El poder de la imagen
Este tipo de imágenes fueron de las primeras en aparecer en las cajetillas. Uruguay optó por fotos menos agresivas que las utilizadas en otros países (donde aparecen órganos dañados), como esta de la agencia Grupo Perfil.
“Nos dimos cuenta de que a veces la gente necesita la sutileza para pensar. El desafío es hacerles pensar sobre el tabaco, no solamente impactarlo con una imagen que puede ser muy grosera o muy grotesca”, le dice a BBC Mundo Selva Andreoli, presidenta de la firma.
Philip Morris vs Uruguay: el juicio que puede cambiar la lucha mundial antitabaco.
Para más detalle ingrese al siguiente link: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/05/140530_uruguay_philip_morris_tabaco_worldnotobaccoday_irm.shtml
Fuente: BBC Mundo
Ica: Escuela de padres y madres de familia
I.E.P. José Carlos Mariátegui de Ica
Tema : causas y efectos de la incomunicación
Ponente : Huarancca Quichca – Red de Hombre Contra la Violencia Ica
Fecha : 30/05/2014
Desde el tema hemos reflexionado sobre la importancia de la prevención de conductas de riesgo en adolescentes.
Padre familia compatiendo su reflexión
León -ponente-
Carolina -Psicóloga de la I.E.P. José Carlos Mariátegui
Mabel, Directora de la I.E.P. José Carlos Mariátegui
II Taller: Género en la vida cotidiana en Ica Perú
Dirigido a: Padres y Madres de famila de la I.E. Nuestra Señora de las Mercedes.
Organizado por: Equipo de Docentes impulsadoras de la Escuela de Padre y Madres de la I.E. Nuestra Señora de las Mercedes de Ica.
Capacitadores: León Leòn Huarancca Quichca y Jaime O Delgado C de la Red de Hombre Contra la Violencia Ica
Ica, 24 de mayo del 2014.
Para ver las imágenes ingrese por favor al siguiente link:
Felicidades Jaime Delgado en tu día
El domingo está de cumpleaños Jaime Delgado de la Red Hombres Contra la violencia de Ica, va el saludo acompañado de imágenes de complicidades, experiencias, vivencias, andanzas…
CIA dejará de utilizar campañas de vacunación para espionaje
Redacción
BBC Mundo
Las campañas de vacunación fueron utilizadas por la CIA para sus operaciones de espionaje en Paquistán para capturar a Osama Bin Laden.
Un funcionario de la Casa Blanca afirmó este martes que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) no continuará usando los programas de vacunación como una cobertura de sus operaciones de espionaje.
La decisión se da después de recibir una petición de 12 decanos de distintas facultades de medicina de universidades estadounidenses acerca del uso que realizó la CIA del programa de salud pública de Paquistán para capturar a Osama Bin Laden.
En el documento, los decanos afirman que dicha práctica afecta la misión de los médicos de Estados Unidos alrededor del mundo.
En 2011, la CIA intentó obtener muestras de ADN de niños que se creía eran familiares de Bin Laden a través de una campaña de vacunación contra la hepatitis.
Desde entonces, el grupo Talibán instalado en este país ha declarado como objetivo militar las campañas de vacunación contra la polio, afirmando que son un frente de espionaje.
La revelación
Hace tres años se conoció el informe de varios medios, entre ellos el diario británico The Guardian, que afirmaban que la CIA había adelantado una campaña falsa de vacunación contra la polio en Paquistán para dar con el paradero de Osama Bin Laden.
Para ello había contratado los servicios del médico Shkil Afridi, que era el resposable de la salud de Khyber, una zona tribal en la frontera con Afganistán.
De acuerdo con el informe, Afridi puso en marcha un plan de vacunación en la ciudad de Abbottabad, donde la CIA sospechaba se encontraba refugiado Osama Bin Laden.
La idea era mediante la pantalla de una campaña de vacunación contra la hepatitis, obtener el ADN de los niños y contrastarlo con el obtenido por las autoridades estadounidenses de la hermana de Bin Laden, quien había muerto en Boston en 2010.
