhesus, más alejados filogenéticamente de nuestra especie, necesitan varias y repetidas cópulas de no más de 30 segundos para poder eyacular en la última. En todos los casos, los movimientos pélvicos son rapidísimos y oscilan entre dos y tres por segundo.

Esta rapidez eyaculatoria ha sido considerada por los etólogos como una ventaja biológica, una conducta adaptativa exitosa, ya que, cuanto más rápido se eyacula, más eficacia reproductora se alcanza, señalándose, al menos, tres consecuencias positivas de la rapidez eyaculatoria desde el punto de vista de la función reproductora:

a. En especies animales poliginoándricas: Las especies animales que, en las épocas de celo o estro, ejecutan su función reproductora mediante relaciones copulatorias entre un macho y varias hembras, una hembra y varios machos o varios machos con varias hembras, la rapidez eyaculatoria hace posible realizar varios coitos en menos tiempo, aumentando la posibilidad de preñez de las hembras, o hace posible que un macho copule con varias hembras en poco tiempo, aumentando el número de hembras preñadas. Es lo que ocurre, por ejemplo, en los conejos, en los bonobos, etc.

b. En especies animales agresivas: Los felinos son una gran familia de especies animales, especialmente agresivos. En la época del celo, el macho tiene que ser especialmente cauto en sus comportamientos de cortejo con el fin de evitar que la hembra le agreda, considerándolo un enemigo. La rapidez eyaculatoria hace posible que el macho realice el coito en breves segundos y salga corriendo rápidamente para evitar los zarpazos de la hembra. Un descuido en este sentido puede costarle la vida o heridas importantes. El ejemplo más cercano a nosotros es el de los gatos.

c. En especies animales corpulentas: Es el caso de la familia de los paquidermos. El enorme peso del macho no puede ser soportado mucho tiempo por las hembras, así que la rapidez eyaculatoria hace que el coito sea breve, liberándola a ella de una pesada carga. El ejemplo más conocido es el de los elefantes.

d. En especies animales desprotegidas: Hay especies cuyos individuos son especialmente vulnerables a los depredadores. La situación de cópula crea un tiempo de desprotección que puede ser utilizado por sus enemigos para atacarles. Por lo tanto, cuanto más breve sea la eyaculación, menos tiempo de exposición peligrosa al depredador.

Esta es la herencia filogenética que hemos recibido los machos humanos y lo que hace que todos seamos eyaculadores precoces, conducta positiva desde el punto de vista reproductor.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL ORGASMO MASCULINO

Las consecuencias evolutivas del Bipedismo crean las condiciones necesarias para la separación de la Función Reproductiva de la Función Erótica. A partir de este hecho, la evolución interna de la especie humana, determinada por las influencias sociales y el aprendizaje, hacen posible que durante miles de años la rapidez eyaculatoria no haya sido un problema a costa de la sexualidad de las mujeres. El desprecio social hacia las mujeres se concreta en el mayoritario uso de la fuerza para obligarlas a mantener relaciones sexuales (fuerza legal y fuerza bruta) y en la consideración moral de dividirlas en dos grandes grupos: Las decentes, que son asexuadas y por lo tanto no hay que prestar atención a su inexistente sexualidad, y las viciosas, cuya conducta inmoral y perversa es considerada en términos peyorativos.

Hasta mediados del siglo XX, la eyaculación precoz no sólo no es un problema, sino una respuesta fisiológica valorada positivamente y de la que los varones se enorgullecen. En el estudio “La Conducta Sexual del varón”, de Alfred C. Kinsey, W. B. Pomeroy y C. E. Martín, que pasó a la historia con el nombre de Informe Kinsey, en 1948, los autores califican de superhombres a los que hoy se consideran eyaculadores precoces. Un famoso sexólogo de la época dice que “con eyacular se cumple con la vida y no hace falta nada más”. Los mismos autores, en otro apartado del Informe Kinsey, “La Conducta Sexual de la Mujer”, aparecido en 1953, estudian el comportamiento sexual de 8.000 mujeres y en ninguna de sus 800 páginas aparece una mención de cómo incide la rapidez eyaculatoria en la sexualidad femenina.

En 1974, aparece en Estados Unidos el Informe Hunt, bajo el título de “Conducta Sexual de la década de los 70” escrito por Morton Hunt. En este estudio se recoge por primera vez, la aparición de un ideal cultural que promueve entre las personas que el coito se prolongue más de lo habitual hasta entonces. Citamos “finalmente hallamos un aumento de tal magnitud en la duración media del coito como para hacer palidecer a todos los otros indicios de cambio”. En el tramo de treinta años se pasa de considerar al eyaculador precoz un “superhombre al servicio del mandato biológico de la especie” ha convertirlo en “complaciente esposo, considerado con la necesidad de prolongar el placer de la compañera”.

