Gustavo Duch
Palabre-ando
¿Recuerdan los intensos debates acerca de la promoción de algunos cultivos agrarios como combustibles? ‘Comestibles antes que combustibles’ se proclamaba desde los movimientos sociales. Aunque ya caducó el asunto en los medios de comunicación, la presión para dedicar tierras a estos agrocombustibles es cada día más evidente, entre otras cosas por el apoyo que desde la comunidad internacional, incluida la Unión Europea, se da a este modelo energético. Los impactos son los que se preveían: localmente dinero para los de arriba y derramando hacia abajo pobreza y violencia; y globalmente un desastre ecológico. Veamos Colombia, Honduras y muchos domicilios Ikea, a partir de informaciones recogidas por las organizaciones CLAES, Salva la Selva y UITA.
Siete de cada diez asesinatos de sindicalistas en el mundo se producen en Colombia. En los últimos 23 años a 2.708 sindicalistas de este país les sustrajeron sus vidas, 37 el pasado año. Hace pocos días se expulsó a balazos a 185 trabajadores de la finca de palma aceitera Palo Alto. Su delito era sindicalizarse para defender sus derechos laborales por un trabajo que les representa, de salario promedio, unos 230 dólares, 30 dólares por debajo del salario mínimo. En Colombia se necesitan dos salarios mínimos para que una familia no se muera de hambre. Será que vives mejor si te haces mercenario pues reina la impunidad democrática “made in Uribe”.
También a balazos han sido desalojadas las gentes del Movimiento Unificado Campesino del Aguán en Honduras. Han tomado una finca ante el retraso en los procesos de recuperación de tierras abierto por el ex presidente constitucional Zelaya. Esas tierras no quieren nuevos dueños, dicen los amos. Amos golpistas que si quisieron –y se les permitió- cambiar de presidente. Cuando las 20.000 hectáreas peleadas las cultivaba el campesinado local su mayoría se dedicaba a sembrar alimentos, ahora se dedican a… palma aceitera. Quienes ahí trabajan ganan 5 dólares diarios y no alcanzarán el salario mínimo nacional. Impunidad golpista “made in EEUU”.
¿Entendemos ahora los ‘ajustados’ precios de las velas que nos vende la empresa sueca IKEA? Están hechas a base de… aceite de palma. Cada año IKEA utiliza 32.000 toneladas de este aceite para la fabricación de velas. Usted mismo.
Fuente: rebelion.org