Tráfico de personas: el agente de policía Henk Werson conoce este delito desde 1995. En ese entonces le parecía sorprendente que las víctimas no quisieran contar su experiencia. Ahora entiende mejor por qué: se sienten atrapadas en una red fatal de dependencia y explotación.
Werson estaba investigando un asesinato y entró en una red de prostitución en 1995. Las mujeres eran obligadas a venderse bajo amenazas extremadamente violentas. El dinero nunca era suficiente. En una ocasión el agente pinchó una conversación entre un tal Andrej y una chica, ‘Samantha’:
Andreij: ‘Escucha, preciosa, puede ser que ya hayas pagado tu deuda, pero mis ingresos están bajando. Eso no lo voy a tolerar. No te olvides de dónde vienes, puta. Tus tetas son tu fuente de trabajo y si no haces un poco más de dinero te las voy a machacar. Después te podríamos amarrar por los pezones con cadenas. ¿Entiendes?’.
Tiempo después, por otro pinchazo telefónico, Werson se enteró que Andrej había cumplido sus amenazas. Entonces intervino, con un equipo de colegas de la policía. Las mujeres fueron detenidas e interrogadas. Werson creía que se sentirían aliviadas por su liberación y lo contarían todo, pero negaron los maltratos y aseguraron que ejercían voluntariamente la prostitución. El agente Henk Werson no entendía nada.
Proceso de degradación
Ahora lo entiende mucho mejor. ‘A pesar de que sabíamos que eran golpeadas, que les arrebataban el dinero, pedían disculpas. En situaciones así una persona se echa la culpa a sí misma, o enloquece. El resultado es que cada día te convences más de que eres una pobre víctima’.
Las víctimas del tráfico humano son personas muy traumatizadas. Se les ha robado su personalidad. Viven en un medio dominado por la violencia, sin rastros de humanidad. Además las mujeres que trabajan ilegalmente en Holanda desconfían de la policía. Muchas creen, por experiencias en sus lugares de origen, que los agentes son sobornables.
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Tranquildad
Werson y sus colegas utilizan ahora nuevos métodos para darles a las mujeres la posibilidad de contar sus historias. Lo primero es ganar su confianza.
‘Es fundamental que se sientan tranquilas. No hay que forzar las declaraciones. Para empezar le damos a conocer todos los reglamentos que existen. Les entregamos información sobre sus posibilidades. Hacemos que comiencen a pensar y después de un tiempo el contacto es más habitual. Llega el momento en que dudan: ¿se lo cuento todo, no se lo cuento’?
Distintas historias
De cualquier manera sigue siendo difícil, reconoce Werson, incluso cuando la víctima quiere colaborar en la investigación judicial contra su explotador. Las mujeres, por efecto de sus traumas, no siempre son consistentes, sobre todo cuando durante el juicio se ven obligadas a repetir su historia innumerables veces. La defensa utiliza a menudo esta situación para acusar a la víctima de estar inventando cosas que nunca sucedieron.
Werson propone la solución de un examen sicológico estándar de las víctimas de tráfico humano. De acuerdo a este examen se puede evaluar más tarde la validez de su testimonio.
Investigación de los explotadores
Aparte de su preocupación por las víctimas, la policía está cada vez más orientada a conseguir pruebas contra los explotadores. Las señales suelen estar a la vista, dice Werson.
‘Un hombre que golpea a una prostituta y le arrebata el dinero que acaba de ganar atendiendo a un cliente. Muy bien, hay que investigar a esa persona. En mi opinión no es mucho más difícil que eso’.
Pero, agrega el agente, solo se puede conseguir algo cuando todas las instancias involucradas, desde la municipalidad hasta los servicios de sanidad pública, están dispuestas a hacer la denuncia cuando las señales de tráfico humano son evidentes.
Fuente: radio nederland