Las fechas coinciden con la aparición del Modelo Social Sexual llamado “Capitalista Permisivo”, según el estudio de Josep Vicent Marqués, posteriormente corroborado por el estudio estadístico del Informe Sexpol de la Sociedad Sexológica de Madrid. Según el desarrollo cronológico de los tres modelos considerados en estos estudios, se puede establecer una evolución de la aparición de las disfunciones sexuales como respuestas a la construcción social de la sexualidad humana. Así tendríamos que:

– Modelo Clerical Represivo: El más antiguo, carece de disfunciones sexuales tal como las conocemos ahora, porque toda conducta sexual que no tenga fines reproductivos es considerada una perversión psicopatológica. Eyacular rápido durante el coito reproductor dentro del matrimonio oficial es considerado una ventaja porque evita la concupiscencia.

– Modelo Burgués Tradicional: En este modelo aparece la disfunción erectiva masculina en forma de “impotencia”, como signo del deterioro viril. Eyacular deprisa sigue siendo valorado positivamente ( como hemos comprobado por la cita del Informe Kinsey).

– Modelo Capitalista Permisivo: Tras finalizar la II Guerra Mundial, los cambios socioeconómicos planteados por Keynes y la pujanza de unos movimientos feministas que reivindica la igualdad de las mujeres con los hombres, supone un cambio de valores sociales en los que se incluye el reconocimiento de la sexualidad femenina como normal y valorable.

Que la mujer sea consciente de su sexualidad, que la cultive y la practique, al igual que el varón, son las condiciones necesarias para un ajuste sexual de la pareja, elemento importante para garantizar su buen funcionamiento. El varón, que en los modelos anteriores no necesitaba responsabilizarse del placer femenino, asume en este modelo la responsabilidad del mismo. El eslogan del modelo “No hay mujer frígida, sino hombre inexperto”, lo dice todo. Los hombres acuden a la relación sexual con la obligación de saber cómo hacer las cosas para que la mujer disfrute. Si ella no disfruta, la causa está en el varón que es un inexperto, nunca en la mujer, que sólo tiene que dejarse hacer. El varón asume el “rol del espectador” durante la relación, pendiente de cómo hacer las cosas para provocar el orgasmo en ella. Si lo consigue, el orgasmo femenino es su premio y recompensa a su saber hacer y se siente orgulloso de ser un buen amante. Si no lo consigue, se preocupa y angustia, generando alguna de las disfunciones sexuales masculinas ya conocidas.

En este modelo “Capitalista Permisivo”, aparece la Eyaculación Precoz como disfunción sexual. La necesidad de realizar el coito prolongado para dar tiempo a la mujer a llegar a su orgasmo, implica que el pene conserve la erección y la eyaculación se alargue lo suficiente hasta conseguirlo. La rapidez eyaculatoria deja de ser una ventaja biológica natural para convertirse en una gran inconveniente, debido, sobre todo, a la persistencia de algunos prejuicios de la cultura de género.

– Se sigue considerando que la técnica sexual principal es el coito, aunque ya no se tengan las relaciones sexuales con fines reproductivos sino eróticos. Conseguir el orgasmo mediante otras técnicas sigue considerándose perverso o secundario.

– Se considera que la mujer tiene dos tipos de orgasmos: El clitorídeo, signo de inmadurez femenina (según Freud) y el vaginal, orgasmo de la madurez que se consigue sólo con el coito. Actualmente se conoce que la vagina interna es insensible y que la fuente de estimulación erótica genital de la mujer reside en el clítoris, labios mayores y menores y entrada de la vagina.

– Se considera que la mujer puede acceder al orgasmo de manera lenta y dependiendo del buena hacer del varón. Actualmente, sabemos que las mujeres pueden tener orgasmos precoces o lentos, dependiendo de su actitud hacia la sexualidad. Cuanto más positiva sea, más rápido es el orgasmo.

– Se considera que la mujer ha de acceder al orgasmo antes de que el varón eyacule porque si no, después de su eyaculación, el varón entra en la fase de resolución y se muestra reacio a seguir con la relación erótica. Actualmente, sabemos que los varones pueden seguir manteniendo relaciones eróticas satisfactorias después de su primera eyaculación, pudiendo ser éstas coitales o de otro tipo. No es una dificultad biológica sino un condicionamiento cultural.

