Publicado el : 27 Febrero 2011 – 8:05 de la mañana | Por Philip Smet (Foto: ANP)

Hace 40 años, la primera clínica de abortos de Holanda despertó las mismas emociones. Las mujeres todavía pueden acudir a ella para un tratamiento, aunque el aborto sigue siendo un punto de discusión política y privada.

27 de febrero de 1971. La primera paciente del Hogar Mildred en Arnhen se somete -legalmente- al primer aborto inducido. Años de fuertes discusiones precedieron esa fecha, años de fuertes discusiones seguirán.

“Nosotros los médicos nos vemos confrontados con una pregunta: ‘Doctor, ¿me puede ayudar?’. Esa gente vulnerable es la que tenemos que tratar de una manera decente y segura”, informa Paul Bakkering, uno de los fundadores del Hogar Mildred en Arnhem.

“No se debe subestimar la miseria de los abortos ilegales con cientos de complicaciones o más. Para mí es un crimen que mujeres se vean forzadas a esconderse en la ilegalidad”, dice el médico, que se encuentra jubilado desde 1997.

Tabú
A fines de los años sesenta la sexualidad todavía era un tema tabú para muchos holandeses, aunque se vislumbraba un cambio de mentalidad. La píldora anticonceptiva recién había aparecido. En los medios y entre los médicos se discutía profusamente sobre anticoncepción y aborto legal.

Un miembro de la Corte Suprema escribió en 1966 que el aborto provocado por indicación médica no podía ser prohibido. Y la Organización Mundial de la Salud de las Naciones Unidas declaró que la salud era determinada entre otras cosa por factores sicológicos y sociales.

El entonces joven médico Bekkering sacó las consecuencias de esto.

“La realidad es que la gente tiene un gran problema. Que juzgan exclusivamente según su propia opinión, no la mía, no de las comisiones, no la de un juez”.

Lema
Con el lema “Dueña de su propia barriga”, el movimiento feminista holandés se fue a las barricadas. Durante una discusión sobre el aborto, el médico Bekkering se pronunció sobre el aborto legal. Y después todo fue tomando forma. Con otro médico en Arnhem planearon la creación de una clínica de abortos.

La cadena progresista de televisión VARA reunió dinero para la iniciativa y en febrero de 1971 abrió sus puertas el Hogar Mildred en Arnhem, siendo el primero de su tipo.

“Realizamos una encuesta entre médicos de cabecera. Ochenta por ciento consideró que el aborto debía ser posible y que, de ser necesario, habría que crear una clínica especial para ello. De modo que teníamos apoyo sobre nuestras espaldas”, cuenta Bekkering. La Inspección de Salud Pública no tuvo ninguna objeción.

“Lo hicimos de manera decente, seria y confiable. Era nuestra responsabilidad como médicos. La Justicia no se pronunció. De modo que fue tolerado.”

Durante el primer año, 1.500 mujeres fueron tratadas en Arnhem, la mayoría de ellas provenientes del extranjero, algunas de muy lejos. Ese año se abrieron más clínicas.

Ley del aborto
Recién diez años después se promulgó la ley del aborto en Holanda. La legislación acogió la práctica de clínicas de aborto.

“Todas las mujeres reciben primero una larga sesión de conversación, y si es posible una segunda, o bien son enviadas a un asesor social. Solo después de que la decisión ha sido tomada, reciben tratamiento. Pero con muchas mujeres esto sucede en el momento en que piden una hora para el médico o la clínica. Muchas veces se trata de una combinación de factores pero intentamos asegurarnos de que tomen la decisión adecuada,” según Melanie van Heijst, quien desde hace diez años, en su calidad de médico, practica abortos en Eindhoven.

Todos los meses se reúnen manifestantes ante la clínica de abortos de Eindhoven y otras clínicas. Ellos consideran que sólo Dios puede decidir sobre la vida. “Aborto es asesinato”. Pero desde la disminución del número de personas que practican una religión, su influencia ha descendido. Las clínicas de aborto pertenecen a la infraestructura médica en Holanda. Los clientes holandeses son compensados por la intervención, aunque todavía hay discusiones de vez en cuando entre los políticos acerca de las condiciones que rodean el proceso.

Anticoncepción
En la rica Holanda ya nadie debería pasar por ninguna situación de emergencia, escucha frecuentemente Melanie van Heijst. “Yo apoyo totalmente a ese gran grupo anónimo”.

Su trabajo no consiste solamente en operaciones de aborto. También da asesoría sobre anticoncepción. Y eso todavía es una meta, dice: “¿Cómo puedo ayudar a esa persona en esa fase de su vida para, a través de esa decisión, volver a encauzar lo mejor posible su vida a su rumbo normal?”.

La cifra de abortos en Holanda es desde hace años sorprendentemente baja, comparada con otros países. Esto se debe a la apertura ante la sexualidad y la anticoncepción, concluye Paul Bekkering. Pero las clínicas de aborto siguen siendo necesarias, según él, debido a que siempre existe un riesgo y la ilegalidad no es la solución. Grupos de acción como “Grita por la vida”, difieren diametralmente de esa opinión.

Fuente: Radio Nederland

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