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“Por supuesto que tenemos la capacidad de amar y ser amados. Esos aspectos de nuestras complexiones físicas, mentales y sensoriales son sólo una circunstancia”. Wilfredo Guzmán Jara es ciego, y si bien quizás su discapacidad no sea la más grave, aboga por quienes tienen otros impedimentos y, como él, quieren romper el tabú de que los discapacitados no gozan de las relaciones sexuales.
No sólo en Latinoamérica, sino en muchas partes del mundo, hay una visión de que las personas discapacitadas son seres asexuados, seres pueriles sin vida sexual. “Eso puede afectar enormemente el campo psíquico de las personas,” asegura Guzmán, Director de Consejo Nacional para la Atención de personas con Discapacidad (CONADIS), de Perú, y Presidente de la Organización Mundial de Personas con Discapacidad (OMPD).
“Si uno siempre es visto así– y no es que se lo digan con palabras, si no que uno así lo siente-, eso puede causar enormes desajustes. Sería importante que desde muy temprano se tocara el tema, se reconociera que la sexualidad también existe para las personas con discapacidad,” asegura.
Diferentes capacidades
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la discapacidad tiene una serie de variables, y según el concepto moderno, y es la afección a la estructura física, mental, sensorial o intelectual del ser humano. Puede ser influenciada por factores de orden económico, social y cultural.
Son personas discapacitadas, o mejor dicho, “con otras capacidades”, como lo indica Guzmán Jara, las personas sordas, ciegas, sordomudas, con retardo mental o síndrome de Down. “Pero hay también discapacidad conductual, las enfermedades mentales, de la locomoción, la cuadriplejia, la hemiplejia, la paraplejia, discapacidad de órganos internos cuando nos falta un riñón o pulmón, infarto cerebral, entre otros”.
Derecho a una vida sexual
El tema de la sexualidad y la discapacidad es aún tabú, sobretodo en Latinoamérica. Según indica Guzmán Jara, los discapacitados pocas veces reciben información adecuada en materia de sexualidad. “No se habla sobre los métodos que podrían usar las personas con discapacidad para, como cualquier otra, tener una vida sexual activa”.
Guzmán Jara es partidario de que se cambie la manera de abordar los temas de la discapacidad y la sexualidad. “Hay cosas que necesitan toda una revisión, no sólo científica y social. Se debe discutir abiertamente, por ejemplo, si las personas con retardo mental o síndrome de Down tienen derecho a ser educadas en sexualidad. E incluso deberíamos plantear la discusión sobre la posibilidad de tener hijos”.
Otra forma de disfrutar el sexo
¿Y qué pasa con personas con discapacidades físicas medulares, que, por ejemplo, no tienen sensación en sus miembros como consecuencia de un daño en la columna? “También tienen derecho a una sexualidad”, responde Guzmán Jara. “Es muy común creer que el acto sexual se limita a lo que en términos médicos o jurídicos se conoce como el coito, o copulación, es decir, la introducción del pene en la vagina. Eso es lo que entendemos por sexualidad, pero no necesariamente debe ser así”.
La relación sexual tiene otros componentes y otras características, agrega, que van desde el afecto, la caricia de la piel, compartir aromas y otras sensaciones. En otro artículo de Hablemos de Amor (Cosquillas y sexo), el doctor argentino Adrián Sapetti comenta que se puede llegar al orgasmo sin necesariamente tocarse los órganos genitales.
Guzmán Jara, quien coincide con Sapetti, mira de forma positiva las posibilidades de la discapacidad en materia de sexualidad. “La discapacidad nos concede la oportunidad de tener una mirada diferente de la sexualidad, de disfrutar de la manera más maravillosa ese momento sublime de la capacidad del ser humano para interrelacionarse y compartir su cuerpo con otro”.
Fuente: Radio Nederland