De esta forma y por estos prejuicios, la rapidez eyaculatoria aparece como disfunción sexual, convirtiéndose en la principal causa de consulta sexológica de los varones de nuestra cultura. La construcción social de la eyaculación precoz como disfunción sexual, aparece clara si tenemos en cuenta los testimonios femeninos recogidos en el Informe Hite, aparecido en 1976. Con 3.000 respuestas de mujeres, conocemos su opinión. Por ejemplo, que la masturbación se constituye en la más fácil fuente de orgasmos para las mujeres, consiguiéndolos en unos pocos minutos. Del Informe Hite se desprenden dos premisas básicas: Una, que mantener una relación sexual relajada y sin prisas, con un prolongado juego previo con especial énfasis en el estímulo clitorídeo es condición necesaria para disfrutar de la sexualidad y conseguir el orgasmo. Dos, que si bien los varones tratan de tener en cuenta las necesidades femeninas, desconocen qué es lo que realmente necesitan y se dejan llevar de su pulsión copulatoria, asumiendo otras técnicas como una obligación que tratan de cumplir rápidamente para que les den permiso para realizar el coito.

En “El Mito Masculino”, investigación realizada por A. Pietropinto y J. Simenauer, en 1977, aparece ya claramente que el 80 por ciento de los varones se preocupan por retrasar voluntariamente su eyaculación con la finalidad de que la compañera obtenga su orgasmo antes.

FISIOLOGIA DEL ORGASMO Y DE LA EYACULACION: DOS REALIDADES.

El orgasmo es la respuesta neurovegetativa que el organismo produce como consecuencia de los estímulos generados en la fase de excitación. Parte del centro neurovegetativo más bajo, que se encuentra en la médula sacrolumbar, consiste simplemente en la reacción refleja provocada por los mensajes enviados a la médula por los músculos pélvicos y genitales, cuando llegan al máximo de tensión debido a la cantidad de sangre acumulada en ellos. Esta reacción nerviosa, provoca contracciones en la envoltura de los músculos compuesta por fibras lisas, que expulsan la sangre de ellos y la reparten por el resto del cuerpo. Según la intensidad de la respuesta se dan de tres a diez contracciones con un intervalo de 8 décimas de segundo entre cada una, lo que significa que un orgasmo viene a durar un promedio de cuatro a ocho segundos. Toda esta reacción fisiológica es vivida por la persona como una intensa oleada de sensaciones placenteras.

En los hombres, las contracciones orgásmicas ejercen una función complementaria consistente en expulsar hacia el exterior el semen que previamente se ha acumulado en la parte interna de la uretra. Este proceso fisiológico transcurre en dos fases:

– Fase de Emisión: La estimulación neurovegetativa provoca contracciones en los órganos genitales internos: Conductos deferentes, vesículas seminales y glándula prostática, acumulando el semen en la uretra prostática. Dos esfínteres impiden que el semen se mueva hacia el exterior, vía uretra peneana, o hacia el interior, vía conducto urinario. El semen es así concentrado como el líquido en el interior de una jeringuilla.

– Fase de Expulsión: Las contracciones se generalizan y extienden hacia los músculos peneanos. El esfínter uretral se abre y el semen sale hacia el exterior en forma de borbotones según el número de contracciones que ocurran. Cuando en vez de abrirse el esfínter uretral, se abre el esfínter urinario, el semen se vierte dentro de la vejiga y, posteriormente, sale mezclado con la orina en la primera micción. Es lo que se llama Eyaculación retrógrada que les ocurre a algunos varones de forma involuntaria, como efecto secundario de alguna enfermedad (diabetes) o bien aprenden a realizarlo de manera voluntaria, como ha sido la práctica habitual y milenaria en ciertas culturas orientales

La producción y acumulación del semen se ha producido mediante mecanismos neurovegetativos diferentes de los que producen el orgasmo. Esta función reproductora ha sido durante miles de años la consecuencia natural de la actividad copulatoria, mientras que la función sexual era el complemento de placer que recompensaba la conducta reproductora, reforzándola. Actualmente, la ciencia permite controlar voluntariamente la reproducción, convirtiéndola en una función consciente, libre y voluntaria, siendo el placer y la comunicación afectiva los fines principales de la mayor parte de la actividad sexual de las personas. Se han independizado las funciones, reproductora y sexual, y cada una de ellas tiene sus técnicas idóneas: la técnica idónea de la función reproductora es el coito.

La técnica idónea de la función sexual son las caricias sensoriales. Sin embargo, se siguen confundiendo las técnicas y las funciones y se sigue considerando el coito como la técnica idónea para la función sexual, empeñándose tozudamente en conseguir el orgasmo femenino mediante un pene enhiesto durante media hora o más de penetración vaginal.