A pesar de que una de las enfermeras logró ingresar a la residencia donde después moriría el exlíder de Al-Qaeda, el plan nunca llegó a su final y fue considerado un fracaso por la CIA.
Fuente: BBC Mundo
PUBLICIDAD SUBLIMINAL… ¿un instrumento para manipular? ¿afecta la actitud o comportamiento?
En este documental analizaremos los mensajes subliminales, utilizados ilegalmente por empresas privadas de los Estados Unidos en diferentes medios de comunicación para controlar el comportamiento de las personas.
Para ver el documental haga click en el siguiente link:
http://www.hispantv.ir/detail/2014/05/15/271568/programando-nacion-parte-7
Fuente: Hispantv
La indígena peruana que creía que estaba embrujada pero tenía sida Comentarios Comentarios
El caso de Nela Kuja Chumpi es uno de millones casos, que desnuda el crecimiento económico que tanto celebran los grupos de poder económico del Perú. Millones de jubilados que trabajaron durante 25 y 30 años reciben entres S/.250.00 y 415.00 nuevos soles, miles de procesores de que trabajan en el escuelas públicas que ganan S/. 1,150 nuevos soles, millones de trabajadares que ganan S/. 750.00 nuevos soles, etc. El estado peruano destina a la educación el 2.5% del presupuesto total.
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Nelly Luna Amancio
Perú
Jueves, 15 de mayo de 2014
Además de sida, Nela Kuja Chumpi tiene tuberculosis, Hepatitis C y desnutrición crónica.
La fragilidad de Nela Kuja Chumpi contrasta con las enormes paredes del Hospital público Arzobispo Loayza, en Lima. Tiene 30 años, pesa 33 kilos, acaban de diagnosticarle sida.
Es tan delgada que con los dedos de una mano se puede rodear su tobillo. En marzo dejó su comunidad indígena de Achu, en la selva nororiental de Perú, porque los malestares no le permitían ni caminar. “Me cansaba mucho, mi cabello se caía, tenía diarreas, náuseas y me dolía el cuerpo”, le dice en awajún a BBC Mundo.
No habla ni entiende castellano. Su familia asumió que sus males eran producto de una brujería y que sólo en Lima la podían ayudar.
Los síntomas comenzaron el año pasado –no puede precisar más. “Creía que era sólo cansancio, pero bajé mucho de peso”, le dice a nuestro intérprete.
Acudió entonces al centro de salud y le dieron analgésicos. Luego, sus familiares le hicieron tomar hierbas contra “el daño”. Nada ayudó, ya no podía siquiera cuidar a sus hijos.
En la comunidad recaudaron fondos para apoyarla, entonces, dejó a sus cuatro niños con su suegra y, junto a su esposo Eloy Tsejem Atsuam, emprendió un viaje de cuatro días, por río y tierra, desde la provincia de Condorcanqui, en la frontera con Ecuador, hasta la capital.
No hay un término en el idioma awajún para definir el virus de VIH que causa el sida. Los indígenas tuvieron que inventarlo: jata VIH ajawai, llaman al que tiene el virus; y casi siempre este concepto va acompañado de jata susamu, el que está embrujado.
A Nela Kuja, que se creía embrujada, ningún centro de salud cercano le pudo dar una explicación a sus males. Tuvo que llegar a Lima para que le diagnosticaran un avanzado estado de VIH, pero también, un cuadro de tuberculosis, Hepatitis C y desnutrición crónica. “Aquí me voy a curar, ya me siento bien”, dice la mujer awajún. La misma semana de marzo que le diagnosticaron su enfermedad, a su esposo le informaron que también era seropositivo.
Sin estrategia
Durante los últimos años, la migración, el intercambio comercial y el incremento de la industria extractiva en el Amazonas han acentuado los casos de enfermedades de transmisión sexual en poblaciones indígenas de la selva. La provincia de Condorcanqui no es la excepción.
En los últimos años, los casos de infecciones de VIH en indígenas se ha cuadriplicado.
