Publicado el : 15 Junio 2009 – 12:20 de la tarde | Por María Isabel García

Una suerte de pacto de silencio ha cubierto la práctica de la ablación en las comunidades indígenas colombianas, y sólo recientemente ha salido a la luz pública con visos de controversia.

En 2005, Araceli Ocampo, personera de Pueblo Rico, en el centro occidental departamento de Risaralda, uno de los tres en los que se asientan la comunidad embera chamí, entabló una denuncia por la mutilación de genitales en niñas recién nacidas de ese grupo. A su interpelación sucedieron testimonios de médicos en el diario La Tarde, de Pereira, capital de Risaralda, dando cuenta de casos atendidos en hospitales a los que llegaban las niñas con infecciones y hemorragias a consecuencia de la ablación, practicada generalmente por parteras y no siempre en condiciones de asepsia. También de algunas muertes.

Los embera, de acuerdo con el estatal Departamento Nacional de Planeación,representan 10,1% del conjunto de las comunidades indígenas del país, tienen 123 resguardos en nueve departamentos y de la vertiente chamí hay presencia en Risaralda, Valle del Cauca y Antioquia. En Colombia, según el censo poblacional de 2005, hay 1.3 millones de indígenas de 85 etnias y más de 60 familias lingüísticas. La población total del país es de 44 millones de habitantes.

Práctica ancestral
La ablación, que se habría practicado a entre 100 y 140 millones de mujeres en África, Asia y Oriente Medio, no es nueva en Colombia.

El médico e historiador Hugo Sotomayor, estudioso de la medicina, la sexualidad y la mitología en la América prehispánica, dice que era norma en comunidades de la Orinoquia, y cita al cronista de Indias Fray Pedro de Aguado, quien relata episodios de extirpación del clítoris femenino. Sotomayor dice que la idea de la mujer entre los indígenas colombianos ha sido y es el producto de sus cosmovisiones y sus ideas alrededor del tabú de la sangre, el temor a la poderosa sexualidad femenina y la gran consideración de la fuerza muscular.

Pero entre esas reseñas sobre la situación de antes de la Conquista y el presente, hay un notable bache documental.

No interferir
Dora Tavera, responsable del área de Mujer, generación y familia de la Organización Indígena de Colombia ONIC, dijo a Radio Nederland que en su comunidad, la pijao, asentada en el departamento del Tolima, no se practica ni hay memoria de que en el pasado ocurriera, y frente a la actual polémica por la ablación a las niñas embera chamí, pidió “no interferir con la dinámica interna” que actualmente se da en esa comunidad pues, dijo, otras vertientes de los embera que la practicaban ya la extinguieron. “De lo que hemos podido darnos cuenta por el trabajo a nivel nacional, es que ésa era una práctica de las comunidades embera, pero que se fue aboliendo”, declara Tavera.

Radio Nederland: Tengo entendido que hay un cierto recelo sobre la imposición, desde afuera, de algunas ONG y de organismos internacionales sobre este tipo de discusiones, y que ustedes como indígenas preferirían dar esa proceso de reflexión de manera más autónoma.
Dora Tavera: Sí, en este momento los embera de Risaralda tienen una dinámica interior de su comunidad y pedimos que se respete. Las soluciones no se pueden imponer desde afuera, porque no es acorde a su cosmovisión. Si se va a hacer acompañamiento y se va ayudar, es colaborando pero no imponiendo.

RN: Se sabe de la campaña que hace el Fondo de Población de Naciones Unidas en contra de la ablación. ¿Hay alguna interferencia en la discusión interna de la comunidad embera?
DT: El Fondo de Población ha iniciado esa campaña al interior de Risaralda. Diferencias, puede que las haya. Desde al área de Mujer de ONIC vamos a acompañarlas, no a imponerles nada.

Inadmisible
Elena Rey, socióloga, editora del libro “Antigua era más duro, hablan las mujeres indígenas de Antioquia”, que puso en circulación esta semana el Centro de Cooperación al Indígena de la Organización Indígena de Antioquia OIA, dice que “no se puede justificar la ablación desde ningún punto de vista. Es inadmisible que alguien pueda justificar este tipo de violencia contra la mujer bajo términos culturales. Creo que el movimiento indígena nacional debería pronunciarse tajantemente diciendo que esa violencia contra sus mujeres no debería suceder, y que se deben encontrar las maneras para que eso no se siga dando”.

RN: ¿Por qué publicar un libro con historias de vida de mujeres indígenas?
Elena Rey: Este libro tiene más que historias de vida. Ante la ausencia de trabajos en Colombia sobre las mujeres indígenas, de las que no se sabe lo que piensan ni cómo es su vida porque desgraciadamente no tienen mucha voz a nivel nacional, el libro fue un intento de recoger cuál es su existencia.

RN: No tienen mucha voz tampoco al interior de sus comunidades, aunque empieza, creo, a darse una suerte de reflexión entre las mujeres indígenas en torno a sus problemáticas.
ER: Sí. Este proyecto lo comenzamos a finales del 2007 y lo realizamos durante el 2008 en apoyo a la política de mujer, generación y familia de la OIA que tiene, además, una Escuela de Género en la que a fines del año pasado se graduaron 36 promotoras y promotores de género que ahora están en las comunidades. Además se aborda el tema de justicia, propiedad y género, pues, indudablemente, existe la violencia intrafamiliar, la violencia sexual contra las mujeres, y hay problemas ante la justicia propia para resolver este tipo de casos.

RN: Siendo usted de nacionalidad española, conociendo la afirmación de las comunidades indígenas de que antes de la Conquista las mujeres no estaban sometidas y había una vida en equilibrio y armonía, ¿qué tan difícil le resultó hacer este trabajo junto con mujeres y varones en las comunidades de Antioquia?
ER: Yo soy una de las investigadoras; fue un trabajo en equipo con Avelina Pancho, indígena nasa y Lucy Guamá, indígena pasto; con las compañeras de la OIA, Dora Arango y María Elena Orozco, y con Nury Yagarí, abogada embera chamí.

RN: ¿Siente que se empiezan a abrir espacios al interior de las comunidades en torno a los problemas de género, incluso algunas reflexiones que podrían llamarse feministas?
ER: Creo que el tema de género se está tratando en las comunidades. Se constata en las entrevistas en profundidad que hicimos y se habla, incluso entre los hombres, de que el tema está en discusión. No en términos feministas. Hablar de feminismo asusta, creo que la mayoría – puede sonar arrogante- no sabe ni lo que es el feminismo. En el tema de feminismo indígena, las mexicanas han sido las que más han liderado este tema. Creo que una mujer indígena, primero es indígena y después es mujer, y las feministas no han sabido entender eso.

Fuente: radio nederland

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