CRITERIOS Y DEFINICIONES CONFUSOS Y FALSOS USADOS POR LA SEXOLOGIA DE GENERO EN RELACION A LA EYACULACION PRECOZ

A pesar de lo dicho, la inercia de los prejuicios tradicionales y los intereses ideológicos contenidos en los modelos sexuales sociales, influyen para que el orgasmo masculino se siga confundiendo con la eyaculación o expulsión de semen, siendo esta función secundaria la que da nombre a las disfunciones orgásmicas masculinas y la que deforma los criterios etiológicos y diagnósticos de los mismos.

Así, mientras que las disfunciones orgásmicas femeninas se enfocan con criterios causales, buscando en dichas causas el origen del problema, las disfunciones orgásmicas masculinas se enfocan con criterios temporales, hablándose de eyaculación precoz o retardada. En cambio, no se dice que la mujer tenga orgasmos precoces o retardados. Esta diferencia de criterios explica el erróneo enfoque de las disfunciones orgásmicas masculinas.

Uno de estos criterios erróneos es considerar la disfunción con relación a la función reproductora y no a la función sexual. Lo incorrecto del planteamiento reside en:

1. Eyaculación y orgasmo son dos reacciones fisiológicas diferentes que pueden darse juntas o por separado, como ocurre en la infancia y en determinadas circunstancias de la adultez, que se producen orgasmos secos sin eyaculación, y eyaculaciones sin orgasmo.

2. Los problemas relativos a la eyaculación deberían de encuadrarse de forma correcta, dentro de los síndromes de infertilidad y esterilidad, debiéndose a causas orgánicas en la mayoría de los casos.

3. Aplicar a los hombres los mismos criterios diagnósticos que a las mujeres permitiría atender los casos masculinos en que el varón eyacula perfectamente, pero no tiene orgasmo o tiene un orgasmo mediocre como en los casos del “rol del espectador”. Sin embargo, estos casos no suelen considerarse disfuncionales y hay muy poco estudiado sobre ello.

Otro criterio erróneo es el temporal. Mientras que los problemas sexuales femeninos se definen por la ausencia o presencia del orgasmo, y por la intensidad mayor o menor de su percepción, los masculinos se miden por la rapidez o lentitud de la eyaculación. ¿Rapidez o lentitud respecto a qué?. La respuesta sigue siendo confusa en todos los manuales sexológicos. A partir de Master y Johnson, se considera, en general, que la rapidez eyaculatoria es establece cuando el hombre eyacula antes de que su pareja alcance el orgasmo, al menos en el cincuenta por ciento de los casos, definición nada científica, confusa y que depende de una variable externa como es el comportamiento sexual de la mujer.

Ninguno de estos criterios nos sirven para establecer que la eyaculación precoz es una disfunción sexual. Por el contrario, nos reafirman en la idea de que es un problema ficticio, un mito surgido de los prejuicios que responsabilizan al varón del orgasmo de su pareja. Esto es aún más evidente si tenemos en cuenta dos factores:

1. Que el criterio temporal sólo se aplica al hombre. No se habla de orgasmo precoz o retardado femenino, ni se considera que la mujer sea disfuncional por tener orgasmos rápidos, algo que está demostrado que los tiene.

2. Como ya hemos dicho, que se confunden funciones y técnicas. Si se habla de eyaculación que es una función reproductora, la rapidez no sólo no es un defecto sino una cualidad. Si se habla de orgasmo, que es una función placentera o sexual, el coito no es la técnica más adecuada sino la peor y la que acarrea peores efectos secundarios no deseados.

Helen Singer Kaplan establece una definición de la eyaculación precoz que, aunque sigue siendo igual de arbitraria y confusa que las anteriores, por lo menos abre el tema a cambios en el comportamiento mediante el aprendizaje. Considera al varón eyaculador precoz cuando no ha adquirido o ha perdido la capacidad de decidir, dentro de límites razonables, el momento eyaculatorio. Es evidente que la definición no tiene en cuenta que la eyaculación es una conducta fisiológica refleja que todos los machos animales realizan de forma involuntaria. Pero introduce la posibilidad de aprender a retardarla, de la misma forma que cualquier ser humano puede aprender a mover las orejas, voltear el estómago o dormir sobre un lecho de púas.

Si partimos de que la eyaculación precoz como disfunción ha sido una construcción social de la cultura, hemos de admitir que también podemos aprender a variar el proceso eyaculatorio. De la misma forma que un atleta necesita de un entrenamiento costoso para modificar sus condiciones físicas para poder batir marcas olímpicas, es asumible que se puede aprender a controlar el proceso eyaculatorio para manejarlo voluntariamente, aunque no sea necesario para mantener relaciones sexuales plenamente satisfactorias.