Patricia Balbuena, viceministra de Interculturalidad, entidad que vela por los derechos de los pueblos indígenas en el Perú, lo confirma: entre el 2003 y el 2007 se notificaron 22 casos de VIH, sólo en esta provincia, a la que pertenece la comunidad de Nela, pero entre el 2008 y el 2012 se identificaron 97.
“Es un número bastante elevado para menos de 10.000 habitantes, sin embargo, sabemos que la cifra es mucho mayor porque los casos que se reportan son casi siempre cuando la enfermedad está bien avanzada. Hay una cifra sombra que no se está mirando, porque no hay un perfil epidemiológico de la población indígena”, reconoce Balbuena. La estrategia sanitaria de VIH que impulsa el Estado no ha tenido un impacto positivo en las comunidades indígenas.
A las distancias geográficas se suma la barrera cultural: las comunidades no entienden la enfermedad. El 77% de todos los casos de VIH reportados en la región Amazonas, según la Dirección Regional de Salud, corresponden a población indígena.
En este momento el Estado Peruano no es capaz de garantizar tratamiento contra VIH a los pacientes indígenas. No existe un protocolo específico de diagnóstico y atención.
Los pacientes son diagnosticados en centros de salud de las ciudades y a los pocos días abandonan el tratamiento porque deben volver con sus familias. El Targa (Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad) no llega a las comunidades indígenas amazónicas.
Los últimos meses, alertados por el crecimiento de casos de VIH el viceministerio de Interculturalidad, el Ministerio de Salud y Unicef han desarrollado un proyecto que busca implementar un centro de atención en Condorcanqui, la provincia con más casos de VIH en población indígena, para garantizar el diagnóstico temprano y el acceso al tratamiento.
Población vulnerable
Nela Kuja y su esposo llegaron a Lima con una sola muda de ropa, sin dinero (habían gastado los únicos 200 soles -US$90- en los pasajes de bote y autobús) y sin saber qué era y cómo se contagiaba el VIH. Solo él hablaba un poco de castellano.
“Aquí ya me estoy curando, ya me siento mejor. Tengo que volver a ver mis hijos, qué va a ser de ellos si yo me quedo aquí”
Nela Kuja
El Seguro Integral de Salud no cubría todos los gastos de hospitalización ni todos los medicamentos. El médico les preguntó por sus hijos: uno de ellos tenía un año y medio y era probable que hubiera nacido con el virus; debían traerlo a Lima.
Nela dijo que no, que su pequeño no presentaba síntomas de algún malestar. “Él está sano, no parece enfermo”.
“Aquí ya me estoy curando, ya me siento mejor. Tengo que volver a ver mis hijos, qué va a ser de ellos si yo me quedo aquí”, repite de rato en rato Nela Kuja.
Algunos trabajadores del viceministerio de Interculturalidad han donado ropa y dinero para los medicamentos. No existe un fondo público para la atención de estos casos.
La delicada salud de Nela Kuja no permitió que iniciara siquiera el tratamiento antirretroviral. Carlos Ninaquispe, el médico que la trató, dice que “antes debían tratar la tuberculosis”. Pero Nela ni su esposo podían esperar más.
No había día que no recordaran a sus hijos y en la comunidad no llega el servicio de telefonía móvil o fija.
En abril pasado, su esposo regresó a su comunidad y abandonó el tratamiento.
Nela Kuja se quedó sola unos días más, pero hace una semana dejó también el hospital y emprendió el retorno a su comunidad.
Se fue sin tratamiento para su tuberculosis, sin tratamiento para su VIH avanzado, sin ninguna esperanza de superar la enfermedad.
Fuente: BBC Mundo
La trampa sexual que atrapa a los que cruzan el Sahara
Thomas Fessy
BBC
Miles de inmigrantes africanos están atrapados en Agadez -la puerta de entrada al Sahara, en el centro de Níger- mientras luchan por cumplir su sueño de llegar a Europa. La BBC conoció a algunos de ellos en una visita a la ciudad.
Esto no se parece a lo que Vivienne esperaba.
