Pensar que solo en amèricalatina los y las acianos son descuidados.

Publicado el : 8 Febrero 2012 – 1:52 de la tarde | Por Heleen Sittig (Foto: ANP, agencia de prensa holandesa (c))

La generación nacida al final de la Segunda Guerra Mundial está envejeciendo y llegando a la edad de jubilación. El porcentaje de personas mayores aumenta proporcionalmente y colma la capacidad de las residencias geriátricas.

Heleen Sittig

La idea de tener que terminar en una casa de convalecencia es lo que más horroriza a más de uno en Holanda, porque, a pesar de vivir en un país rico, muchos ancianos enfermos o vulnerables no reciben el cuidado que precisan.

“No pienso enviar a mi padre a una casa de convalecencia,” escribió esta semana el enfermero Job van Amerongen en un emotivo artículo publicado en el periódico De Volkskrant. Por el momento, su madre todavía puede ocuparse de su esposo, quien tiene síntomas de demencia senil.

Mala atención
Van Amerongen describe los problemas que más lo han conmovido en la asistencia a los ancianos. “Durante mis estudios de enfermería, fui formado con la idea de que debemos prestar la misma asistencia que nos gustaría que recibieran nuestros seres queridos,” explica el enfermero. “Pero eso ya no es viable.” En su opinión, la atención a los ancianos alojados en casas de convalecencia se limita a proporcionar comida y bebida y, de vez en cuando, una ducha. Eso es todo.

A juicio de Job van Amerongen, quien además es politólogo, la causa principal de esta deplorable situación es que en esas residencias trabaja personal sin formación profesional. Son asistentes, generalmente mujeres, que realizan un trabajo duro, tanto físico como mental; que tienen un sueldo bajo, no tienen derecho a capacitación o cursos y, generalmente, no reciben estímulo o reconocimiento por su labor. En cambio, los gerentes de las instituciones perciben generosas remuneraciones, mientras que tienen muy poco contacto con el trabajo cotidiano.

Van Amerongen aboga, en primer lugar, por una mejora salarial para los trabajadores de las residencias geriátricas y por un recorte de personal directivo excedente. Así mismo, considera útil que se aprecie más la labor de quienes brindan cuidado a los ancianos y que se invierta más en capacitación y formación para que el trabajo resulte más atractivo.

Residencias de menor escala
Según la experta en el tema Anneke Francke, de la Universidad Libre de Ámsterdam, la situación no es igualmente deficiente en todas las residencias. Y aunque reconoce las críticas de Van Amerongen, introduce algunos matices. A su juicio, en las casas geriátricas de menor escala es posible brindar buena atención, sobre todo si cuentan con poca burocracia y numeroso personal.

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Francke opina que la calidad de la administración hace la diferencia. Jefes o líderes de equipo idóneos sirven de inspiración en una institución, y pueden estimular el espíritu crítico entre sus colaboradores, para que se brinde asistencia adecuada a las necesidades del residente. Por ejemplo, se puede optar un día por una caminata en lugar de una ducha, siempre considerando lo que necesita la persona en ese momento, mientras que otro paciente podría justamente preferir la ducha.

Por otra parte, Anneke Francke constata que, cuando se trata de pacientes con pocas expectativas de vida, las instituciones ofrecen atención de mejor calidad, y entonces, muchas cosas que antes no eran posibles, repentinamente lo son.

País rico
¿Cómo explicar que en un país rico como Holanda la atención de los ancianos vulnerables sea tan deficiente? Van Amerongen responde con una afirmación desmoralizadora: “Evidentemente, para nosotros ya no merece la pena. Y creo que ha sido perjudicial el hecho de que el Estado haya reducido su participación cada vez más en los últimos años, por ejemplo incrementando la libertad de elección de las instituciones sobre la distribución de sus recursos. Fueron decisiones que, en algunos casos, tuvieron resultados francamente insatisfactorios. Igualmente, la mayoría de las fusiones ha tenido efectos negativos.”

De llegar el momento en que la madre de Van Amerongen ya no esté capacitada para cuidar de su esposo, entonces el hijo se ocupará de su padre, aun sabiendo que puede resultar una tarea muy pesada. Pero nunca lo enviará a una casa de convalecencia.

Fuente: Radio Nederland

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