LA ORIENTACION Y LA TERAPIA SEXUAL DE LA EYACULACION PRECOZ

Partiendo del hecho de que la eyaculación precoz es un mito, el tratamiento debe girar en torno a su desmitificación, no sólo con una adecuada y rigurosa información, sino con el aprendizaje de técnicas sensoriales que enriquezcan sus relaciones sexuales, les permita obtener el orgasmo sin el coito y puedan vivir la eyaculación como una actividad integrada en la relación, con independencia de su precocidad o no, sin preocuparse en aguantar, ni en durar, pues el placer viene por otras vías.

Se le ofrece a la persona la posibilidad de asumir sin angustia su eyaculación integrada en el conjunto de una relación sexual más variada y divertida, donde el acariciar es juego, no trabajo; donde el orgasmo es fruto espontáneo del deseo compartido, no el producto elaborado de una conducta responsable. Sabemos que el orgasmo, tanto en el hombre como en la mujer, puede ser estimulado con cualquier parte del cuerpo: dedos, senos, ano, labios, lengua, etc. Incluso, con la imaginación solamente, sin intervención corporal, se puede obtener el orgasmo. Y es que hace tiempo que sabemos que la sexualidad radica en el cerebro, mientras que los espermios y los óvulos andan por ahí abajo.

Por lo tanto, el modelo de intervención en función de la situación erótica de la persona y de su reacción ante las propuestas de la terapeuta es el siguiente:

1. – En la primera entrevista inicial, una vez que la terapeuta ha realizado un interrogatorio suficiente para conocer el motivo de la consulta, el tipo de disfunción que plantea el varón y las condiciones generales de su vida sexual, se propone a la persona una CHARLA PEDAGOGICA acerca de los conocimientos existentes desde la sexología sobre la eyaculación precoz. De forma resumida, se le informa de la construcción social de la disfunción, del modelo Capitalista Permisivo que está en el origen de la misma, de los prejuicios originados por dicho modelo y de sus consecuencias en el comportamiento sexual de los varones y de las mujeres. Al final, se le plantea que una forma de evitar que la rapidez eyaculatoria interfiera negativamente en sus relaciones sexuales consiste en modificar los comportamientos eróticos dentro de la relación, de manera que:

– Colabore en que su compañera obtenga el orgasmo mediante estimulación del clítoris, por medio de la heteromasturbación, antes de realizar el coito. Posteriormente, si apetece, se realiza el coito y aunque él eyacule deprisa, no tiene la menor importancia, puesto que su compañera ya obtuvo antes su orgasmo y ahora, en el coito, lo obtiene él. Quedan los dos satisfechos.

– Si la compañera desea tener el orgasmo durante el coito, después de la primera eyaculación rápida de él, seguir con la relación erótica. Su pene, que como consecuencia de la primera eyaculación, ha perdido erección, al cabo de un tiempo corto, volverá a adquirir la erección suficiente para continuar con el coito. En esta situación puede ocurrir que vuelva a tener una segunda eyaculación que tardará más en producirse que la primera, o que no tenga eyaculación y la erección permanezca hasta que la compañera sacie sus deseos. En cualquier caso, todo va a depender de la actitud mental de ambos: Si el varón no está suficientemente relajado, concentrado en la clave erótica mental, sin preocuparse por nada, es posible que no haya segunda erección. Si la compañera se desanima después de la primera eyaculación y pierde concentración en su placer, tampoco llegará al orgasmo.

Muchos varones, sobre todo, si son jóvenes, ante la información transmitida en la Charla Pedagógica y las modificaciones de conducta propuestas, se desangustian, dejan de sentirse responsables de la sexualidad de su compañera y asumen con entusiasmo cambiar sus relaciones sexuales para introducir las variantes propuestas. Con una consulta ha sido suficiente para que el varón deje de creer que su rapidez eyaculatoria es una disfunción.

2. – Cuando a través de la recogida de datos, se comprueba que las relaciones sexuales del sujeto son clásicas y pobres, se les puede proponer, después de la Charla Pedagógica, una terapia centrada en enseñarles a tener relaciones eróticas más ricas y creativas, mediante el recurso del Placereado. Si la pareja acepta la propuesta de tratamiento, el crecimiento erótico de ambos será indudable y lo agradecerán toda la vida.

BIBLIOGRAFIA:

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Fuente: http://boletin.ahige.org/index.php?option=com_content&task=view&id=248&Itemid=66

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