“Pensé que iba a encontrar trabajo aquí”, dice.
“Vine a este lugar debido a las condiciones que estaba enfrentando en Nigeria. Acababa de terminar la secundaria y mi padre no tenía dinero para que yo siguiera estudiando. Ahora sólo quiero seguir hacia el norte, ganar dinero y hacer que mi familia se sienta orgullosa”.
Vivienne se niega a revelar su apellido. Dice que tiene 23 años y aunque luce más joven, es imposible verificar su edad.
El mes pasado viajó unos 240 kilómetros en autobús desde Kano -la principal ciudad del norte de Nigeria- a Zinder, la segunda ciudad de Níger. Allí tomó otro colectivo hasta Agadez, a unos 370 kilómetros de distancia.
Callejones polvorientos
A pesar de sus sueños, Vivienne ha decidido prostituirse en medio de su desesperación por llegar a Europa.
“He buscado, pero no hay trabajo”, se lamenta.
Los traficantes se hacen ricos a costa de los inmigrantes.
El mercado atrae a mucha gente a Agadez.
La casa de Vivienne ni siquiera tiene puertas.
La conocí en uno de los vecindarios más pobres de Agadez. Comparte dos habitaciones polvorientas con otras diez jóvenes nigerianas.
Una de las habitaciones no tiene puerta. La otra tampoco, pero al menos hay una cortina.
El lugar está lleno de paquetes de condones abiertos, los usados los arrojan a un montón de basura que las mujeres queman de vez en cuando y a sólo unos metros de la entrada.
“Creí que podría limpiar alguna casa y me pagarían, pero aquí no hay empleos”, comenta Vivienne.
El desierto se ha convertido en una trampa para los inmigrantes que buscan una mejor vida.
“Me encontré con estas amigas nigerianas y me contaron que así sobrevivían, así que empecé a trabajar para los hombres”.
“No estoy contenta con este trabajo, pero es lo único que tengo”.
La parte vieja de la ciudad es un laberinto de calles estrechas y callejones polvorientos.
Todas las casas fueron construidas con ladrillos de barro, cuadrados o rectangulares, que parece que salieran de la tierra.
Agadez es un mercado obvio para las comunidades rodeadas por nada más que el desierto.
Pero es un lugar de secretos, puerta de entrada al Sahara y hogar de toda clase de contrabandistas.
Aquí empieza el sueño, la promesa de una vida mejor, para los inmigrantes africanos.
Dinero es lo que esperan encontrar en Europa, pero ahora es que lo necesitan.
Algunos inmigrantes llegan al mar tras cruzar el desierto.
Muchos tienen que ser rescatados porque sus botes se hunden o se rompen.
Encuentro con los traficantes
A la vuelta del mercado principal, un grupo de inmigrantes de África occidental hace cola frente a un banco. Son más de 30 y ninguno quiere dar su nombre.
“Aquí recibimos dinero para sobrevivir”, dice uno. “Algunos trabajábamos en nuestros países y aún tenemos algún dinero en una cuenta bancaria, así que es tiempo de retirarlo”, explica. “Otros esperan que su familia les haya enviado algo para ayudarlos”.
Llegó de Senegal en las últimas dos semanas, pero no sabe cuándo podrá continuar su viaje hacia el norte.
“Necesito el dinero antes. Tendría que trabajar uno, tres o seis meses y partir”.
Algunos de los inmigrantes que antes hicieron cola en el banco, están comprando bidones de agua para sobrevivir en el desierto.
Quienes los llevan a Libia son traficantes de la región.
De Libia o de Níger, pertenecen al grupo étnico Toubous, que disfrutaba de reconocimiento en Libia bajo el mando del coronel Muamar Gadafi.
Muchos africanos subsaharianos adoraban al exlíder libio Muamar Gadafi.
Sin embargo, como africanos subsaharianos, los Toubous dicen que ahora la mayoría árabe los discrimina en Libia, donde prevalece la anarquía.
Conocí a unos traficantes, que aceptaron hablar bajo condición de anonimato.
