En 1926 y 1927, estudio el primero y segundo grado de secundaria, en la Institución Educativa San Luis Gonzaga. Por aquél entonces el claustro se ubicaba en el hoy patio central de la Universidad, a un costado de la Catedral. Muchos de los que hemos podido estar en ese recinto, lo imaginamos recostado al pie de los enormes ficus que son gemelos a los de la Plaza de Armas. “Yo era alumno del primer año, un recién llegado de los Andes, y trataba de no llamar la atención hacia mí; porque entonces, en Ica, como en todas las ciudades de la costa, se menospreciaba a la gente de la sierra aindiada y mucho más a los que venían desde pequeños pueblos” Su primera experiencia con la costa peruana la vive en nuestra ciudad, entre la comarca que rodeaba la urbe, las dunas y muchos de los oasis que existían en Ica. Aquí también se enamora de Pompeya, una chiquilla que no correspondió a sus ruegos, muy por el contrario lo desprecio diciendo “no hago el amor con serranos”. Pienso que el ambiente o escenario del cuento OROVILCA es muy real, sobre todo cuando describe las lagunas de ese tiempo. Nótese su esplendor, de las nombradas sólo queda Huacachina. “La Victoria es la más pequeña; la rodean palmeras de altísimos penachos, y el agua es verde, espesa; natas casi fétidas flotan de un extremo a otro de la laguna. Es honda y está entre algodonales. Aparece singularmente, como un misterio de la tierra”. Las menciona a todas. “Huacachina”, de la que dice: Es extensa y la rodean residencias y hoteles, para después manifestar “Los largos caminos pavimentados, empedrados, me abruman. Y no me agrada “Huacachina”. La ostentación humana me irrita”, “Saraja”, “La Huega” y “Orovilca”. Ésta última es la referencia literaria – el cuento Orovilca – que nos permite encontrarnos con muchos de nuestros elementos eternos y mágicos como el Chaucato y el Huarango.
Está narrado en primera persona (narrador testigo) comienza el cuento describiendo al Chaucato “es un genio benefactor y hermoso que encarna el agua fértil y fresca del subsuelo, o bien podría ser un príncipe o un genio antiguo del valle iqueño”. En el cuento es una metáfora del mestizaje, ya que lo describe como un ave emparentada con los chihuillos y el guardacaballo de la costa, y con el zorzal serrano.
En relación al Huarango de retorcidos tallos, ramas horizontales y hojas menudas que se tienden como sombrillas dice: “Los huarangos dejan pasar el sol, pero quitándole el fuego”.
Todo lo que escribió, sirvió para mostrar al mundo el verdadero Perú, el de todas las sangres. Comprende: su narrativa, ensayos sobre folklore, etnología, antropología y cultura indigenista. Es tan completa su producción que, muchos intelectuales no supieron reconocer en su momento la verdadera dimensión de su obra. A pesar de haberse suicidado, logró dejar en nuestra Patria una huella que lo ha vuelto eterno.
D.N.I. Nº21407295
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