En el negocio migratorio, la gente es sólo otra mercancía. El hombre que me habla en árabe trafica unas 300 personas al mes.
Desierto rocoso
“Cobramos US$500 para llevarlos a Libia, pero hay que llevar otros US$300 para sobornar a los policías en los puestos de control”, indica.
“Podemos darles crédito a los inmigrantes si lo necesitan, pero eso implica que paguen el doble al llegar”.
Vivienne salió de la ciudad nigeriana de Kano con la esperanza de llegar a España.
Los inmigrantes suelen viajar hacinados en la parte trasera de camionetas pick-up: entre 25 y 35 por vehículo.
Dos Toyota Hilux, nuevas y recién lavadas, estaban estacionadas frente a la casa donde me encontré con los contrabandistas.
“Ahora estamos equipados con GPS y Thurayas -satélite móviles- así que quedarnos atascados es más fácil de lo que solía ser”.
Estos equipos, sin embargo, no impiden los accidentes de gravedad.
Escondido detrás de un turbante negro, gafas de sol y cigarrillo en mano, el contrabandista recuerda un paseo mortal ocurrido el año pasado.
“Una de las camionetas se desplomó por una duna de arena, seis murieron”, dice. “Eran tres gambianos, dos nigerianos y un camerunés”.
Al salir de Agadez, es posible encontrar un desierto rocoso, la puerta del Sahara.
Encarcelado
Pero la pista pronto desaparecerá bajo las dunas de arena pesada, por lo que es probable que este sea el camino más extremo que a los migrantes africanos les toque recorrer.
Uno lo hace o no lo hace, pero no hay vuelta atrás.
El sol castiga y la próxima llegada a Libia no ofrece ningún respiro.
De vuelta en Agadez, otro grupo de migrantes de África occidental aguarda en el centro de tránsito de la Cruz Roja para volver a casa. La mayoría provienen de Gambia, pero otros son de Guinea- Bissau y Guinea.
Fueron golpeados, pasaron hambre y eventualmente fueron deportados. Han fracasado en su esfuerzo de emigrar a Europa.
Agadez queda en el límite con el desierto del Sahara.
“Luego de gastar semejante monto de dinero en llegar a Libia, trabajar allí, se quedan con todas tus pertenencias, incluso tu ropa. Volvimos a casa sin nada. Es muy triste”, dice Lalo Jaiteh, un gambiano de 44 años.
El viaje de Jaiteh a través del desierto incluyó dos días sin agua ni comida.
“Algunos estaban incluso tirados, llorando, decían que no volverían a ver a sus padres de nuevo. Uno que estaba acostado al lado mío me dijo: ‘Hermano, este es el fin, lo siento, no volveré a ver a mi madre’. Yo le dije: ‘No. No llores. Dios es bueno. Definitivamente lo lograremos”, cuenta.
Un hombre más joven, Ousmane, 26, estuvo preso en dos diferentes cárceles en Libia, tres meses cada vez.
Trató de cruzar el Mar Mediterráneo con otros en un bote, pero éste tuvo un desperfecto.
Estuvieron a la deriva hasta que guardacostas italianos los rescataron y los llevaron de vuelta a Libia.
Jaiteh cuenta que no creía en las historias que le contaban hasta que se vio a él mismo como protagonista.
“Cuando llegue a casa aquellos a los que dejé no me van a creer tampoco, porque también quieren irse, demasiado”.
Los riesgos involucrados en este sombrío viaje hacia el norte no son un aliciente y miles de inmigrantes africanos, sin empleo ni perspectivas en sus países, seguirán el tránsito en Agadez cada año.
Entre ellos Vivienne. Como su pie barre los restos de un paquete del condón rojo cubierto de polvo. Explica que no puede volver a casa. Su familia no se lo permitiría, especialmente si saben a lo que se dedica en Agadez.
Le pregunto a qué parte de Europa le gustaría ir.
“Quiero ir a España, porque mi amigo me dijo que era bonito”, contesta.
“Me gustaría estudiar enfermería, ese es mi sueño”.
Fuente: BBC Mundo